domingo, 16 de septiembre de 2012

Una estrella llamada Nala

Parece que te estoy viendo, en mitad de aquel inmenso pasillo de casa de mis padres, acurrucada, mirando a todas partes con cara de "qué hago yo aquí", unos ojos vivarachos en mitad de una bola de pelo canela que entraba en una mano. Recuerdo la cara de Olga y Jaione cuando te llevamos a su casa sin avisar. Recuerdo los trajines de los primeros días para enseñarte a hacer tus cosas en su sitio. Recuerdo el debate -que duró muy poco- sobre si cortarte o no el rabo. Bendita la hora que no lo hicimos, anda que no decías cosas moviéndolo, anda que no lo ponías tieso en aquellos paseos por La Alamedilla cuando olisqueabas a los patos, que parecías la mejor perra de caza del mundo.

Recuerdo a mi padre pelando una naranja o cascando nueces y tú al pie suyo esperando, porque sabías que aunque todos te riñéramos, él siempre te daba tu cachito. Recuerdo esas Navidades, cuando me ponía a cortar jamón para toda la tropa, que te pegabas a mi pierna en cuanto me veías con el cuchillo y el delantal esperando a que "accidentalmente" se me escapara algún trozo.

Recuerdo las caras de los niños cuando te han ido conociendo. Recuerdo tu paciencia con ellos, aguantando tirones de orejas, de rabo y como mucho un leve gruñido, nunca un mal gesto con ellos. Te recuerdo saltando a mi cama en aquellas noches de invierno cuando llegaba de fiesta a las tantas, eras la mejor calefacción. Te recuerdo esos domingos por la tarde tumbada encima de mi padre en el sofá y los dos roncando en perfecta conjunción.

Pero sobre todo recuerdo tus recibimientos cuando pasabas un tiempo fuera de casa. Era digno de ver, qué saltos, qué lametones. Y luego siempre el mismo ritual, que aprendiste bien desde pequeña: ¡Pata! ¡La otra! ¡Tumba! Y panza arriba a esperar las cosquillas. Y luego te hacía rabiar y jugueteabas con mi mano en tu boca, haciendo fuerza pero sin morder. Cómo puede caber tanto cariño en el cerebro de un animal. Claro que siempre lo ha dicho mi madre, tenías más conocimiento que muchos bípedos, eso bien lo sabe el que te ha conocido.

Hoy te has marchado y creo que habrás descansado, que bastante has pasado en los últimos tiempos. Pero no te preocupes que no te vamos a olvidar. Eres parte de esta familia, una parte importantísima, que por algo has estado en todas en más de quince años. Se nos va la perra más limpia del mundo, la que un día salió en televisión y parecía que lo llevaba haciendo toda la vida. Vamos, que se nos va una estrella pero a cambio desde esta noche otra brillará en el cielo.




sábado, 25 de agosto de 2012

El listo de Perera

Al finalizar la corrida, borracho de toreo, atendía a los micrófonos del Plus y declaraba haber disfrutado mucho, "toreando para mí, como de salón". Y entonces me acordé.

Sucedió durante la pasada Feria de Gijón. Como colofón a una interesantísima clase práctica que embrujó a pequeños y mayores, Miguel Ángel Perera se puso a torear de salón, con la colaboración de su banderillero Guillermo Barbero, que hizo las veces de toro. Bajo un silencio sepulcral, me llamó la atención el sonido de la muleta arrastrada por la arena, la muñeca describiendo un semicírculo perfecto y sobre todo, la velocidad del muletazo. O mejor dicho, la ausencia de ella. El silencio se rompió con una gran ovación de los presentes. Pero como en todos los sitios tiene que haber un listo, éste me fue a tocar a mi lado. Y cuando un sonriente Perera saludaba a sus alumnos el espabilado sentenció "sí, sí, eso muy bien pero con el toro".

