martes, 27 de mayo de 2008

Perera gana crédito

El primero de Miguel Abellán fue un manso de solemnidad. De salida, muy parado y distraido, se frena en el capote, en el caballo mansea y en banderillas aprieta muchisimo. Pero ahí estaba el Chano para dejar dos grandes pares y terminar saludando. En la muleta, el primero lo tomaba a favor de querencia pero al segundo pase mide, mira y se cuela. Abellán lo intentó, pero terminó por no darse coba,machetearlo y coger la espada. Estocada caida que sirve. El cuarto fue otra birria pero el torero dio un sainete con la espada.

El Juli sigue sin entrar en Madrid. Anduvo queriendo con el incomodísimo segundo, otro regalito que tiraba el tornillazo al final de cada pase, pero no hubo forma. Para colmo estuvo horroroso con la espada, primero con un metisaca que cayó bajísimo, luego un pichazo y finalmente una estocada caida perdiendo la muleta. En el quinto, al que picó muy bien Diego Ortiz, dejó una serie estimable por la derecha pero no era su tarde.

Y el triunfador de la tarde fue el extremeño Miguel Ángel Perera. Empezó su trasteo con veronicas a pies juntos a un toro, el tercero, mucho mas franco que los anteriores y que ya en banderillas dejó ver que el pitón bueno era el izquierdo. Perera se plantó en el centro del ruedo y citó de muy lejos. Acudió el de Fuente Ymbro y repitió algo rebrincado pero tomando la muleta. Otra serie más en corto fue mejor pero con algún enganchón, eso sí, espectacularmente rematada con el de pecho. Molestaba el viento y probó con la izquierda. Siguió el toro rebrincado, pero fue la mejor serie. Perera fue cerrando al toro y acortando las distancias, para terminar con unas manoletinas y arrearle un estoconazo algo caido que lo tira sin puntilla. Hubo fuerte petición de oreja pero el usía dijo que nones.

En el sexto Perera hizo un gran esfuerzo con un toro malo. Estuvo muy firme y valiente, pudiendo siempre al animal. Curiosa pelea la que libraron: el toro que se quería ir a tablas y el torero empeñado en sacarlo a la raya, en un a ver quien puede más emocionante. Hubo una colada espeluznante en la que el toro le puso el piton en la mejilla pero ahí se quedó quieto, impasible, y terminó ganando la pelea. Lástima de estocada entera pero caida. No hubo tampoco trofeos pero Perera sale muy reforzado.

lunes, 26 de mayo de 2008

El Ruso grave y el palco, generoso


La tarde tuvo su cara y su cruz. O mejor debería decir dos cruces, porque la oreja y la vuelta al ruedo al cuarto novillo de Guadaira fue una frivolité del presidente, a medias con el público. Pero la auténtica desgracia la vivimos en el primero, que cogió de mala manera al banderillero El Ruso y le dejó una cornada grave. Quiso lucirse y pasó en falso, el novillo hizo hilo con él y no hubo forma de quitárselo: lo persiguió con saña hasta que lo alcanzó. Daban escalofríos escuchar al doctor Padrós explicando la operación, que duró casi toda la novillada.

A ese primero lo pasaportó Manuel Ocaña El Sombrerero. Curioso apodo, y aunque parezca poco taurino he descubierto que ya hubo un torero así llamado a finales del XIX. El caso es que este moderno Sombrerero se encontró con el mejor novillo de la tarde, el cuarto, que si bien tuvo calidad en la muleta no se comportó en el caballo como para que se le diera la vuelta al ruedo. Pero ya hemos dicho que la presidencia estaba generosa. Le hizo las cosas bien el novillero excepto a la hora de montar la espada pero aún así, arrancó la oreja.

Sus compañeros de cartel, Juan Luis Rodríguez y José Manuel Mas pasaron inadvertidos para el público, aunque dejaron detalles de saber torear. Pero no sé por qué se les midió con rigurosidad. Tuvieron la mala suerte de que dos de sus novillos se destrozaran tras sendas volteretas y no diesen más de si.

domingo, 25 de mayo de 2008

Con ustedes, Israel Lancho


Curioso contraste: el torero joven triunfando, el torero añejo en la enfermería con dos cornadas. Tarde de emociones, sin duda, gracias a Israel Lancho y a Frascuelo. En medio un desdibujado Iván García, al que sigo sin entender quién le ha engañado para que pretenda ganarse la vida como torero.

La corrida de Celestino Cuadri sufrió baile de corrales por la mañana y quedaron sólo cuatro toros, completándose con dos de San Martín. Precisamente con uno de ellos confirmó la alternativa el extremeño Israel Lancho. Deslucida efeméride pues el toro cantó su mansedumbre pronto y llegó a la muleta con la única intención de defenderse. En vano fueron los intentos del torero por domeñarlo y en una de esas lo prendió por el muslo. El primer milagro fue que lo enganchó de la taleguilla y no caló en la carne; el segundo, que escapara de los dos derrotes que le tiró en el suelo. Se levantó Lancho y siguió haciendo gala de un valor seco que no merecía el toro. Lo mejor, con todo, fue el brindis a su asesor artístico, Andrés Vázquez. Entrañable imagen la del torero zamorano saliendo al tercio a recoger la ovación de Las Ventas: se le notó que volvió a sentirse torero por un momento.

