jueves, 29 de abril de 2010

El papel de fumar

No sé de qué me sorprendo, pero reconozco que me sorprendo. Vienen de ganarlo todo en una temporada histórica que todos hemos reconocido y envidiado. Y ahora, en el primer tropezón serio, se la cogen con papel de fumar. Anoche en la red y hoy en la oficina, el denominador común de los culés era que los madridistas nos refocilamos en su derrota para justificar nuestros fracasos. Tócate los huevos.

Como todo el mundo sabe, el día que el Lyon eliminó al Madrid hordas de culés acudieron en peregrinación a las iglesias a ofrecer novenas y todos ellos, sin excepción, lamentaron la derrota del equipo blanco. Así es que los malvados madridistas, en justa correspondencia, deberíamos haber llorado anoche como mujeres lo que otros no supieron defender como hombres.

Que la culerada llevase dos eliminatorias coreando el "sí, sí, sí, nos vamos a Madrit"es previsión. Si lo hace el Bernabeu es prepotencia. Que Valdés se arroje al cuello de Mourinho es defensa propia. Si lo llega a hacer Casillas el día del 2-6 con Piqué es chulería. Que el club monte el numerito del riego por aspersión en plena celebración del Inter es un accidente, o incluso una medida inteligente para evitar incidentes. Si se le ocurre hacerlo al Madrid mientras Joan Gaspar daba saltos alborozado tras ganar la Copa es mal perder. En fin, que no sé de qué me sorprendo.

Dicho lo cual, tres cositas para evitar malentendidos:

- No quiero a Mourinho en el Madrid, yo confío en Pellegrini.
- La eliminación del Barça no me consuela en absoluto de que mi equipo lleve varios años sin pasar de cuartos.
- Lo del Marca en general y lo de su director en particular es de vergüenza ajena, lo mismo que lo de los que anoche se fueron a celebrar no se sabe qué a la Cibeles.

¡Hala Madrid!

domingo, 18 de abril de 2010

Salamanca toma Sevilla

Las comparaciones son odiosas pero con la moruchada de Gavira en la retina, ver a los toros de Moisés Fraile repartir bravura nos reconcilia con el toro. Es curioso. Victorino, dos petardos seguidos y El Pilar dos años consecutivos de candidata a corrida de la Feria. Y bien que me alegro por el ganadero de Tamames.

Tuvo dos partes el festejo. Por delante, dos toros con sus cositas y luego otros cuatro buenos de verdad, pero todos con una impecable presentación. Y uno, que se ha tragado ferias y ferias de Salamanca soportando corriditas de Despeñaperros pa abajo -algo así como ir a la vendimia y llevar uvas de postre- rumiaba su venganza delante del televisor con una sonrisa de oreja a oreja. Salamanca triunfó en Sevilla., ¡ole!

La pena fue que la terna no estuvo a la altura. Se le perdona a El Cid en el que abrió plaza, un mansito encastado al que, en otro tiempo, le hubiera hecho faena. Pero no con el cuarto, con el que estuvo inexplicablemente perdido y sin saber por dónde meterle mano. Y mira que el toro se lo cantaba pero anda el diestro sevillano en un bache muy preocupante. La parte positiva del asunto es que sabemos de lo que es capaz, así que en cualquier momento cambia la moneda y vuelve por sus fueros. Pero da mucha pena verle así, la verdad.

También se lo pasamos por alto a Sebastián Castella con el segundo, pero es para correrlo a gorrazos con el quinto. ¡Ay que toro! Lo mejor de la labor del francés vino al principio, con el saludo de capote y un quite por chicuelinas. Empujó el toro en el caballo como ninguno en esta Feria, derribando dos veces y metiendo los riñones. Una embestida alegre del de Fraile le permitió a Curro Molina cuajar dos sensacionales pares de banderillas que hicieron sonar la música. Por cierto, buena racha llevamos con los hombres de plata, no ha habido tarde que alguno no se haya desmonterado. Y llegamos al último tercio. Castella, tan previsible como de costumbre, planteó la faena con dos pases cambiados por la espalda en los medios. A mí, sinceramente, ya me aburre, parece que traiga la faena pensada del hotel. Cuando se puso a torear en redondo el toro cantó su clase y el torero también, pero al revés. Pedía mucho sitio la alegre embestida de Guajiro y Castella, otra vez previsible, le acortó las distancias hasta aburrirlo. Aún le regalaron una oreja cuando lo justo hubiera sido darle las suyas al toro.