Pues dicho y hecho, doce días después y en Bilbao. Y con dos toros distintos. Si su primer Alcurrucén llega a tener un pelín más de fuerza, la faena hubiera sido histórica. A cambio lo dejaremos en importante. Toro con gran clase pero, ya digo, justito de fondo. De hecho, estuvo a punto de ser devuelto por las protestas del público pero afortunadamente el criterio presidencial fue acertado. La verdad es que pocos apostábamos de salida por el toro, que fiel a su encaste Núñez no dio opciones en el primer tercio, aunque empezó a apuntar maneras en un ceñidísimo quite por gaoneras de Iván Fandiño.

Así es que allí estaban, Alcahofito y Perera, dispuestos a taparle la boca al sabihondo gijonés. Y vaya que se la taparon. Una serie cortita de inicio para acoplarse entre ellos y luego el acabóse. Muletazos por la derecha largos, hondos, el brazo llegando a sitios imposibles y un cambio de mano sublime. Aún quedaba la mano izquierda y por ahí la faena tomó aún más altura hasta que, oh, desgracia, se acabó el toro y lo que iba camino de dos orejas se quedó en una, tras una estocada que cayó algo baja pero de efectos demoledores.

El quinto duró algo más en conjunto y sin embargo no aportó nada por el pitón izquierdo. Faena muy de Perera, con los pases por la espalda de inicio, ajustadísimos. Y empezaron a sucederse las series por la derecha. Una suave, otra despaciosa y la tercera sencillamente a cámara lenta.  Si en la primera faena cantamos largura en ésta predominó el temple por encima de todo. Hubo un pase de pecho que, literalmente, paró el tiempo. A medida que el toro se fue apagando, Perera fue acortando los terrenos para terminar metido entre los pitones, el de Alcurrucén completamente entregado y bailando alrededor del diestro en una coreografía sangre y oro. Estocada atravesada y un certero descabello sumaron para cortar otra oreja de las que valen de verdad.

(Foto: Mundotoro)


viernes, 24 de agosto de 2012

La verdad de Jiménez Fortes

Ya avisó en Pamplona. Allí terminamos de descubrir a un torero con un valor fuera de lo común y dejó la mejor de las sensaciones posibles: las ganas de volverle a ver. Ha llegado a Bilbao, donde tomó la alternativa hace un año y ha dicho aquí estoy yo. En la plaza probablemente no han sido conscientes del tabacazo que le arreó el primer Juan Pedro de su lote, pero los que seguimos la retransmisión de Canal Plus sabíamos de sobra que ese pitón había calado ingle.

Los que nos hemos puesto delante de una vaca y nos hemos llevado algún que otro meneo sabemos calibrar perfectamente la fuerza con la que embiste un toro de 500 kilos. A mí, la última erala me tuvo una semana cojo y viendo las estrellas por un simple golpe en la rodilla con la testuz. Así que me imagino lo que tiene que ser un pitón entrando en tu cuerpo. A Saúl Jiménez Fortes le dio igual. Se levantó, cogió la muleta y siguió toreando como si nada. Pero la llevaba y allí siguió, impertérrito, hasta el final. En la enfermería, después de operarle, tuvo que hacer otra faena, la de torear a doctores y apoderados para que le dejaran salir a matar el sexto. Y naturalmente, se salió con la suya.

Me sigo acordando de mi erala y me lo veo lanceando a la verónica con el drenaje a cuestas, más quieto que un poste. ¿Dónde tiene este tío el umbral de dolor? Y hace un quite por gaoneras como si tal cosa. Y coge la muleta ¡y se dobla por bajo al inicio de faena! Y cuando todo el tuit-tendido empezábamos a sacarnos la pastilla de debajo de la lengua...

De nuevo la colada, por el mismo pitón y apuntando al mismo sitio. La caída, feísima, y la tremenda paliza en el suelo, ora derrote en la cara, ora golpe en la nuca con la pezuña. ¡Ay, aquella eralita de Rodasviejas, qué maja me empieza a parecer! Para cuando se levanta Saúl del suelo ya tengo lágrimas en los ojos. Ni el toro valía el esfuerzo ni el torero merecía esa suerte. Ponce le dice que lo mate, la gente le grita que se meta y él a lo suyo, muleta en mano y todavía le da una serie. Hacía mucho que no pasaba un rato tan malo pero tan bueno a la vez. Malo por la sensación de peligro pero aliviado por la verdad sin trampas de un tío que, después de todo lo narrado, le dice al micrófono de David Casas que ha sido una tarde bonita. Jiménez Fortes quiere ser alguien en esto. 