El padrino de alternativa, Frascuelo, había recibido una sonora ovación al terminar el paseillo y se notaba que la gente estaba con él. Algo tiene este hombre, desde luego. Le tocó en segundo lugar el otro San Martín, que desde que salió pareció mucho mejor que su hermano. Permitió lucirse a Iván García en un quite y sobre todo a Luis Carlos Aranda en el tercio de banderillas. Andaba Frascuelo con ganas, creía en el toro y en él mismo y brindó al público. El inicio de faena doblándose por bajo tuvo sabor de otra època. Luego se fue a los medios, lo citó de lejos y el toro se vino. Esa primera tanda no fue tanto brillante como de emoción. Y se la echó a la izquierda y el primer natural salió bueno pero no sé si el error fue de colocación para el segundo o simplemente que las facultades se resienten con la edad, el caso es que quedó descubierto, el toro lo vio y se acabó la historia. Una cornada en una pierna, otra en la otra ya en el suelo, dramáticos instantes hasta que le quitaron el toro pero ya se veía que la cosa era para preocuparse. El parte del doctor nos sacó de dudas.

Así que la corrida quedó en un mano a mano entre el novato e Iván García, que terminó matando ese toro. El primero de su lote, ya de Cuadri, fue un toro de medias arrancadas. No tomaba mal la muleta pero por sistema se quedaba corto. Mal con la espada el madrileño. Con el quinto debió estar mucho mejor pero no se confió en ningún momento con el toro, que sin ser bueno pudo lucir más con otro planteamiento de faena. El que sí estuvo bien fue Raúl Adrada con las banderillas.

Lancho se pegó un arrimón sin venir a cuento con el cuarto pero su predisposición y ganas de agradar tuvieron finalmente recompensa en el sexto. Un señor toro, probablemente el mejor de lo que va de Feria, de esos que descubren a los buenos toreros... y a los malos. Y Lancho pasó la prueba. Con apenas cinco actuaciones a sus espaldas, demostró más aplomo y conocimiento de los terrenos que algún hijo de que terminó la temporada pasada con treinta. Si acaso pecó de dar tandas demasiado largas pero se le perdona.

Y encima tiene valor, el necesario para aguantar sin pestañear al toro en los medios y largarle un pase cambiado de impresión. O para no inmutarse cuando casi se lo lleva por delante en el remate de una serie. Desplegó Lancho un toreo del bueno, aprovechando la excelente embestida de Aragonés, que así se llamó el toro. Pero donde la faena alcanzó sus más altas cotas fue por el pitón izquierdo. Tardó en verlo Lancho pero cuando planteó el trasteo con la zurda llegaron unos naturales de nota altísima. Iba la faena para premio importante pero de nuevo la espada (sigo acordándome de El Cid) fue la cruz del torero. Estocada feísima que hizo guardia y adiós a los trofeos. Después le metió un estoconazo pero el daño ya estaba hecho. Se le pidió con muchísima fuerza la vuelta al ruedo pero el torero no estaba para fiestas. No obstante puede dormir tranquilo. No hubo orejas pero le debe servir.

sábado, 24 de mayo de 2008

Leonardo Hernández, a la Puerta


Como ocurrió el sábado pasado, no vi el festejo de rejones, así que me limito a reseñar lo que dicen las crónicas. Ocho toros de Flores Tassara, bastantes mansitos, salvo el primero y el último. Festejo larguísimo, casi tres horas.

Álvaro Montes sufrió una fea caida en su primero y arrancó una oreja al segundo de su lote más a la voluntad que a la brillantez.

Moura Caetano
pasó sin pena ni gloria en sus dos toros. Joao Moura hijo pudo cortar la oreja a su primero de no fallar con el rejón de muerte. Con el séptimo estuvo por encima de las condiciones del animal pero sin brillantez.

Y Leonardo Hernández cuajó la mejor actuación de la tarde en el que cerraba plaza al que cortó una meritoria oreja. Ya en su primero tuvo una fuerte petición y dio dos vueltas al ruedo.

viernes, 23 de mayo de 2008

Es otra cosa


Iba la tarde cuesta arriba, tirando a coñazo, por obra y gracia de los toros de Victoriano del Río. El que abrió plaza anunció la flojedad que vendría a ser denominador común en los dos que le siguieron.
Morante de la Puebla lo probó por abajo y enseguida cantó. El segundo fue un calvario para El Juli, que se debatió entre atacarlo por abajo, donde el toro se derrumbaba, o llevarlo a media altura, donde se defendía punteando la muleta. Y el tercero, tampoco iba más allá de la mitad del viaje y se defendía a base de cabezazos. Manzanares abrevió con buen criterio.

Llovía en Las Ventas -en realidad no había dejado de hacerlo desde que comenzó el paseíllo, pero la nota meteorológica le añade épica a lo que sucedió- cuando asomó el cuarto. Cubano se empleó en el caballo hasta que derribó y ahí aparecieron Morante y su capote. Primero por verónicas, luego por delantales y siempre con las medias de remate. La locura.

