domingo, 25 de septiembre de 2011

Con su pan se lo coman


Es imposible que lo entiendan. Los antitaurinos, digo. Imposible que asimilen la catarata de sensaciones que produjo el acontecimiento de ayer por la tarde en la Monumental de Barcelona. Muchas veces se alude a una mera cuestión de gustos pero yo creo que va más lejos el asunto. Para mí que los taurinos sufrimos una mutación genética porque no es normal que uno esté a cientos de kilómetros y se le ponga la carne de gallina y se le humedezcan los ojos leyendo en el teléfono un mensaje contando lo que allí estaba pasando. Y hoy se volverá a repetir, seguro, con el agravante de que asistiremos al último acto de esta representación en la ciudad que, mal que les pese a otros interesados que arriman el ascua del animalismo a su sardina nacionalista, fue capital de España en lo taurino, por encima de la sempiterna Madrid.

Pero no quiero darles protagonismo que ese lo merecen hoy otros. El señor Julián López, por ejemplo, que dictó una lección de cómo hacer que un toro regular parezca bueno y otra de tragar saliva y decir aquí estoy yo. O el señor José María Manzanares, que toreó despegado como siempre pero más despacio que nunca. Hubo un pasaje de la lidia en que, más que dar naturales, su muleta acariciaba el aire barcelonés como quien acaricia a un amigo que ha perdido a un ser querido. O el señor Jose Antonio Morante, que fiel a su leyenda, pasó del infierno de la bronca al cielo de sus verónicas al sobrero que regaló. Rafael de Paula en el albero barcelonés al compás de palmas por bulerías de un público que soñaba. Y prende la chispa del genio de la Puebla y ofrece las banderillas a sus compañeros. Y cuajan un tercio que revienta la plaza, rematado en un desplante con sabor añejo. Y Morante que sigue tocado por la gracia divina y nos hace romper la camisa. Y qué naturales, y qué remates, y qué torero y oportuno el vestido, y qué arte saliendo por la Puerta Grande con una camiseta de su Betis en la mano. Como decía un tweet de Juanma Lamet: "A ver quién tiene cojones de prohibir a Morante".

Hoy algunos se creeran mejores porque van a cerrar una plaza de toros. Y a mí en el fondo me dan mucha pena porque carecen de esa mutación genética que les impide entender y amar a la Fiesta. Lo resume perfectamente un comentario hecho desde México en la crónica de burladero. com: "Con su pan se lo coman. El toreo es inmenso y Barcelona sólo una pizca".Enlace


barcelona_24sept por burladero_es

Foto: Burladero.com

lunes, 5 de septiembre de 2011

La Boda

Así, con mayúsculas. Llevábamos meses imaginándola y por fin el sábado se hicieron realidad todas las cosas que nos rondaban la cabeza. La cena en familia la noche antes, disfrutar de ese marco increible que es el Palace, Madrid que amanece nublado, los nervios de la mañana, el goteo de invitados que van llegando, el ritual de vestirse como si fuéramos toreros que van a Las Ventas, las chicas espectaculares, los niños llamando la atención a todo el mundo, la hora que se acerca, la gente que se va y nos quedamos solos el padrino y la novia, escóndete que pasa el novio y no puede vernos, el Jaguar y su increible chófer que más parecía de Cádiz que británico, el trayecto hasta la iglesia, los japoneses en Gran Vía sacándonos fotos, toda la gente dentro, ese paseillo hasta el altar otra vez sintiendonos toreros, el coro de gospel, la emoción en las lecturas, las peticiones y sobre todo en el novio, los anillos, el discurso del padrino escrito con las tripas y leido con el corazón, Oh happy day, la pluma de Camilo para firmar, pétalos al viento, un cóctel lleno de luz, la sorpresa de las mesas, el novio que se vuelve a emocionar, una cena exquisita, mi padre riñendo a los camareros desde el cielo porque el Möet no se sirve como si fuera un vino tinto, los niños gozando con el mago, ese baile de apertura tan distinto y tan genial, el despliegue de cócteles, viva el mojito con nitrógeno líquido, el descubrimiento de Leire como heredera del título a la más juerguista, el sueño que nos vence y por fin, la felicidad de haber vivido un día que tardaremos en olvidar mucho tiempo.

Pues eso, la Boda.