domingo, 11 de mayo de 2008

La bravura la puso Joselillo


A mí que me lo expliquen. Todos los años lo mismo y todos los años vuelven los toros de Dolores Aguirre a anunciarse en los carteles. Cuando nos sentamos a ver la corrida ya presentíamos lo que iba a suceder. Y sucedió. Toros enormes, toros gigantes, cuyo tamaño fue inversamente proporcional a su bravura. Y llegará Bilbao y estarán en los carteles. Y llegará San Isidro del año que viene y otra vez nos los tendremos que tragar. En fin.

En medio de semejante panorama, va José Miguel Pérez y confirma la alternativa. La situación ideal para uno que empieza y anda ayuno de contratos, vamos. Mas hete aquí que el pucelano suplió sus carencias con una extraordinaria dosis de voluntad y valor, a partes iguales. El regalito que le correspondió en suerte fue un toraco de 600 kilos con todo lo que un manso reúne. Joselillo, que así se anuncia el torero, se puso a torearlo de capote como si delante tuviese un toro de premio. Y lo mismo con la muleta. Se ponía el torero en el sitio y el toro le quería quitar. Intentaba el torero dominar la situación y el toro era el amo del cotarro. Inasequible al desaliento el torero hasta que en una de esas el toro se lo echó a los lomos. Milagrosamente lo encunó con la pala del pitón y la cosa quedó en el susto y un buen costalazo. A cambio Joselillo lo mató de una estocada cobrada con rectitud y, sobre todo, mucha fe.

Habíamos quedado con ganas de más y nos saciamos en el sexto, otro elemento de 620 kilos, quizá el menos malo de la tarde. El inicio de faena fue trágico. Pase cambiado por la espalda, a cara o cruz. O pasaba o a la enfermería. Y pasó. A partir de ahí todo fue ir pudiendo al toro e ir metiéndolo en la muleta. Siempre en un constante suspiro pues el animal se acordaba de lo que dejaba detrás y buscaba. Pero ahí estaba Joselillo, sin dudarle, exponiendo y jugándosela en cada muletazo. Hasta que pasó lo que nadie esperaba: que el toro se entregó y la faena culminó con una serie de categoría. Otra estocada al estilo de la primera y una oreja de esas que saben a gloria. Torero a seguir este Joselillo.

Fernando Robleño y Sergio Aguilar ni tuvieron el lote ni tuvieron su tarde.

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