El toro apuntaba grandes cosas e inexplicablemente el torero le dio unos terrenos dignos de manso. Luego rectificó y el toro lo agradeció. Mejor por la derecha que por la izquierda, hubo series de verdadero mérito. Sin ser una faena de escándalo -tuvo sus enganchones- sí que tuvo el sello personalísimo de un torero distinto, sobre todo en una serie final de naturales a pies juntos. Lo pinchó en el primer intento y dejó luego una estocada perdiendo la muleta. La oreja protestada es lo de menos. Lo que queda claro es que Morante es otra cosa.

El Juli sigue teniendo su cuota de detractores en Madrid. Su faena al quinto tuvo mérito, mucho mérito pero aún así le protestaron. Dejó el toro crudo en el caballo y éste llegó al último tercio con una embestida violenta. Pero supo aguantar el torero y meterlo poco a poco en la muleta para acabar la faena con unos muletazos por abajo de gran calidad. Sin embargo, emborronó con la espada esa buena labor, al tratar de matarlo recibiendo. Después de un recital de pinchazos llegó la estocada pero ya era tarde.

Y cerró la tarde Manzanares con el toro de mejor son. Lástima de falta de fuerzas porque otro gallo hubiese cantado. Aún así, mientras se dejó, el torero se gustó con él, especialmente en varios cambios de mano bellisimos. Y la estocada, en todo lo alto.

jueves, 22 de mayo de 2008

Tocados y hundidos


Si no fuese por Iván Vicente esta crónica la dejaba en blanco. Porque ni César Jiménez ni Eduardo Gallo merecen una sóla línea. Su paso por San Isidro los deja muy, muy tocados, por no decir hundidos. Y luego los toros de Salvador Domecq. Menuda tardecita. Hasta el presidente se sumó a la fiesta y se permitió la frivolité de demorar la devolución del cuarto hasta que tuvo cuatro banderillas colocadas. Con un par, oiga.

Decíamos que salvamos de la quema a Iván Vicente. Nada que ver con el viernes pasado. Al mamut que abrió plaza le sacó dos series de mérito, con el inconveniente del viento y ahí se acabó el toro. Lo mató de lujo, lo mismo que al sobrero de Navalrosal, cuya faena tuvo un guión similar.

César Jiménez no tuvo toro en su primer turno. Y es que lo masacraron en el caballo, a pesar de que el picador se quedó con media puya, tras partirse la vara en el primer encuentro. Pero le sacudió de lo lindo. Y al llegar a la muleta, cualquier parecido del sobrero de Guadalest con un toro de lidia era mera coincidencia. Jiménez se empeñó en lo imposible y lo mínimo que podemos decir es que estuvo pesadito. Y en el quinto, más de lo mismo.

Eduardo Gallo tuvo en sus manos el toro más manejable de la tarde. No estuvo mal con el capote pero con la muleta se mostró cuando menos torpe. Otro adjetivo no cabe cuando comenzó como pedía el toro, dándole sitio y series cortas. Porque si bien el de Salvador Domecq demostraba cierta clase adolecía de fuerza. Y Gallo se empeñó, nadie sabe por qué, en alagar las tandas y acortar los terrenos. Se redimió con el uso de la espada pero el daño ya estaba hecho. El sexto no ofreció opción alguna.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Esa verónica de Morenito


El mejor toreo de capa de lo que va de Feria. Así, sin rodeos. Morenito de Aranda firmó unas verónicas de lujo al tercero, el mejor de un desigual encierro de Alcurrucén. De esas que se ven muy de vez en cuando, especialmente la última antes de rematar con tres medias verónicas de cartel. Ese lance lo tuvo todo: enganchó al toro, lo embarcó en los vuelos del capote, la barbilla baja, las manos más aún... Un cartel de toros.

Con la muleta la faena no alcanzó cotas tan altas pero hubo momentos de gran calidad. Por el pitón derecho pero sobre todo por el izquierdo. Morenito, que venía sustituyendo a Joselito Adame, pudo cortar una oreja de no ser por el mal manejo de la espada. En el sexto, de nuevo lució con el capote aunque bajó el tono en la última parte de la faena.

Sebastián Castella remontó su regular actuación de Sevilla. Su primer toro no parecía gran cosa pero el francés acertó con el principio de faena. Por abajo, desengañando al animal, que de pronto pareció romper a bueno. Se comía la muleta el de Alcurrucén, con un punto de brusquedad en la embestida pero repitiendo. Castella tardó en entenderlo pero cuando acertó con las distancias la faena cogió vuelos. Pero igual que mejoró volvió a empeorar en el tramo final y eso enfrió los ánimos. El quinto no valía un duro y nadie le cenusró que tirase por la calle de enmedio.

Enrique Ponce acabó la tarde tan quemado que sugirió que no vuelve a Las Ventas. Lo cierto es que mereció algo más por su labor en el cuarto. Faena de esas que cuesta ver en el tendido, tapándole defectos al toro y exponiendo bastante más de lo necesario a estas alturas de curriculum. Sólo hubo dos cosas que realmente fueron censurables: la longitud de la faena -que en Ponce se ha convertido en costumbre- y el desastroso manejo de la espada. Su primero fue otro regalito que no valía un duro.

martes, 20 de mayo de 2008

Un globo, dos globos, tres globos...


