martes, 1 de abril de 2008

El temple de César Girón

Hubo que esperar al final para ver algo potable en la mansada de Cebada Gago. Después de cinco toros tan bonitos y variados de pelo como deslucidos, César Girón nos dejó momentos de verdadera brillantez con el sexto. Muletazos templadísimos, manejando a la perfección los terrenos, citando con la muleta adelantada y llevándolo toreado. Nos las prometíamos felices, incluso llegó a a sonar la música pero fue probar el pitón izquierdo y se acabó lo bueno. Antes se había estrellado con un cárdeno que se recluyó en tablas sin dar muchas opciones.

Mi paisano López Chaves tardó en acoplarse a la embestida del primero de la tarde. Cuando lo hizo y le bajó la mano consiguió muletazos de mérito. Pero el buen sabor de boca iba a tornarse agrio merced al manejo de la espada. Chaves recetó una estocada entera pero muy tendida que dejó al toro crudo. Si a ello le unimos que el de Cebada sacó al final el manso que llevaba dentro, los intentos por descabellar fueron incontables, intercalados con arreones que dieron más de un susto al torero y su cuadrilla. Cuando pintaban bastos después de dos avisos, el toro se echó y el puntillero atinó por fin. El cuarto, distraido y mirón, no fue precisamente lo que necesitaba para remontar la tarde.

El tercero de la terna, Luis Vilches, se pegó un arrimón en el quinto que le valió para ser ovacionado. En el primero de su lote lo intentó todo y en todos los terrenos pero su esfuerzo fue estéril ante las condiciones del astado.

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