
El domingo amanecí tranquilo pero a medida que iban pasando las horas el cosquilleo en el estómago se iba haciendo mayor. Una sensación parecida a la que tenía justo antes de entrar a un examen en la Facultad. Y llegaron las ocho y media de la tarde y el tiempo, que hasta ese momento parecía que no corría, se pasó volando. Catarata de sensaciones.
Primero de indignación, con el rival y con el impresentable arbitraje. Luego de confianza en los nuestros porque estaban haciendo lo que mejor saben. Dije en la fase de grupos que teníamos que morir con nuestra idea y así estaba siendo. Y por fin el extasis. Iniestaxis, como tituló un periódico brasileño.
Lo que vino después es imposible describirlo con palabras. Desde la grandeza de Iniesta, acordándose de Dani Jarque, al beso de Casillas y Carbonero, las llamadas de gente querida nada más terminar el partido y rematando con la celebración de ayer en Madrid.
Y por encim

Hay un artículo de Ignacio Camacho hoy en ABC que lo clava. Si Florentino Pérez y Jorge Valdano tuviesen un mínimo de dignidad estarían hoy convocando una rueda de prensa para pedir disculpas por cómo lo echaron del Real Madrid y anunciando su dimisión. El tiempo, qué gran verdad, pone a todos en su sitio.