Y lo va a ser.

(Foto: Burladero.com)

sábado, 26 de mayo de 2012

El Príncipe confirma en Madrid


(Como mis obligaciones con mi prole no dejan tiempo para escribir, le cedo gustoso el espacio del blog a mi hermana Irene para que nos cuente historias de San Isidro. Aquí van sus impresiones de la corrida del pasado jueves)

(Texto: Irene Alférez; Foto: Emilio Méndez

El pasado 24 de mayo confirmó su alternativa Diego Silveti en Madrid, justo el día en que se cumplían veinticinco años de la confirmación de su añorado padre, el Rey David. Su padrino fue Sebastián Castella, que forzó su reaparición tras la cornada de su anterior y épica tarde en San Isidro, y como testigo actuó el sevillano Daniel Luque.

Se lidiaron cuatro toros de Núñez del Cuvillo, un sobrero de Carmen Segovia y otro de Salvador Domecq. Lástima que dieron poco juego y la tarde solo dejo pinceladas en nuestras retinas.

Con la plaza llena, la confirmación en Madrid había despertado gran interés, tanto en España como en México y fueron muchos los aficionados mexicanos que quisieron arropar a su Príncipe en este día tan señalado. Tuve la suerte de vivir esta tarde de una forma especial, pues gracias a mis maestros, Javier Arroyo y Emilio Méndez, estuve presente en el patio de cuadrillas fotografiando a la terna antes de realizar el paseíllo. Una alternativa de lujo en San Isidro.

Yo había estado en algún patio de cuadrillas antes pero nunca en Las Ventas y en San Isidro, hasta para eso Madrid es diferente y se nota. El primero en aparecer fue Silveti, con el vestido blanco y oro de su alternativa en Gijón el pasado 12 de agosto de 2011. Un vestido ya usado pero precioso, con un sabor especial. Con esa elegancia natural de los príncipes y ese saber estar. Su rostro reflejaba tranquilidad, reposo y alegría, disfrutando su momento. Aunque seguro que la procesión iría por dentro, él lo disimuló muy bien. En ese patio de cuadrillas comprobé como la cara es el espejo del alma, se palpan muchas emociones en esos momentos previos. No solo de las cuadrillas, también de los apoderados, acompañantes e incluso los propios compañeros de prensa.

El segundo en llegar fue Castella. Me di cuenta cuando cruzó por delante de mi objetivo y se colocó justo delante de mí. Clavándome esa mirada suya tan significativa, entre enfadadísimo por estar ocupando “su sitio” y sorpresa por verme allí. De repente me vi como parte de su cuadrilla, colocada entre él y su primer banderillero. Todos allí geométricamente situados frente a la cuadrilla de Silveti. Mientras todos los compañeros de la prensa a excepción de mí, disparaban sin parar sus cámaras desde el portón de salida hacia la plaza. Pedí perdón y salí de la manera mas digna que pude de aquella encerrona, eso si, fueron los cinco segundos más largos de mi vida.

Y por último llegó el sevillano Daniel Luque, discreto ocupo un lugar cerca de la puerta con los suyos. Muy solemne por la responsabilidad que significaba estar allí aquella tarde de San Isidro. Una experiencia inolvidable en una tarde para el recuerdo, lamentablemente no por el resultado de la corrida mas tarde.

Me gustó el quite por gaoneras de Silveti a Tarifeño, el toro de su confirmación. Después ya con la muleta realizó una faena muy templada e inteligente. Dando sitio al toro y dejándole reposar, pues estaba muy justito de raza. Lo cuidó mucho y pudo demostrar al menos una pincelada de su toreo. Lástima que lo pinchara dos veces antes de la estocada definitiva, aun así recibió sentidas palmas que agradeció al publico con sentimiento recíproco.