Cuando pinchas un globo descubres que dentro no hay nada. Bueno, aire, pero como si nada. Poco más o menos le ocurre a Juan Bautista. El francés lleva una temporada en preocupante cuesta abajo y cada vez que pinchamos sale aire. Se libró en Sevilla por la suspensión pero en Madrid sus dos tardes han sido la prueba de que pierde crédito a chorros. La corrida de Las Ramblas no ha sido para tirar cohetes pero desde luego su lote daba para mucho más. Grandotes los toros, enormes algunos (659 kilos dio en la báscula el quinto) pero con sus cositas.

Como el primero de Bautista, que descubrimos en un quite por gaoneras de Serafín Marín. El toro se desplazaba y el torero imprimió demasiadas prisas a su faena. Ni siquiera una buena estocada sirvió para que el público lo tomara en serio. Y en el cuarto poco más o menos.

Serafín Marín, que venía de un serio percance, tragó lo suyo al segundo -quizá el peor de la tarde- en una faena con escaso eco en los tendidos pero con un fondo de profesionalidad. Con el mentado quinto, un búfalo con cierta nobleza, tuvo el mérito de darle distancia y tratar de enseñarle a embestir. Lo mejor, el estoconazo con que lo tumbó.

Y Matías Tejela, que también reaparecía después de la cogida de Nimes, estuvo muy perdido toda la tarde. En su descargo hay que decir que tuvo un lote infumable pero en Madrid hay que estar un poquito más entregado. Su primero le desbordó en el capote y tuvo que parárselo un enorme Luis Miguel Villalpando. Luego no supo plantear la lidia y anduvo a merced del animal. Con el que cerraba plaza tampoco se confió en ningún momento.

lunes, 19 de mayo de 2008

¡Viva México... y Abejorro!


¡Qué novillo y qué novillero! ¡Qué manera de embestir y qué manera de torear! Abejorro y El Payo, El Payo y Abejorro, menuda pareja, señores. El novillo de La Quinta tuvo una calidad excepcional y se encontró a un tipo que vino de México y que apunta a figura. Con el capote, con la muleta por la derecha, por la izquierda, en los remates, la faena fue de esas que no se olvidan, plena de temple, de gusto, de torería. De esas veces que los astros se conjuran y coinciden la bravura del animal con la capacidad del hombre que tiene delante. Una gozada si no hubiese sido por la espada. Lo mismito que ocurrió con El Cid, El Payo tiró por tierra su inmensa obra con el mal manejo de los aceros.

Iba la cosa para Puerta Grande pero en el quinto, cuando de nuevo se disponía a lucirse con el capote el novillero mexicano, el toro lo prendió y se acabó la historia. Del triunfo a la enfermería.

La bravura de Abejorro y el toreo de El Payo eclipsaron la tarde. Daniel Martín, que venía con la mandíbula rota, puso voluntad y poco más (o nada menos, según se mire). Pepe Moral anduvo valiente y manejando con soltura los aceros.

domingo, 18 de mayo de 2008

Amarga despedida de Pepín Liria


Merecía algo más que la mansada de Samuel Flores. Pepín Liria se despidió de Madrid sin poder regalarnos el regusto que nos dejó en Sevilla. Y no será porque no puso de su parte, pero los samueles (he leído por ahí que los bautizaron como samulos, con toda la razón) fueron para salir corriendo. Impresionantes de pitones, sí, pero por lo demás desiguales y sobre todo mansos de solemnidad. Y eso que volvían a Las Ventas después de varios años. Menuda reentré...

El murciano se llevó una ovación al terminar el paseillo y casi que fue la única alegría de la tarde. Porque si los toros no ayudaron, sus compañeros de cartel tampoco estuvieron a la altura. Cumplía Luis Francisco Esplá con su segundo paseíllo en San Isidro y chico, más de lo mismo. Cuando escribo esto, parece que ha anunciado el alicantino que no volverá a torear en Las Ventas. Sabia decisión, porque hace tiempo que no está a lo que hay que estar en la plaza.

Serranito tuvo en sus manos el único que se medio dejó, el castaño tercero. Pero se conoce que le pilló de sorpresa y no fue capaz de acertar con las distancias que el animal requería. Algunos muletazos sueltos estimables pero sin tener la faena la continuidad deseada.

sábado, 17 de mayo de 2008

Generosa Puerta Grande, dicen


No vi la corrida así que opino por boca ajena. De lo que he leido en prensa deduzco que el Capea fracasó en la presentación de su tercer hierro, San Pelayo.
Que Joao Moura anduvo con oficio. Que Hermoso de Mendoza estuvo mandón y arrancó una oreja al quinto.
Y que Andy Cartagena fue el triunfador de la tarde, aunque las dos orejas que cortó al sexto fueron cuando menos generosas, a tenor del uso del rejón de muerte.

