martes, 31 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 19

El invierno se volvió a presentar anoche en forma de nieve y decidió quedarse esta mañana. Amaneció frío y oscuro, como si de un presagio se tratara. Y cuando eché el primer vistazo del día al teléfono, allí estaba el mensaje.

El miércoles compartí un artículo escrito por una amiga médica. Recordaréis que hablaba de nuestros mayores, de las informaciones alarmistas, de la necesidad de cuidarlos, de devolverles todo lo que ellos nos han dado a lo largo de nuestra vida. Y hablaba de su padre, de lo que sentía en esta situación. Literalmente, él decía que, si notaba síntomas, no iba a llamar al 112 para que le dejaran morir sólo en un hospital. Esa frase me ha martilleado la cabeza cuando he leído el puto mensaje. El padre de Marisa ha muerto. Sólo. En el hospital. Justo como no quería.

Yo no le conocía pero uniendo como piezas de un puzzle lo que han contado otras personas de él, tenía que ser un personaje. Y si la cara es el espejo del alma, viendo la foto que nos ha enviado su hija, una gran persona. Alguien capaz de concitar afectos como los que nos han compartido las amigas que sí lo trataron no se merecía un final así.  Sin poder estrechar las manos de sus hijos, pendientes ahora del frío protocolo de despedida que impone esta situación.

Llevo todo el día dándole vueltas a eso. Como yo pasé por la experiencia, sé bien lo que en esta situación se agradecen los abrazos, las miradas, los besos. Y si malo es perder a tu padre, no poder despedirlo como merece se me antoja un giro muy cabrón del argumento por parte del destino. Entre todos hemos intentado, siquiera de forma virtual, hacerle llegar nuestro calor y nuestro afecto pero nos vamos a quedar muy cortos. Así que os vuelvo a poner deberes, como hice el Día del Padre. Por favor, cuidaos y cuidadlos.

Y cuando todo esto pase, los que podáis, disfrutadlos.

lunes, 30 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 18

Hoy de camino al trabajo sí que noté que algo ha cambiado. Llovía al salir de casa y el camino me lleva por una calle muy empinada que habitualmente a esa hora es un enjambre de personas. Y en días como hoy, un mosaico de colores en forma de paraguas. Así que, cuando enfilé la cuesta, levanté la cabeza y fue una impresión. El único color delante de mis ojos y hasta donde me alcanzaba la vista era el gris de una acera vacía.
 
Al salir de trabajar me pasé por Hipercor a hacer algunas compras. Y aparte del protocolo de los guantes, que ya se ha instalado en todos los supermercados, me sorprendió un cartel a la entrada que llamaba a la compra responsable. Bueno, para ser sincero, no me sorprendió en absoluto, de hecho estaba cantado que iba a pasar. La compra responsable consiste en limitar la cantidad por persona de determinados productos. Así de memoria, pan de molde, legumbres, papel higiénico...
 
Que se veía venir, vaya, viendo los comportamientos de algunos. Y no lo entiendo, la verdad, porque aunque los primeros días podrían existir dudas, a medida que pasaban se ha visto que no había ningún problema de abastecimiento.
 
Por cierto, seguimos sin desvelar el misterio del acopio de papel higiénico. Si alguien tiene la solución, que nos alumbre

domingo, 29 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 17

Tercer domingo castigados sin salir de casa. Ya queda menos. Por la mañana WhatsApp empezó a lanzar buenas noticias en forma de mejoría de los positivos. Incluso alguno ya se ha animado a compartir una cerveza con los demás, de momento fotográficamente, en lo que llega la ocasión de tomarnos una todos juntos. Siguiendo con la costumbre instaurada en esta situación extraordinaria, hoy nos abrimos un vino de Las Arribes que nos trajimos de Vitigudino en Navidad. Maridó perfectamente con unas costillas al horno que se marcó la jefa.

Las noticias siguen diciendo que en Asturias lo estamos haciendo bien y los datos son esperanzadores pero insisto, no hay que bajar la guardia. Como no la bajamos los vecinos en nuestra cita de las 20:00. Hoy Agustín, nuestro DJ comunitario, la volvió a liar y ni la lluvia nos paró. Eso sí, las zapatillas han terminado empapadas y encima del radiador 😜.
Y mañana, vuelta a empezar. En teoría -porque a esta hora no se ha publicado en el BOE el decreto que debe regularlo- va a trabajar aún menos gente. A nosotros no nos afecta porque los dos estamos en sectores estratégicos y ya sabemos que sí o sí hay que estar.
Así que un pis y a la cama 😉

sábado, 28 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 16

No sabéis cómo me alegro del éxito que han tenido los vídeos vecinales. Cuando empecé esta historia hace ya medio mes, el objetivo principal era el que a diario me propongo en mi vida: arrancar una sonrisa a los que me rodean. Si lo hemos conseguido, y más en en estas circunstancias, miel sobre hojuelas 👌🏼.