A Silveti le vi torear en la México la tarde de la pasada corrida guadalupana el 11 de diciembre de 2011. Esa tarde cortó un rabo a su sexto toro Charro Cantor de Los Encinos, faena que yo no vi…aunque esto daría para escribir otra crónica y no es el momento. Veo en el una positiva proyección, lenta pero segura,como debe ser. El toreo necesita su tiempo de asimilación y es importante avanzar cada día pero a la velocidad adecuada. Como dijo el rey Fernando VII de España “vísteme despacio que tengo prisa”. Su sexto toro fue devuelto a los corrales por falta de fuerza y en su lugar lidió un sobrero de Salvador Domecq, la ganadería de su alternativa. No dio buen juego pero a este si lo mató de una estocada…

Castella continuó en su ascensión hacia el templo de los dioses en San Isidro y de no ser por la espada, hubiera cortado una oreja o incluso abrir la Puerta Grande. Ni siquiera quiso dar la vuelta al ruedo a pesar de que recibió una fuerte ovación e incluso hubo petición de oreja en los tendidos. Su casta y orgullo no se lo permitieron. Bien por él.

Por último, Daniel Luque dejo pinceladas con el capote y la muleta pero su lote no le permitió redondear ninguna actuación.

Después de ver esta corrida de Núñez del Cuvillo, muchos nos planteamos otra vez la reflexión sobre la situación actual de la ganadería brava. Viendo la evolución ganadera de San Isidro, parece que tenemos un problema importante y con difícil solución, al menos a corto plazo.

Nos quedaremos con las sensaciones positivas del patio de cuadrillas en una tarde de sentida confirmación en Madrid de un torero mexicano, apadrinado por un francés y siendo testigo un sevillano. Un cartel internacional para el Príncipe, como fue el de la confirmación de alternativa del Rey. 

La historia se repite y Silveti abandona el coso venteño con el capote de paseo de su padre sobre los hombros.  


Irene Alférez

viernes, 20 de abril de 2012

El toreo en 140 caracteres

Si repaso todas las crónicas que le he escrito a José María Manzanares hay algo que se repite invariablemente: habrá estado mejor o peor pero siempre, siempre, le he señalado el defecto de torear despegado, de rematar los muletazos hacia fuera. Lo tapa con sus virtudes, también omnipresentes en esas crónicas, fundamentalmente la del temple. Con esos mimbres, Manzanares pareció alcanzar su techo el año pasado con el indulto a Arrojado. Pues bien, con toda la parafernalia mediática que trajo la faena al de Núnez del Cuvillo, cuando de verdad me ha gustado el alicantino, cuando por fin ha toreado como nunca antes lo había hecho ha sido en la tarde de hoy.

Ahora que andamos todos enredando con Twitter nos estamos acostumbrando a buscar la palabra exacta para amortizar los 140 caracteres. Ese ejercicio de contención lingüística pareció aplicarlo Manzanares a su faena al quinto de la tarde: series cortas, exactas, precisas para mantener las fuerzas y la bravura del toro siempre en el límite entre la entrega y el rajarse. Claro que no fue sólo suyo el mérito. La cuadrilla merece un capítulo aparte, especialmente la brega de capote de Curro Javier. Y Trujillo y Blázquez se sumaron a la fiesta con un tercio de banderillas para recordar. Volviendo a la faena de muleta, decir que los toques fueron suaves es injusto. Apenas leves movimientos de muñeca que hacían bambolearse la muleta como las alas de una mariposa, ni un atisbo de brusquedad y así un muletazo y otro, y otro, como construyendo un castillo de naipes que pareciese caer en cualquier momento. Y esos cambios de mano cadenciosos, perfecta coreografía entre toro y torero, qué monumento al arte, qué suerte tienes, Sevilla. 

Ya había rematado la faena al primero de su lote con un estoconazo recibiendo y quiso repetir suerte. Un cite y el toro duda. Manzanares ni por asomo, quieto como un poste, sin rectificar un milímetro. Nuevo toque con la muleta al hocico y esta vez sí, entierra la espada y sale de la suerte como si tal cosa. Dos orejas y cerrojazo a la Puerta del Príncipe, que ya había entreabierto con otras dos que le cortó al segundo de la tarde. El detalle de sacar a saludar sus tres hombres de confianza fue el broche perfecto. Son los galácticos de plata, el dream team de las cuadrillas.