En fin, que la Puerta Grande se abrió por primera vez en esta edición de San Isidro. Lo cual me hace acordárme otra vez de la espada de el Cid...

viernes, 16 de mayo de 2008

Valverde apela a la heroica


Menuda tarde. Los toros de Marqués de Domecq, otrora coto privado de las figuras, han protagonizado un descenso a los infiernos que los coloca en lo más bajo del panorama ganadero. Parecían Miuras o similar, oiga. Y de la presentación mejor no hablamos.

Rafaelillo mantuvo milagrosamente los pies en el suelo con su primero, que se hartó de lanzarle derrotes a los tobillos y a punto estuvo en varias ocasiones de echárselo a los lomos. Firme y asentado el torero, terminó por llevarse dos puntazos a media pierna. No merecía el toro tanta exposición pero el murciano no se guardó nada para él. Con el cuarto, la historia fue más o menos la misma. Menudo regalito de la empresa para uno de los triunfadores del año pasado.

Iván Vicente se vio superado por los acontecimientos. No lo tengo visto pero cuentan que es torero de no pasar precisamente fatigas, así que la corrida le vino como un jarro de agua fría. Ni el suyo de Domecq ni el sobrero de Jaral de la Mira le hicieron confiarse lo más mínimo.

Y el héroe de la tarde fue Javier Valverde. Con su primero no tuvo ninguna opción a pesar de que trató de hacer las cosas bien. Salió el sexto y todo lo que hizo fue desagradable. Desde la pelea en el caballo hasta el comportamiento en banderillas. Pero Valverde no se arrugó y le dio todas las ventajas. Primero con la derecha, citándolo largo. Se venía el toro pero al segundo muletazo ya estaba buscando. Le tragó el torero y consiguió medio meterlo en la muleta. En estas le dio por probarlo por la izquierda y en qué hora se le ocurrió. Colada espectacular y el pitón a la rodilla, lanzando al salmantino por los aires. Un derrote detrás de otro, buscando el cuerpo del salmantino, que para entonces era un pelele en manos del toro. Milagrosamente se escapó de la cornada pero la paliza no se la quitó nadie.

Dolorido, sin la chaquetilla se echó de nuevo la muleta a la derecha y le sacó dos series de esas de emoción en los tendidos. Y el último derroche de pundonor fue el estoconazo con el que tumbó al toro, previo pinchazo. Con los tendidos entregados hubo incluso petición de oreja, pero la cosa quedó en una merecida vuelta al ruedo.

jueves, 15 de mayo de 2008

Maldita tizona

Aquel Cid se la arrebató al rey Búcar de Marruecos en Valencia, la regaló a los infantes de Carrión y tras la afrenta de Corpe les exigió su devolución. La Tizona, espada mítica de la que se habrán escrito cientos de páginas. El Cid de nuestros días también será recordado por su espada. Por desgracia.

Honradamente, nadie daba un duro por el quinto de El Pilar. Incluso estuvo a punto de ser devuelto a los corrales. Mas héte aquí que el Cid se plantó en los medios, lo citó de lejos y ¡oh, milagro! el toro se vino. A partir de ahí la locura. Un natural detrás de otro, sin probaturas, sin dudas. Y el toro, que decidió sacar todo lo bueno que tenía dentro, colaborando. Y los pases de pecho, eternos, a cámara lenta. El toreo soñado. Y soñando estábamos todos con la Puerta Grande cuando de golpe despertamos. La espada, otra vez, emborronaba una obra de arte de las que no se olvidan. Qué imagen de El Cid, con la muleta en la cabeza. Qué impotencia, qué pena, coño, ¡qué pena!

Ya en el segundo había mostrado el Cid la dimensión de su tauromaquia. Toro que, sin ser malo ni mucho menos, no era fácil de torear. Y el de Salteras estuvo con él tremendo. De nuevo iniciando la faena en los medios, esta vez sobre la mano derecha y rematando, ahora sí, con una estocada. A mi modo de ver debió cortar la oreja pero qué más da, viendo lo que vino después.

La corrida de Moisés Fraile fue de lo mejor que ha salido por los chiqueros de Las Ventas en lo que va de Feria. Excelente de presentación, amén del interesante lote de El Cid hubo toros que merecieron mejor trato. Verbigracia el cuarto, al que Juan Bautista no supo plantear la faena adecuada, a pesar de un prometedor inicio. O el sexto, que en manos de un cada vez más incapaz Talavante no lució lo que hubiese debido.

miércoles, 14 de mayo de 2008

El tuerto en el país de los ciegos



La tarde iba muy cuesta abajo. Los toros de Jose Luis Pereda y La Dehesilla, sin alardes. Los toreros, mal. Se anunciaba un cartel de matadores banderilleros y lo cierto es que el segundo tercio pasaba sin pena ni gloria. Esplá y Encabo habían pegado sendos petardos con los dos mejores animales, demostrando que están pasados como un yogur caducado.