El menos perjudicado en el festival de bravura charra fue Manzanares. Con el noble tercero abusó del pico de la muleta para construir una faena de detalles pero sin hondura. Y al sexto debió sacarle mucho más que unos preciosos remates y excelentes pases de pecho. Lo dije y lo mantengo, Manzanares se pone muy bonito, torea con todo el cuerpo pero no me emociona por esa falta de profundidad. Y eso, con un toro como ese sexto, es pecado mortal. Cortó una oreja a un toro de dos.

viernes, 16 de abril de 2010

Ilusión por ser figura

Decía Belmonte que se torea como se es. Y yo me permito la licencia de corregir al maestro: también se torea como se está. Verbigracia, la víspera El Cid con los Victorinos. Lleva toda la temporada pasada el de Salteras fuera de sitio y esta temporada no parece mejorar, a pesar de que algo de culpa tuviera el desastroso encierro del otrora figura de los ganaderos. Y van dos petardos en Sevilla, Victorino, eso habría que mirárselo.

Y en la otra cara de la moneda, El Juli. Ya avisó en Fallas y hoy en Sevilla ha dicho aquí estoy yo. Cómo está este torero, madre. Cómo ve los toros, cómo les da la lidia que demandan, cómo los templa, cómo los lleva de largos y cómo los mata. Por ponerle un pero, a mí juicio se encorva demasiado a la hora de citar pero pedirle que además de todo eso que he dicho tuviese la plasticidad de Morante sería la perfección. Vale que tuvo el lote de la corrida pero es que en sus manos los toros parecen aún mejores. Castella y Perera parecieron hipnotizados por el huracán que asoló la Maestranza y fueron incapaces de sobreponerse a la tarde, así que vamos con don Julián.

Dicen que a los toreros no les gusta abrir cartel porque la gente está fría. A éste le da igual eso o que llueva y ande el personal más pendiente del paraguas y el chubasquero que de lo que sucede en el ruedo. Pero mira lo que son las cosas, que sale un toro de El Ventorrillo que se llama Ilusión. Ni a propósito pudo ponerle mejor nombre el ganadero, porque la ilusión de El Juli por triunfar pudo con todo.

El saludo de capote ya anunciaba gestas de más envergadura. El torero con la pata alante, ganando terreno y el toro metiendo la cabeza con una suavidad impropia de esas alturas de la lidia. Luego el quite, precioso, ahora una chicuelina, ahora una tijerilla, toreando con todo el cuerpo y rematando con una media verónica eterna. Y la muleta.

Qué manera de poder al toro con los ayudados de inicio. Qué derechazos, templadísimos, llevándolo hasta los límites físicos del brazo. Qué naturales, meciendo la muleta y arrastrándola por la arena. Y cuando el toro se fue entregando, los circulares, los invertidos, en fin, que hizo lo que quiso y cuando quiso. Y para coronar la obra una estocada volcándose en el morrillo y enterrando la espada en todo lo alto. Que perdiera la muleta en el embroque no empaña el conjunto porque la muerte del toro fue épica.

Faena de dos orejas, eso lo vimos todos menos el señor presidente, que se empeñó en quitarle protagonismo al torero y dejó el premio en una. Luego quiso compensar en el cuarto, donde El Juli volvió a estar enorme con un toro menos claro y poco menos que tiró los dos pañuelos nada más comenzar la petición del público. No me gustó nada ese gesto pero el caso es que la Puerta del Príncipe se le abría el torero madrileño con toda justicia, aunque el orden de trofeos adecuado hubiese sido el inverso.