Fue esa, la del segundo, una faena distinta, con un toro que repetía pero que al tercer muletazo soltaba una miradita al muslo. Igual la gente no lo vio y pareció mejor de lo que fue, porque Manzanares le hizo las cosas muy bien. Tengo grabado en la retina un pase de pecho eterno, quizás el más largo y perfecto que uno haya visto nunca. Y una revolera de remate al saludo de capote y cómo no, la ya mencionada estocada. Sin embargo, me quedo con la faena al quinto.


Juan José Padilla se llevó la primera ovación al terminar el paseíllo. No tuvo suerte con su lote, ni el primero de Victoriano del Río, ni el cuarto, con el hierro de Toros de Cortés, tuvieron fuelle. Aún así veo al jerezano más asentado, con un punto de madurez del que carecía en temporadas anteriores. Ya no es sólo el ciclón que arrasa en banderillas, con la muleta se le ven detalles muy estimables.

Alejandro Talavante supo aguantar el tirón de actuar justo detrás del primer puñetazo en la mesa de Manzanares. Aprovechó el buen pitón derecho del tercero de la tarde y lo intentó por el izquierdo. Los remates finales por bernardinas y una estocada perdiendo la muleta pero entrando muy derecho dieron paso a una oreja. Con el deslucido sexto, lo intentó todo pero el toro no daba más de sí. 

 

(Fotos: Mundotoro-Maurice Berho y EFE)

viernes, 13 de abril de 2012

Hay orejas y orejas

Decepcionante encierro de Fuente Ymbro para abrir el ciclo sevillano, excepción hecha del quinto. Rompió la tarde Javier Jiménez, voluntarioso pero sin material. Si acaso por el pitón izquierdo tenía algo el novillo porque por el derecho ya había cantado sus intenciones desde la apertura de capote del diestro de Espartinas. Las ganas de agradar le pudieron y terminó pasándose de faena. El cuarto, quizás el peor de los seis, tampoco le dejó estar, siempre con la cara por las nubes hasta que terminó por cogerlo feamente. Lo mejor, la estocada.

Fernando Adrián anduvo muy por encima de las condiciones del segundo. Poderoso con la muleta en la primera fase de la faena, donde domeñó su genio y obtuvo alguna serie estimable. Después el de Fuente Ymbro se vino definitivamente abajo y no hubo de dónde sacar. La espada se le fue muy trasera pero tampoco merecía más el novillo. Otra cosa fue el quinto, que además de ser bueno pareció aún mejor por comparación con sus hermanos. Lo entendió muy bien Adrián, que supo darle distancia para torearlo con gusto pero a mitad de faena se empeñó en acortar terrenos y aquello bajó enteros. Cuando quiso rectificar ya era muy tarde aunque remató con una estocada que le valió una oreja. Un desconocido público sevillano llegó a pedir con fuerza la segunda pero la presidenta supo estar en su sitio y sacar solamente un pañuelo.

Digo lo del público porque ya en el tercero aquello fue mosqueante. Salvo que el AVE fuese cargado de partidarios del debutante con caballos no se comprende la oreja que cortó Gonzalo Caballero. Efectivamente, el chaval de Torrejón de Ardoz se presentó en la Maestranza para hacer su primer paseíllo como novillero con caballos, ahí es nada. Sus credenciales,más bien escasas: valor a raudales, sí, pero ayuno de técnica. Y ya decía el anuncio de neumáticos, que la potencia sin control no sirve de nada.

Con el tercero inició la faena en el mismo centro del ruedo con estatuarios. Luego quiso hacer las cosas bien dándole mucha distancia y trayéndolo toreado pero le pudo la falta de colocación y terminó llevándose un recital de volteretas, afortunadamente sin consecuencias. La estocada entera pero, a mi parecer, muy tendida, le sirvió para cortar una inexplicable oreja. En otra plaza, vale, pero en Sevilla creo que haría falta algo más que ganas.

