viernes, 4 de abril de 2008

Del ibérico a la mortadela

Es como si uno se acaba de echar al cuerpo un plato de jamón ibérico de bellota con una botella de Pesquera y alguien pretende que después comas mortadela con don Simón. La cara de tonto que se te pone es para enmarcar. Pues esa misma sensación quedó después de la corrida de Torrealta. Veniamos de disfrutar de la histórica tarde de Victorino y los tres héroes y nos topamos con los villanos.

El presunto torero Javier Conde se encontró en primer lugar con un toro noble, que fue de largo al caballo y alegre en banderillas. Se lo enseñó Sebastián Castella en un quite por chicuelinas pero Conde estaba en las musarañas. El presunto torero -que se las da de artista- no lo entendió y tiró las cartas a las primeras de cambio. Increible si tenemos en cuenta que las características del toro, noblón, sin malicia alguna, eran las idóneas para su presunta tauromaquia. Digamos que el marido de Estrella Morente -que es para lo que ha quedado- en vez de faena hizo putada: al toro y a los espectadores. El colmo vino cuando le ponen el micrófono de Digital Plus delante. ¿De dónde vienes? Naranjas traigo. Preguntado por su actuación el presunto dijo que en esos momentos se acordaba de su familia. Mira, en eso coincidimos. En el cuarto, otro toro con buen son que pedía mano baja y temple, el presunto estuvo como suele decir un amigo mío: más perdido que un hijoputa el día del padre.

Castella fue el tuerto en el pais de los ciegos. Saludó a su primero con el capote a pies juntos. El toro apuntaba maneras, no lo hizo mal en varas y galopó en banderillas, donde vimos un gran par de Manuel Molina. Castella arrancó con tres estatuarios y remate por bajo, para sacarlo a los medios con un molinete y empezar a citarlo largo. Una buena serie y el toro se come la muleta, otra más y a la tercera empieza a quedarse corto. El francés probó con la zurda y el toro amagó con rajarse, volvió a la diestra pero para entonces ya no había más. Lo mató de una estocada perdiendo la muleta que tumbó al Torrealta.

En el quinto vivimos un momento de tensión, cuando embistió al caballo y derribó al picador José Doblado, que cayó sobre el lomo del toro y escapó como pudo. Con el cuadrúpedo a merced del toro, fue providencial la intervención de uno de los monosabios, que se amarró a las riendas y aguantó el tirón. Rehecha la montura, Doblado dejó la firma de un gran puyazo. Tras el cambio de tercio, notabilísimo también fue el par que colocó Curro Molina. Castella brindó al público y empezó el trasteo en las rayas para acabar sacándolo a los medios. Allí el toro se tragó los derechazos gracias a la buena colocación del torero y de la muleta pero pronto empezó a cortar el viaje. Probaturas con la izquierda y el animal se rajó definitivamente. No había entrado Castella a matar y ya amenazaba con echarse. Un intento de estocada cayó bajísimo. Se dio cuenta el torero y la cosa se quedó en un metisaca que le sirvió para descabellar.

Alejandro Talavante no es torero que me convenciera antes de la corrida y tampoco hizo méritos para cambiar esa opinión. Yo no sé qué le ven los que hablan y no paran de él. Cierto que su primer toro embestía a brincos pero el extremeño no supo plantear la faena que requería. Para empezar, le llegó crudo del caballo, para seguir debió domeñar el genio del toro empezando por abajo y para terminar no acertó con las distancias. El toro, sin ser nada del otro mundo, acabó aburrido del torero, que fue incapaz de verlo claro en ningún momento. El sexto pasó sin pena ni gloria.

No hay comentarios: