martes, 15 de marzo de 2011

Leandro se reivindica

Un señor toro el sexto de Alcurrucén, de esos que apetece que embistan hasta cansarse de bonitos y bien rematados. Pero no, su comportamiento en el segundo tercio, poniéndole los pitones en la cara a un banderillero, presagiaba fatigas. Y surgió el gran Leandro. Ya sabíamos que es torero de gusto exquisito -había dejado su sello en unos naturales al tercero de la tarde- pero además se reivindicó como lidiador de primera. Apostó por el toro, le dio distancia en el cite y la altura justa en el embroque con la muleta, sin obligarle. El resultado fue una faena mezcla de emoción y belleza, desde los primeros pases, rodilla en tierra, hasta los remates finales. Quedaba cerrar el círculo con la espada y ahí nos vinieron a la memoria las muchas ocasiones en que se le ha escapado el triunfo por marrar con los aceros. Pero esta tarde era su tarde y cobró una estocada casi entera aunque tendida. Una oreja que le tiene que servir y mucho.

La corrida se había empezado a arreglar en el toro anterior, después de cuatro que no sirvieron para gran cosa. Salvo, quizás, el primero, al que Miguel Abellán no pudo dar la lidia que hubiese querido por culpa del viento. Pero el quinto hizo olvidar todo lo anterior. Ya cantó en el capote su gran clase y en la muleta terminó de romperse. Cosa que no hizo su matador, el francés Juan Bautista. Correcto, sí, pero como Paquirri, antes Rivera Ordóñez, el pasado domingo, sin cruzar la línea que separa lo bueno de lo mejor. Estocada trasera y oreja de esas que te dejan con ganas de más.

A Miguel Abellán le tocó bailar con la más fea. Y es que el berrendo cuarto fue un toro imposible, con la cabeza por las nubes y sin ganas de embestir. Puso ganas el madrileño pero poco más se podía hacer.

(Fotos: Burladero.com)

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