lunes, 2 de mayo de 2011

Infame mansedumbre

Infame se llamó el primero de El Ventorrillo. No me parece nombre para ponerle a un toro, con lo rica y variada que es la onomástica ganadera. El caso es que infame fue el primero e infames los cinco siguientes. Válgame Dios, qué corrida. Repasando crónicas de este mismo hierro, encuentro una de hace un par de años en Pamplona que titulé Ventorrillo o pedorreta. Pues podía valer perfectamente para el día de hoy.

Así que ahí tuvimos a El Juli, que venía espoleado por el jaleo de Manzanares, escapando de la cornada que el mentado primero se empeñó una y otra vez en obsequiarle. Solo un quite por chicuelinas valió la pena artísticamente. O asistiendo impotente como el cuarto, el único medio normal, se rajaba en cuanto le apretó con la muleta. A los dos los mató, como el viernes, de dos estocadas muy traseras.

Claro que para espadazo infame el que le atizó Daniel Luque al tercero, después de un recital de pinchazos. Tampoco con el sexto hubo lucimiento a pesar de la voluntad del diestro por terminar metido entre los pitones e intentando un toreo de cercanías.

Miguel Angel Perera tuvo el peor lote, que ya es decir. Aparte de manso, el segundo fue horroroso de presentación, más propio de una feria de ganado que de una plaza de primera. Y se hartó de perseguir al quinto por todo el ruedo en busca de un pase. Imposible hilar faena.

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