La actualidad ha decidido sumarse a ese estado de felicidad que nos invade en estos últimos días. Ya sé que las cifras globales siguen helando la sangre pero al menos las que se refieren a nuestro círculo más cercano, invitan al optimismo. Afortunadamente, los positivos van evolucionando hacia la mejoría y aunque aún presentan algún síntoma, la fiebre va desapareciendo. No obstante, por lo cuentan los que están en primera línea, aún no hemos llegado a ese ansiado pico de la curva así que no bajemos ninguno la guardia.

¿Queréis más buenas noticias? Esta noche cambia la hora y tendremos una menos mañana cuando nos levantemos. ¿No es maravilloso? Una hora menos que tendremos que rellenar con sesiones de yoga por Instagram, tablas de cardio por YouTube y demás zarandajas.
Que si alguien nos dice hace un mes que ibamos a estar así... 🙈

viernes, 27 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 15

Ayer os puse un vídeo con la performance que montamos en nuestro bloque a la hora de los aplausos. Los primeros días éramos cuatro gatos pero nuestro vecino de arriba es como el flautista de Hamelin, ha conseguido atraer con la música más y más vecinos a la cita de las 20:00. Y anoche ya se nos fue definitivamente de las manos 😂.

Agustín, que así se llama el flautista, tiene un buen equipo musical porque se dedica en los veranos a amenizar fiestas de los pueblos. Así que empezó tímidamente pero poco a poco, se ha venido arriba. Ha ido añadiendo watios de sonido y claro, ya llega bastante más lejos que a los bloques de enfrente. De modo que anoche, cuando en alguna canción bajaba la música para que cantara la gente, el rugido de voces parecía un concierto de San Mateo. En plena catarsis colectiva, llegó un coche de la Policía Nacional y, después de flipar con la que teníamos montada, se unió a la fiesta en medio de una atronadora ovación. El fin de fiesta fue con toda la gente en las ventanas gritando ¡Otraaaa, otraaa!

Vamos, que lo pasamos pipa, especialmente los niños. Y hoy por la tarde, Aroa y David me han dejado de piedra. Había terminado de recoger la cocina y estaba tomando el café cuando llegan a pedirme permiso para hacer un pastel. Los dos son bastante cocinillas y tienen muy controlada una receta que les enseñó su prima Blanca así que les dije que sí, claro. Y mi sorpresa ha sido que el pastel no era para ellos. Han subido a regalárselo a Agustín, para darle las gracias por lo que anima a todos los vecinos.
Y yo he pensado que este encierro está sacando lo mejor de nosotros. No por lo que han hecho mis hijos, que de ellos no me extraña. Ayer al despedirnos y entrar cada uno a su casa, las ventanas de enfrente estaban llenas de gente. ¿Y sabéis que? Yo nunca había reparado en ellos. Cuando salgo a la terraza y alguna vez miró hacia allí solo veo visillos y persianas. Y ahora sé que detrás de ellos hay personas que ayer nos tiraban besos, nos decían adiós con la mano y pintaban una sonrisa en su cara.
Así que Agustín ha dicho que le ha gustado tanto la sorpresa que mañana repetimos, a ver si se gana otro pastel. Y para que también vosotros os unáis a la sonrisa, os dejo aquí el vídeo de ayer. ¡Sed buenos que ya queda menos! 😘


jueves, 26 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 14

Hoy vamos a cambiar texto por imágenes. El vídeo es de hace dos días pero así las gastamos en mi bloque. Tenemos al barrio revolucionado 😂

(Consejo: hay que verlo hasta el final)

miércoles, 25 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 13

Van pasando los días y el equipaje empieza a pesar. Nada que no nos esperásemos. Esta es una situación que nos desborda a todos y nadie estaba preparado para ello. Pero tampoco vamos a admitir desfallecimientos y menos tan pronto, que aún queda mucho Tour. Aunque sí es verdad que ya tenemos material de sobra para ir haciendo bagaje.
Lo digo porque hoy han coincidido en un diagnostico distintas personas de mi entorno y en diferentes foros, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y la conclusión ha sido muy clara: señores, sobra negatividad. Sobra en las conversaciones de WhatsApp, en las noticias de prensa, en las tertulias de radio y no sobra en las conversaciones de ascensor porque está prohibido subir más de uno a la vez y ya sería la leche que discutieras contigo mismo. Que los hay muy capaces.
En estas consideraciones andaba esta tarde cuando me ha llegado una reflexión maravillosa en forma de artículo. Hace unos días os hablaba de que había caído el primer positivo en mi grupo de amigos médicos. Ya vamos por cuatro y una de ellas es la que lo firma. Y no le pongo ni le quito una coma, así que os dejo el enlace, disfrutad de su lectura y darle una vuelta.
Marisa, ¡gracias por este regalo!