Y en medio de ese erial salió el sexto. que sin ser bueno se dejó. Pero sobre todo tuvo enfrente al único torero con ganas, que lo toreó con vibración de capote, lo banderilleó por fin como se espera de ellos y le planteó una faena de muleta valiente, dándole distancia y templándolo y lo tumbó de una estocada. Cualquier otra tarde vete tú a saber pero hoy Antonio Ferrera cortó una oreja, podríamos decir por contraste con la abulia de sus compañeros. O por vergüenza torera.

martes, 13 de mayo de 2008

Diego Urdiales se reivindica


Uno entró en el cartel por la puerta de atrás, sustituyendo a Serafín Marín. El otro parece que tiene carta blanca para estar en las ferias sin más credencial que el apellido paterno. El uno dio una lección a pesar de lo poco que torea. El otro da igual que haga el paseillo diez o cien tardes, de donde no hay no se puede sacar.













Diego Urdiales a la izquierda y el niño del Niño a la derecha. O la diferencia entre el toreo y la trampa.

El primero de Carmen Segovia no parecía gran cosa pero llegó a la muleta y cambió a bueno. Y allí estaba un torero que necesitaba jugárse la temporada -o su carrera- a una carta. Y se la jugó. Lo debió ver claro Diego Urdiales, que brindó al público y manejó la muleta con la facilidad del que tiene cincuenta contratos en el bolsillo. Mejor por la derecha -pitón de escándalo- que al natural. Se empeñó en torearlo por la izquierda y ahí la faena bajó el tono, amén de prolongarla innecesariamente. Era un toro de dos orejas aunque la cosa se quedó en nada porque lo pinchó dos veces. Pero dejó al público predispuesto para el cuarto.

Y la suerte estaba de su parte porque lo que salió por chiqueros era un cinqueño de 650 kilos con pinta de cualquier cosa menos de embestir. Pero hay días que el destino te tiene preparada una sorpresa y mira tú por donde que el toro sirvió. Sin ser tan claro como el primero pero Urdiales supo darle el inicio de faena adecuado y el animal rompió a bueno. También en éste el pitón fue el derecho, por donde surgieron pases hondos y templadísimos. Toreo del bueno, del que pone la plaza boca abajo. Esta vez no se podía fallar y el riojano lo tumbó de un estoconazo que dio paso a una oreja de muchos kilates. Lástima de Puerta Grande sólo entreabierta.

Si el lote de Urdiales fue el bueno, el de Fernando Cruz fue para llorar. Añádase el desastre de lidia de su cuadrilla, que empeoró las de por sí nulas condiciones de sus enemigos. Si malo fue el segundo, lo del quinto fue para llorar. Anduvo como pudo con él y al menos lo mató de una buena estocada, después de un auténtico festival de pinchazos y descabellos en el anterior.

Y en medio de todo, el Capea y su incapacidad para esta profesión, sin conocimiento alguno de los terrenos y abusando de las ventajas. El tercero, sin ser gran cosa, tenía su lidia, pero no se le pueden pedir peras al olmo. Digamos que en otras manos el toro hubiese servido. Al menos vimos parear con calidad a El Ruso, que como en Sevilla, saludó montera en mano. Pero lo que fue de juzgado de guardia fue lo del sexto, otro bicharraco que pasó de los 600 kilos. Urdiales se lo enseñó en un quite pero Capea estaba en las musarañas. Pedía el toro distancia y el torero se puso encimista. Y claro, lo aburrió. Lo mismo que el niño del Niño al público.

Sólo falta que aburra de una vez a los empresarios.

lunes, 12 de mayo de 2008

Verdad y mentira


Parece mentira que el mismo público que pidió la oreja para Miguel Tendero le hubiese regalado otra a un tal Rubén Pinar. Increible que los mismos que jalearon los muletazos hondos de Tendero se volviesen locos un rato antes con los trapazos de pierna retrasada y el pico de la muleta del tal Pinar. Salvo que éste fletase diez autobuses de partidarios y los infiltrara en los tendidos de las Ventas, no lo entiendo. Pero verás como toman la alternativa y el que funciona es el tal Pinar: torero ideal para ferias de medio pelo, donde el caso es cortar orejas a base de mantazos y estocadas a la primera. Porque eso sí lo hizo bien el tal Pinar. Y en medio, un espejismo de torero con nombre de niño de serie de televisión. Al parecer, a José Ramón García, Chechu le sigue pasando factura la cornada de Ávila y ni más ni menos que pretende tomar la alternativa en Segovia el mes que viene. Allá él si quiere que su carrera sea breve.

La novillada de Montealto tuvo chispa y movilidad. En general fueron de menos a más, sin destacar en el caballo pero llegando a la muleta con nobleza. El tal Pinar cortó una oreja al segundo después de que en Las Ventas se produjese un extraño fenómeno de transfiguración. Porque aquello parecía una plaza de pueblo, en el peor de los sentidos, aplaudiendo lo que apuntamos al principio: muletazos descargando la suerte, con el novillero haciendo el arco y el toro saliendo por la otra punta. Justo es decir que todo ello estuvo recubierto con el barniz de la aparente facilidad pero no quita para que mereciese una buena dosis de pitos en lugar del premio de la oreja. Sólo justificada remotamente por la estocada.

La sensatez pareció volver a los tendidos en el quinto, cuando el tal Pinar desplegó de nuevo su repertorio de trampas y ahora sí, un sector del público (adivinen cuál) le afeó el gesto. Y digo que pareció porque de nuevo rozamos la tragedia cuando le pidieron la oreja. Afortunadamente el presidente estuvo en su sitio.