Con el sexto evidenció de nuevo que su bisoñez es inversamente proporcional a su arrojo. Se fue a recibirlo al mismo centro del ruedo y nada más que asomó el novillo se puso a arrearle chicuelinas. Lógicamente, la partida la ganó el de Fuente Ymbro y le fue comiendo terreno hasta arrebatarle el capote. Ahí se vio obligado a huir, perseguido por el novillo, cometiendo dos errores de novato: primero correr en línea recta y segundo, una vez que perdió pie y cayó al suelo, haciendo ademán de levantarse en lugar de protegerse la cabeza y quedarse quieto y tumbado. El derrote del novillo, milagrosamente, pasó a centímetros de su cara, haciéndonos revivir los recientes percances de Angel Teruel, Padilla o Aparicio. Con la muleta, más de lo mismo, ganas y valor pero sin recursos ni técnica igual a volteretas. Y el tendido en un "ay" continuo.

(Fotos: Maurice Berho, Mundotoro)

lunes, 5 de marzo de 2012

La conquista de la baja


Esto es como un videojuego que podríamos llamar La conquista de la baja y hoy por fin he conseguido llegar a la última pantalla. Aquí va el relato de los hechos, por si a alguno os sirve la experiencia.

Marco el número de Movistar y sale la maquinita.

- Diga claramente el motivo de su llamada

- BAJA

- ¿Desea la baja de la línea con la que está llamando, la de Imagenio o la de otros productos?.

- Otros productos.

- No se retire le pasamos con un asesor personal.

(Bueno, vamos bien, a ver si hay suerte y no me rebotan la llamada al otro lado del charco).

- Buenos días, le atiende Esperanza, ¿en qué puedo ayudarle?

(Uau, hoy es mi día de suerte, no sólo no tiene acento de Guayaquil sino que me ha tocado una operadora con un nombre premonitorio).

- Hola, buenos días, mira, quería dar de baja un modem USB.

- Sí, dígame el número al que corresponde

- Seis ocho nueve (...)

- Bien, dígame el nombre del titular.

(Servidor)

- De acuerdo, señor Alférez, no se retire que voy a hacer unas comprobaciones.

(Sonido de fondo de otras operadoras y me imagino a Esperanza limándose las uñas o terminando de enviar el mensaje que estaba escribiendo con el móvil a su hermana cuando la interrumpí con mi llamada)

- Dígame el DNI del titular de la línea.

- Sí, siete millones (...)

- De acuerdo, termino de comprobar, no se retire, por favor.

(De nuevo, el sonido de fondo anterior y esta vez, por la tardanza, me imagino a Esperanza rematando un sudoku o terminando de leer el 20 minutos que pilló en la parada del autobús esta mañana)

- Bien, ya he terminado y le paso con una compañera del departamento de bajas que le atenderá a partir de este momento. Eso sí, para facilitarle el trabajo a mi compañera, si es tan amable me indica el motivo de la baja.

- Pues mira, porque no lo uso.

- Perfecto, no se retire.

(Música estridente, el que eligió el tema de espera merece ser condenado a leerse las obras completas de Lucía Etxebarría. Llevo más de diez minutos al teléfono y estos detalles ya empiezan a fastidiarme).

- Buenos días, le atiende Alejandra, me dice mi compañera que quiere usted solicitar una baja...

- Buenos días, sí, así es.

- De acuerdo, déjeme que compruebe unos datos, no se retire.

(Esto es de coña. En lugar de teleoperadoras deberían llamarse telecomprobadoras, me dan ganas de soltar un improperio pero me acuerdo de Carl Winslow y recito de memoria su método de control: uno, dos, tres, cuatro cinco y seis, yo me calmaré, todos los veréis)

- Dígame, señor Alférez, ¿por qué quiere dar de baja el servicio?

- Ya se lo he dicho a tu compañera, básicamente porque desde que tengo internet en el móvil no lo uso.

- En ese caso, señor Alférez, le voy a hacer una oferta para que no tenga que darlo de baja, que sería pagar por conexión el día que usted lo use, que abonaría únicamente 1 euro con cincuen...