El grito

martes, 24 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 12

Hoy tocó descanso en casa. Aprovechando la mañana soleada, he empezado la operación desbroce en la terraza. Ha cundido pero va a dar más trabajo del previsto. No hay mal que por bien no venga, así ocupo más días, que falta va a hacer. Lo malo es que tendría que cambiar la tierra a todas las macetas y transplantar pero no voy a tener suficientes existencias. Curiosamente, hace tiempo había comprado algunos sacos y no veía el momento de ponerme a ello. Así que ahora me alegro de haberme hecho el remolón. Vamos, que estoy como el del chiste que os habrá llegado hoy por WhatsApp: toda la vida riñéndome por tumbarme a la bartola y ahora aquí me tenéis, salvando al mundo.

Después de comer me he puesto con otra tarea que llevaba mucho tiempo pendiente: actualizar el blog, aprovechando esta vena creativa que me invade. Parecía increíble pero llevaba cinco años sin publicar nada, ¡cinco! Imperdonable, no puede volver a pasar. Tengo que poner en marcha el propósito de enmienda, hacer caso a mi madre y escribir. Porque en estos días que lo llevo haciendo de manera regular he recuperado sensaciones que tenía perdidas.

Y en fin, hemos rematado el día por todo lo alto. Nuestro vecino de arriba, ha montado un show musical a la hora de los aplausos que ha sido mítico. Con altavoces en la ventana, juegos de luces proyectando en la fachada y los bloques de enfrente en las ventanas dándolo todo. Hay vídeo, a ver si mañana lo edito y os lo enseño.

lunes, 23 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 11

Hoy a media mañana uno de mis grupos de WhatsApp empezó a lanzar mensajes. Lo formamos cinco amigos, cuatro de ellos médicos de distintas especialidades y yo. La conversación empezó cuando uno de ellos compartió una foto de hace, qué sé yo, 26 ó 27 años: una cena de nuestra época universitaria, caras de felicidad, de complicidad y en fin, una puesta en escena que no debería salir de nuestro círculo más íntimo, que todos somos respetables padres de familia 😂.
La conversación derivó, lógicamente, hacia el tema de actualidad. ¿Cómo estáis? ¿Qué tal en vuestro hospital? Hasta que en un momento dado alguien dijo que ya estaba harto de escribir, que por qué no montábamos una vídeo llamada a cinco. Y ahí nos tenéis, desempolvando contraseñas de Skype y reinstalando la aplicación pero en tres minutos nos estábamos viendo las caras. Y ha sido balsámico. No sé el tiempo que habremos estado conectados, diría que unos veinte minutos, pero se me ha hecho muy corto. Las carcajadas que hemos echado, el contagiarnos la risa unos a otros, la complicidad de esa foto, que permanece intacta...
Pero también tengo que contaros que he visto en sus caras el cansancio, el sufrimiento y la preocupación. Ellos dirán que va en el sueldo pero yo no puedo dejar de reconocerles el valor que tienen, peleando en primera línea y asumiendo que van a terminar contagiados. Si es que alguno ya no lo está.
Así que hemos quedado en que, cuanto pase esta pesadilla, lo primero que vamos a hacer es repetir esa foto. Y si hay que perder la compostura casi treinta años después, se pierde y punto  😉

