martes, 20 de mayo de 2008

Un globo, dos globos, tres globos...


Cuando pinchas un globo descubres que dentro no hay nada. Bueno, aire, pero como si nada. Poco más o menos le ocurre a Juan Bautista. El francés lleva una temporada en preocupante cuesta abajo y cada vez que pinchamos sale aire. Se libró en Sevilla por la suspensión pero en Madrid sus dos tardes han sido la prueba de que pierde crédito a chorros. La corrida de Las Ramblas no ha sido para tirar cohetes pero desde luego su lote daba para mucho más. Grandotes los toros, enormes algunos (659 kilos dio en la báscula el quinto) pero con sus cositas.

Como el primero de Bautista, que descubrimos en un quite por gaoneras de Serafín Marín. El toro se desplazaba y el torero imprimió demasiadas prisas a su faena. Ni siquiera una buena estocada sirvió para que el público lo tomara en serio. Y en el cuarto poco más o menos.

Serafín Marín, que venía de un serio percance, tragó lo suyo al segundo -quizá el peor de la tarde- en una faena con escaso eco en los tendidos pero con un fondo de profesionalidad. Con el mentado quinto, un búfalo con cierta nobleza, tuvo el mérito de darle distancia y tratar de enseñarle a embestir. Lo mejor, el estoconazo con que lo tumbó.

Y Matías Tejela, que también reaparecía después de la cogida de Nimes, estuvo muy perdido toda la tarde. En su descargo hay que decir que tuvo un lote infumable pero en Madrid hay que estar un poquito más entregado. Su primero le desbordó en el capote y tuvo que parárselo un enorme Luis Miguel Villalpando. Luego no supo plantear la lidia y anduvo a merced del animal. Con el que cerraba plaza tampoco se confió en ningún momento.

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