domingo, 13 de marzo de 2011

Un responso por Valencia


La corrida de Jandilla se pareció mucho a la de Victoriano del Río lidiada la víspera: sólo un toro se salvó de la quema. Eso sí, qué toro. De esos que sueñan los toreros, embobado en la muleta, repetidor y sin un mal gesto. Vamos, de los de poner la plaza boca abajo y cortar dos orejas con veinte muletazos. Pero todo en la vida no puede ser perfecto y claro, semejante bombón le fue a tocar a Paquirri, antes Rivera Ordóñez. Y ahí anduvo el bello diestro, haciendo las delicias de su público femenino, dando muletazos por aquí y por allá, sin apretarse, sin emocionar y de postre, con enganchones sólo atribuibles a su deficiente manejo de la muleta, que ya hemos dicho que el toro no hizo nada feo. Para coronar la obra, le arreó un espadazo infame que un público medianamente entendido hubiese pitado. Mas no, las amables valencianas, mayoría en los tendidos a tenor de lo que se vio en la tele, decidieron que aquello era una estocada digna del mismísimo Mazzantini y hale, oreja al canto.

Otra cortó El Fandi en el quinto, tras una faena animosa pero sin continuidad a un toro que sólo se dejó por el pitón derecho. Otra estocada defectuosa y de nuevo el todo vale. El resto directamente para olvidar. En el que abrió plaza, Paquirri, antes Rivera Ordónez, ni supo ni pudo. Con el segundo, Fandi sólo pudo brillar en su habitual espectáculo en banderillas. Y Alejandro Talavante se contagió de la sosería de su lote y terminó dando un sainete con espada y descabello.

Ayer temíamos por el prestigio de la plaza de Valencia. Hoy definitivamente podemos rezar un responso y darlo por enterrado. No es posible que una plaza que se dice de primera categoría conceda las orejas que ha concedido hoy. Solo faltó que Talavante pidiera el sobrero.

(Fotos: Burladero.com)

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