domingo, 22 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 10

Si algo tiene de bueno esta situación es que estamos recuperando un montón de horas en familia. Habitualmente andamos cada uno a lo nuestro y apenas tenemos espacios ni tiempo para compartir. Pero si algo sobran estos días son horas que llenar. Ya hemos agotado el comodín de la tele, el de la Wii y el de las tablets. Así que hoy hubo que tirar de los clásicos.
Después de comer decidimos desempolvar juegos de mesa pero antes de ponernos a ello, tuvimos otro episodio que pide relato. Cuando estaba terminando de recoger la mesa, miro por la ventana y observo un coche de policía que ha parado a una pareja de "paseantes". Doy el aviso a la muchachada y todos a la terraza a seguir el espectáculo. Les piden la documentación y comienza el cachondeo. Al sentirnos hablar, varios vecinos se unen a la fiesta. En cinco minutos tenemos montada una tertulia y como siempre, Aroa y sus ocurrencias ponen la guinda: "esto parece Radiopatio". La carcajada comunitaria hizo girarse a los propios policías 😂.
Y bueno, lo dicho. Después hemos echado un buen rato jugando en familia. Primero, al No lo digas, que para los que no lo conozcáis, consiste en sacar una tarjeta con una palabra que tiene que adivinar tu compañero peeeero, a su vez hay una serie de palabras prohibidas que si se te escapan, pierdes. Ahí hemos arrasado Mamá y Papá contra las chicas. Luego hemos cambiado a otro juego, Head Band. Este es todos contra todos, cada uno se pone en la cabeza una especie de cinta en la que se engancha una carta con un dibujo que todos pueden ver menos el portador. Y cada uno va haciendo preguntas del tipo ¿soy un animal?, ¿soy comestible?, etc. hasta que aciertas lo que pone en tu carta. Aquí los mayores hemos tenido menos suerte pero lo más importante es lo que nos hemos reído y sobre todo, la sensación de hacerlo todos juntos.
A ver si cuando las circunstancias cambien somos capaces de conservar esos ratos. Ya habremos sacado algo bueno de todo esto.

sábado, 21 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 9

Corren por las redes muchos vídeos de desaprensivos saltándose a la torera la recomendación de quedarse en casa. Afortunadamente, las fuerzas del orden se están poniendo las pilas y van poniendo coto a tanto dislate. Lo malo es que no parecen casos aislados sino que a la epidemia que sufrimos, se une otra de gilipollismo e insolidaridad. Veréis por qué lo digo.
Hoy tocó visita al súper para reponer la nevera. Estando en la sección de charcutería, mientras la empleada atendía a una chica que iba delante de mí, ésta le preguntó por cómo llevaban la situación. La respuesta nos dejó con los ojos como platos. "En general muy bien pero hay gente que no se toma esto en serio y baja a comprar hasta tres veces en una mañana. Otros entran y se llevan una bolsa de pipas para justificar la salida. Y lo peor es que la mayoría son gente mayor, que se supone que son los más vulnerables. Hoy mismo le hemos echado en cara lo de las visitas repetidas a una señora y su contestación fue que ella tenía 83 años, sí, pero una salud de hierro así que a mí no me afecta". Tócate las narices.
Así que entre estas paisanas y los de los perritos -una cosa es que el animalito salga a mear y otra que aproveches a darte un paseo de dos kilómetros- van a terminar por prohibir toda salida y ya verás tú que risa.

viernes, 20 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 8

Una semana ya desde que empezó esta historia. Y no sé a vosotros pero a mí se me ha hecho eterna. Tampoco quiero darle muchas vueltas porque me temo que la cosa va para largo y más vale que nos vayamos acostumbrando. Pero cuesta. Cuesta subir a la oficina por la mañana y ver toda la calle para ti. Echas en falta los camiones de reparto, la cola de la parada del autobús y el enjambre de piernas que normalmente te acompaña en el camino.
La semana se hace eterna pero la mañana se pasa volando. La situación es nueva, todo son dudas y entre el teléfono y el correo electrónico no das abasto. Pero el regreso a casa te devuelve a la realidad. Se te cae el alma a los pies viendo Gascona (la calle de las sidrerías, para los que no conocéis Oviedo) como un solar. Normalmente a esa hora es un hervidero de gente comiendo en las terrazas, de camareros tirando culines de sidra, vamos, llena de vida. Ya sé que tiene que ser así, pero, narices, cuesta.
En medio de ese desierto comenzamos a encontrar algún oasis. Si recordáis, hace unos días os hablaba de un grupo de voluntarios que estaban trabajando en el diseño de respiradores para los enfermos ingresados. Pues parece que la cosa ya está bastante avanzada.
También sé de primera mano que hay un proyecto en marcha para diseñar un test de pronóstico que ayudaría muchísimo para anticiparse en los diagnósticos. De momento está en fase de estudio, pendiente de aprobación, pero ojalá salga adelante 🙏🏻
Hoy ya se me hace tarde pero otro día os cuento cómo nos hemos organizado el gimnasio en casa. Que como no hagamos algo de ejercicio, el día que nos dejen salir ¡lo vamos a hacer rodando!

