lunes, 26 de mayo de 2008

El Ruso grave y el palco, generoso


La tarde tuvo su cara y su cruz. O mejor debería decir dos cruces, porque la oreja y la vuelta al ruedo al cuarto novillo de Guadaira fue una frivolité del presidente, a medias con el público. Pero la auténtica desgracia la vivimos en el primero, que cogió de mala manera al banderillero El Ruso y le dejó una cornada grave. Quiso lucirse y pasó en falso, el novillo hizo hilo con él y no hubo forma de quitárselo: lo persiguió con saña hasta que lo alcanzó. Daban escalofríos escuchar al doctor Padrós explicando la operación, que duró casi toda la novillada.

A ese primero lo pasaportó Manuel Ocaña El Sombrerero. Curioso apodo, y aunque parezca poco taurino he descubierto que ya hubo un torero así llamado a finales del XIX. El caso es que este moderno Sombrerero se encontró con el mejor novillo de la tarde, el cuarto, que si bien tuvo calidad en la muleta no se comportó en el caballo como para que se le diera la vuelta al ruedo. Pero ya hemos dicho que la presidencia estaba generosa. Le hizo las cosas bien el novillero excepto a la hora de montar la espada pero aún así, arrancó la oreja.

Sus compañeros de cartel, Juan Luis Rodríguez y José Manuel Mas pasaron inadvertidos para el público, aunque dejaron detalles de saber torear. Pero no sé por qué se les midió con rigurosidad. Tuvieron la mala suerte de que dos de sus novillos se destrozaran tras sendas volteretas y no diesen más de si.

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