- Ya, maja, pero es que eso mismo me dijisteis hace unos meses, acepté y me estáis cobrando diez euros más IVA al mes, por tenerlo en el cajón.

- Ya, ya, pero la oferta que yo le hago es muy ventajosa, pagaría sólo por conexión...

(Esta es tonta o me toma a mí por ídem, la interrumpo)

- Que sí, que eso mismo me dijisteis y me habéis cobrado 10 euros al mes, así que hazme el favor de darlo de baja.

(Tono de voz como si se le hubiese muerto el canario)

- No se retire que se lo tramito.

(De nuevo la música estridente. Empiezo a pensar que es una estrategia de marketing vengativa: tú te darás de baja pero nosotros torturamos tus oídos).

- Sí, señor Alférez, ya está en marcha su proceso de baja, ahora unicamente necesitamos que nos envíe por correo una documentación para completarla.

- ¿Cómo dices? Te leo lo que pone en la carta que me acompañáis con la factura: "Puede darse de baja mediante las siguientes vías a) Por teléfono, llamando gratis al 900 10 10 10. Conserve el número de baja que le facilitaremos b) Por correo, enviando su solicitud de baja con sus datos personales (...)" Así que yo elijo la primera.

- Ya, pero es que usted se dio de alta en un distribuidor...

- Te lo vuelvo a leer, que igual no ha quedado claro: Puede darse de baja mediante las siguientes vías a) Por teléfono, llamando gratis al 900 10 10 10. Conserve el número de baja que le facilitaremos. No leo por ninguna parte excepciones en función de donde lo haya contratado, así que POR FAVOR, tramítame la baja de una santa vez, que es la tercera vez que lo intento.

- No se retire, que voy a hacer una consulta.

(Sí, lo habéis adivinado, la puta música)

- De acuerdo, señor Alférez, procedo a dar de baja su número seis ocho nueve (...) Le comunico que la baja se hará efectiva en 48 horas y que recibirá una última factura liquidando los días transcurridos desde la última. ¿Desea alguna cosa más?

(Naturalmente, querida, que ya no fío un pelo de vosotros)

- Pues, sí, si eres tan amable me facilitas el número de baja, por favor.

- Ah, sí, tome nota, es el uno, siete, (....)

- De acuerdo, muchas gracias.

- Buenos días y muchas gracias por usar Movistar.

Game over. Espero.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Te quiero, torera

Esta vez sí, por fin he podido disfrutar de un parto en su totalidad. Ha tenido que ser a la tercera pero precisamente por las ganas acumuladas yo creo que lo he saboreado más. La cara de tonto en las fotos lo dice todo pero no refleja, ni de lejos, lo orgulloso que estoy de lo que, al cabo de los años, he ido creando junto a aquella chica a la que le di mi primer beso. Cómo sabía yo que no me equivocaba, qué pedazo de madre, qué arte trayendo niños al mundo. Podría haber sido torera si se lo hubiera propuesto y es que así ha sido el parto de David, ese niño que ella quería desde el primer día y que ha llegado después de sus dos hermanas, a las que a pesar de la preferencia por el sexo masculino, no cambiaría por nada del mundo. Un faenón de dos orejas.

Tendríais que haberla visto. Se fue a portagayola (¿quieres epidural?, no, toma larga cambiada), luego cogió el capote y en cinco contracciones como cinco verónicas de Morante ya estaba la cabeza del niño casi asomando. Se fue a los medios, y como César Rincón en su mejores tiempos, citó de lejos y en cuatro empujones ya teníamos a David con nosotros. Uno se siente ridículo en su papel de padre, allí como un pasmarote mientras ella hace todo el esfuerzo. Sólo ante el peligro, rodeado de mujeres, la ginecóloga, la matrona y la enfermera, te das cuenta de quién es realmente el sexo débil en esta película.

Cuando he cortado el cordón a mi hijo me han dado ganas de decirle, espabila, machote, que el mundo es de ellas. Y a partir de ahora no dejes de querer nunca a tu madre, que hoy se lo ha ganado.