Frente a la mediocridad del tal Pinar descubrimos la calidad de Miguel Tendero. Comparten los novilleros origen -ambos albaceteños- pero les distinguen conceptos opuestos del toreo: los que van de la verdad a la mentira. Y es que la oreja que cortó al sexto fue eso, de verdad. Ya en el tercero había dejado muestras de su calidad pero donde dio idea de su dimensión fue en el último de la tarde. Desde el saludo de capote a pies juntos y dos medias torerísimas, hasta el templado y hondo toreo en redondo, pasando por naturales larguísimos y a cámara lenta. Por no hablar del principio de faena, doblándose con él de manera magistral. Fue el mejor novillo pero tuvimos la suerte de que se encontrara al mejor novillero. Lo mató de un estoconazo y nos dejó con ganas de volver a verle.

Que es lo mejor que le puede pasar al que quiere funcionar en esto.

domingo, 11 de mayo de 2008

La bravura la puso Joselillo


A mí que me lo expliquen. Todos los años lo mismo y todos los años vuelven los toros de Dolores Aguirre a anunciarse en los carteles. Cuando nos sentamos a ver la corrida ya presentíamos lo que iba a suceder. Y sucedió. Toros enormes, toros gigantes, cuyo tamaño fue inversamente proporcional a su bravura. Y llegará Bilbao y estarán en los carteles. Y llegará San Isidro del año que viene y otra vez nos los tendremos que tragar. En fin.

En medio de semejante panorama, va José Miguel Pérez y confirma la alternativa. La situación ideal para uno que empieza y anda ayuno de contratos, vamos. Mas hete aquí que el pucelano suplió sus carencias con una extraordinaria dosis de voluntad y valor, a partes iguales. El regalito que le correspondió en suerte fue un toraco de 600 kilos con todo lo que un manso reúne. Joselillo, que así se anuncia el torero, se puso a torearlo de capote como si delante tuviese un toro de premio. Y lo mismo con la muleta. Se ponía el torero en el sitio y el toro le quería quitar. Intentaba el torero dominar la situación y el toro era el amo del cotarro. Inasequible al desaliento el torero hasta que en una de esas el toro se lo echó a los lomos. Milagrosamente lo encunó con la pala del pitón y la cosa quedó en el susto y un buen costalazo. A cambio Joselillo lo mató de una estocada cobrada con rectitud y, sobre todo, mucha fe.

Habíamos quedado con ganas de más y nos saciamos en el sexto, otro elemento de 620 kilos, quizá el menos malo de la tarde. El inicio de faena fue trágico. Pase cambiado por la espalda, a cara o cruz. O pasaba o a la enfermería. Y pasó. A partir de ahí todo fue ir pudiendo al toro e ir metiéndolo en la muleta. Siempre en un constante suspiro pues el animal se acordaba de lo que dejaba detrás y buscaba. Pero ahí estaba Joselillo, sin dudarle, exponiendo y jugándosela en cada muletazo. Hasta que pasó lo que nadie esperaba: que el toro se entregó y la faena culminó con una serie de categoría. Otra estocada al estilo de la primera y una oreja de esas que saben a gloria. Torero a seguir este Joselillo.

Fernando Robleño y Sergio Aguilar ni tuvieron el lote ni tuvieron su tarde.

sábado, 10 de mayo de 2008

Trenes que pasan


Dicen que van a Madrid en busca del pelotazo que los ponga de nuevo en candelero. Pero llega el momento, el tren pasa y no lo cogen. Y el tren en esta ocasión fue una sorprendente corrida de Peñajara, que echó toros de orejas pero les pasó como al Cid Campeador: qué buen vasallo si hubiese buen señor.

Manolo Sánchez se encontró de salida a un precioso sardo que lo tuvo todo para hacerle triunfar. Ya dejó ver sus virtudes en el primer tercio pero fue al llegar a la muleta donde sacó de verdad su calidad. Y eso a pesar de la falta de fuerzas. El diestro pucelano tuvo una virtud, el temple, y un enorme defecto: anduvo despegadísimo con él. Y claro, el toro con el hocico por el suelo y repitiendo, pedía otra cosa que aliviarse. Solamente en el tramo final de la faena hubo algún natural que se acercó a lo exigible con ese toro. Prueba del despiste que arrastra el torero fue que se tiró a matar en la suerte contraria, donde menos le iba a ayudar el animal. Lógicamente, pinchó. Cuando probó en la suerte natural dejó una estocada entera pero caida. El público supo ver las virtudes del toro, que fue ovacionado en el arrastre. Al cuarto, sin ser tan bueno como sus hermanos, lo aburrió Manolo Sánchez a base de muletazos tan rematados hacia fuera que alguno casi lo termina en la plaza de Manuel Becerra.

Eugenio de Mora anduvo aún mas perdido. Cualquiera de sus dos toros tuvo la movilidad suficiente para hacerles faena pero el toledano no fue capaz de plantarles cara en los terrenos que pedían. Como las desgracias nunca vienen solas, nos obsequió con un mítin en el descabello al primero de su lote.

