viernes, 16 de mayo de 2008

Valverde apela a la heroica


Menuda tarde. Los toros de Marqués de Domecq, otrora coto privado de las figuras, han protagonizado un descenso a los infiernos que los coloca en lo más bajo del panorama ganadero. Parecían Miuras o similar, oiga. Y de la presentación mejor no hablamos.

Rafaelillo mantuvo milagrosamente los pies en el suelo con su primero, que se hartó de lanzarle derrotes a los tobillos y a punto estuvo en varias ocasiones de echárselo a los lomos. Firme y asentado el torero, terminó por llevarse dos puntazos a media pierna. No merecía el toro tanta exposición pero el murciano no se guardó nada para él. Con el cuarto, la historia fue más o menos la misma. Menudo regalito de la empresa para uno de los triunfadores del año pasado.

Iván Vicente se vio superado por los acontecimientos. No lo tengo visto pero cuentan que es torero de no pasar precisamente fatigas, así que la corrida le vino como un jarro de agua fría. Ni el suyo de Domecq ni el sobrero de Jaral de la Mira le hicieron confiarse lo más mínimo.

Y el héroe de la tarde fue Javier Valverde. Con su primero no tuvo ninguna opción a pesar de que trató de hacer las cosas bien. Salió el sexto y todo lo que hizo fue desagradable. Desde la pelea en el caballo hasta el comportamiento en banderillas. Pero Valverde no se arrugó y le dio todas las ventajas. Primero con la derecha, citándolo largo. Se venía el toro pero al segundo muletazo ya estaba buscando. Le tragó el torero y consiguió medio meterlo en la muleta. En estas le dio por probarlo por la izquierda y en qué hora se le ocurrió. Colada espectacular y el pitón a la rodilla, lanzando al salmantino por los aires. Un derrote detrás de otro, buscando el cuerpo del salmantino, que para entonces era un pelele en manos del toro. Milagrosamente se escapó de la cornada pero la paliza no se la quitó nadie.

Dolorido, sin la chaquetilla se echó de nuevo la muleta a la derecha y le sacó dos series de esas de emoción en los tendidos. Y el último derroche de pundonor fue el estoconazo con el que tumbó al toro, previo pinchazo. Con los tendidos entregados hubo incluso petición de oreja, pero la cosa quedó en una merecida vuelta al ruedo.

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