lunes, 19 de mayo de 2008

¡Viva México... y Abejorro!


¡Qué novillo y qué novillero! ¡Qué manera de embestir y qué manera de torear! Abejorro y El Payo, El Payo y Abejorro, menuda pareja, señores. El novillo de La Quinta tuvo una calidad excepcional y se encontró a un tipo que vino de México y que apunta a figura. Con el capote, con la muleta por la derecha, por la izquierda, en los remates, la faena fue de esas que no se olvidan, plena de temple, de gusto, de torería. De esas veces que los astros se conjuran y coinciden la bravura del animal con la capacidad del hombre que tiene delante. Una gozada si no hubiese sido por la espada. Lo mismito que ocurrió con El Cid, El Payo tiró por tierra su inmensa obra con el mal manejo de los aceros.

Iba la cosa para Puerta Grande pero en el quinto, cuando de nuevo se disponía a lucirse con el capote el novillero mexicano, el toro lo prendió y se acabó la historia. Del triunfo a la enfermería.

La bravura de Abejorro y el toreo de El Payo eclipsaron la tarde. Daniel Martín, que venía con la mandíbula rota, puso voluntad y poco más (o nada menos, según se mire). Pepe Moral anduvo valiente y manejando con soltura los aceros.

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