De Antonio Barrera podemos decir muchas cosas y ahora las diremos, pero lo cierto es que fue al único de los tres que se le vieron las ganas y el hambre de triunfo. Al tercero de la tarde le enjaretó tres pases cambiados por la espalda que pusieron la emoción en el tendido. Luego quiso ponerse a torear pero erró la distancia y terminó ahogando la embestida del toro. El de Barrera es un problema inverso al de sus dos compañeros de terna: quiere pero no puede.

Con el sexto, junto con el primero el mejor de la corrida con diferencia, estuvo bullanguero en el saludo de capote. En la muleta, que el toro se quería comer sobre todo por el pitón derecho, volvió a cometer el error de citarlo en corto, pese a un prometedor inicio de faena con el torero en los medios y el toro arrancándose desde la raya. Toro de triunfo grande que debió marcharse sin las orejas. Barrera se consoló dando una vuelta al ruedo por su cuenta y tuvo el desahogo de criticar al presidente por no concederle una oreja.

Lo dicho: qué buen vasallo si hubiese buen señor...

viernes, 9 de mayo de 2008

"Ibán" dos


Esperaba mucho más de la corrida de Baltasar Ibán, hierro al que hace años le vi grandes toros en Salamanca y Madrid. Ni me gustó la presentación ni el comportamiento. Pero tampoco es cuestión de echar toda la culpa a los toros. Dos de los tres que se ponían delante estuvieron francamente desbordados por la situación. Veamos.

Se reivindicó en la Maestranza y volvió a hacerlo en Madrid: El Fundi estuvo toda la tarde tremendo. Su primero se hinchó a escarbar y para mí que acusó el trompazo que se dio tras enterrar un pitón en la arena. Fundi se metió con él y le sacó los pases con sacacorchos. Lo mejor, como en Sevila, el estoconazo que le arreó.

Al cuarto lo saludó de capote templadísimo, dejando una media verónica de lujo en el remate. Empujó con clase el toro en el caballo pero le dieron de más a mi entender. A la salida del puyazo se pegó otra voltereta y aún le dieron otro puyazo. Excesivo castigo aunque se recuperó en banderillas, donde Fundi cuajó un tercio aseado. Parecía toro de faena pero apareció el viento, que no dejó al torero poner la muleta en condiciones en ningún momento. Ello unido a la falta de fuerzas del toro hizo que al final quedase en nada lo que iba para mucho. El madrileño se empeñó en alargar la faena innecesariamente pero se hizo perdonar con otra gran estocada.

Domingo López Chaves necesita urgentemente pararse y pensar. El que le hemos visto desde que era novillero no damos crédito. Un torero que veía los toros a la primera y arrancaba orejas a base de valor y técnica se ha quedado en la mitad. No ha perdido el valor pero le cuesta un mundo dar con la clave de la faena. No era un toro claro su primero, pero mostró cierta alegría en el capote. No era un toro de premio, pero tuvo su genio ante el caballo. Y no fue un toro de oreja... O sí, siempre que el planteamiento inicial de faena hubiese sido otro. Lejos de corregir los defectos, Chaves se los acentuó y a partir de ahí ya no hubo nada que hacer.

Casi peor fue lo del quinto, un sobrero de Navalrosal cinqueño y mucho más claro que el primero de su lote. Eso sí, imponía respeto el toro y pedía hacerle las cosas bien. El Chaves de otros días le hubiera formado un taco pero Mingo está inmerso en un bache y le faltó confianza para meterse con él

César Jiménez pecó de lo mismo. El tercero de la tarde tenía el defecto de embestir punteando la muleta y el madrileño no supo corregirlo. En el sexto, un toro que fue de menos a más para terminar embistiendo con ambición, se mostró dubitativo, sin acertar con la distancia ni aprovechar las cualidades del toro.

jueves, 8 de mayo de 2008

La primera en la frente


Le está bien empleado al ganadero. Cuando uno le pone de nombre a un toro Enfermo se merece que le salga una corrida como la que echó el propietario de Martelilla para inaugurar la Feria de San Isidro 2008. Los que no lo merecimos fuimos el público ni los toreros. Válgame el Señor, que colección de inválidos y desrazados...

Con semejante material no sería justo cargar las tintas contra los toreros. Antón Cortés abrió plaza y Feria con el mentado Enfermo y poco pudo hacer ante un astado que se pasó la mayor parte de la faena por los suelos. Con el cuarto, quizá el único medio potable dejó detalles con el capote, aunque con la muleta no acertó a plantear la faena adecuada y terminó recibiendo un dramático varetazo, afortunadamente sin mayores consecuencias.

Eduardo Gallo no tuvo ninguna opción en su lote. Imposible juzgarle salvo para reconocer el mérito de la estocada al quinto.

Ambel Posada se las vio con el tercero bis, otro regalo del hierro de Albarreal que pegó arreones de manso en el caballo, derribando por dos veces, y terminó hecho un marmolillo en la muleta. En el sexto dejó destellos pero sin llegar al público, que a esas alturas no estaba ya para muchos esfuerzos.

Y mientras en Nimes se lo deben haber pasado pipa con Sebastian Castella, que cortó cuatro orejas y rabo...