lunes, 18 de mayo de 2009

Delgado enamora

Ojito a este muchacho. Torea muy despacio, con un gusto exquisito, pero... O aprende a matar o se le van a escapar muchos triunfos. Ya dejó su sello en el saludo con el capote al tercero. Pero fue con la muleta donde enseñó la dimensión de su tauromaquia. Estatuarios para empezar y enseguida por abajo, una trincherilla y sendos cambios de mano. De cartel.

Le dio distancia y tiempo y de ahí salieron derechazos notables. Pero fue al natural donde la faena alcanzó el sobresaliente. A cámara lenta, templando la embestida y llevando embarcado al novillo de La Quinta. Una señora faena que merecía culminar la obra. Pero ahí falló Miguel Angel Delgado, que dio un auténtico mítin con la espada. Con el sexto, un sobrero de Jaral de la Mira, estuvo bien aunque en otro estilo, pues el novillo no tenía la clase de aquel. En lo que sí coindió fue en el desastre a espadas. No obstante, se le espera con interés.

El mexicano Mario Aguilar cargó con el peor, el quinto, que le dejó la cornada en cuanto se descuidó con la muleta. Aún herido lo puso todo de su parte pero sin lucimiento. Ya se había llevado un susto en un quite por chicuelinas al primero, primorosas, por cierto. Con el segundo tampoco tuvo opciones.

Todo lo contrario que Daniel Martín. El cuarto fue el otro bombón de la novillada pero ni supo ni pudo y se perdió en un recital de pases sin ton ni son. Tampoco dijo nada su labor en el que abrió plaza.

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