jueves, 19 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 7

Hoy era el día en que me hubiera esperado un libro, una camisa, una colonia... Pero el jodío virus se ha propuesto desmontarnos el chiringuito así que el Día del Padre -también- ha sido distinto. Que no peor. Porque lo otro es cuestión de ir a la tienda y aflojar la manteca. Pero este año hubo que tirar de imaginación y devanarse los sesos para dar con el regalo adecuado sin salir de casa.
Así que, cuando he entrado por la puerta al volver de trabajar, me han asaltado por el pasillo dos cohetes a reacción con un regalo en la mano. Aroa ha reciclado una caja de plastilinas y la ha rellenado con detalles que tenía que ir abriendo de uno en uno hasta la traca final, que estaba en el centro. Y David me mandó un mensaje a media mañana preguntando cuál era mi número favorito. Había una explicación, claro. Me ha hecho un dibujo con toda la plantilla del Real Madrid y como le dije el siete, ha quitado a Hazard y me ha puesto a mí con ese dorsal 😍
Leire ya juega en otra liga y me ha hecho una historia en Instagram, muy currada también y que me ha encantado. Luego he visto más historias de amigos con fotos de sus padres y me he puesto a buscar una con el mío para compartirla. Y el caso es que apenas tenemos fotos juntos. Muchas de toda la familia pero de los dos solos, no. Así que me he dado cuenta de que, además de muchas cosas que nos quedaron por hablar, nos faltó tiempo para algo tan tonto como cogernos del hombro y mirar al pajarito.
Así que hacedme un favor vosotros, los que aún podéis disfrutar de vuestros padres. Rebuscad en los álbumes, en las cámaras, en los móviles y si no tenéis con ellos, en cuanto pase esta mierda ya os estáis hinchando a haceros fotos juntos. 
Que ya lo estamos viendo, nunca sabemos cuando va a ser la última oportunidad 😉.



miércoles, 18 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 6

Primer día laborable en casa. Se hace muy raro, la verdad, somos animales de rutinas y cuesta romperlas. Mañana tengo que ir a la oficina sí o sí, así que tampoco ayuda mucho. O sea, que no puedo informar de la situación de la calle, aunque lo que es evidente, observando desde la ventana, es que el tráfico ha disminuido drásticamente.
De momento, por las mañanas le hemos encomendado a Leire el pan y lo que surja, así la pobre sale algo y se airea. Pero hacía falta aprovisionamiento de varias cosas así que por la tarde saqué el coche y me acerqué a Carrefour a hacer compra. Me ha sorprendido lo bien organizado que lo tienen. Un único acceso a la entrada del hipermercado y ahí te reciben tres empleados. Uno te indica que pongas guantes, otro se dedica a desinfectar los carros y un tercero te lo entrega sin necesidad de usar la moneda. De todos los sitios donde he ido estos días, el que más en serio se toma lo de la higiene.
En el camino de vuelta, al parar en un semáforo se me puso al lado un jeep del Ejército. Ya había visto alguno por la mañana desde la terraza y Olga se ha encontrado militares patrullando al bajar a casa pero la sensación de tenerlos al lado ha sido especial. A mí, la verdad, me dan mucha tranquilidad, no entiendo las reticencias de algunos pero oye, tiene que haber de todo. Recuerdo hace cinco veranos en Toulouse ver a los militares vigilando el metro y nadie le extrañaba, antes al contrario. El caso es que ahí me tenéis, en mi coche, con el jeep verde al lado y en lo que se abría el semáforo me he sentido como si fuera Hannibal Smith huyendo del coronel Lynch. Los que crecisteis como yo con el Equipo A sabéis de lo que hablo.
Al final, llegué a casa sin novedad, coloqué la compra y me hice un café. Y es que me encanta que los planes salgan bien... 😂

martes, 17 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 5

Será porque hace un frío que pela, será porque ¡por fin! la gente se lo empieza a tomar en serio, el caso es que hoy sí que había poco personal por la calle. Ya dejé solucionados varios temas pendientes así que mañana seguramente pueda quedarme en casa.
Hoy ha sido un día de sensaciones extrañas. Por un lado muy alegre. Como ya hemos comentado en días previos, estas situaciones sacan lo mejor de nuestra sociedad. Algunos ejemplos de hoy:
- El dueño del local de una peluquería en Marín (Pontevedra) ha comunicado a su arrendataria que no tendrá que pagar el alquiler mientras tenga cerrado el negocio. Obras son amores
- Un restaurante de Buelna (Cantabria) ofrece gratuitamente a todos los transportistas llenarles el termo de café o un plato caliente para llevar. Es su forma de darles las gracias por estar al pie del cañón.
- Un grupo de vecinos del barrio de Lavapiés (Madrid) le ha organizado una sorpresa a una anciana de 80 años por su cumpleaños. Le han regalado una tarta y le han cantado el "Cumpleaños Feliz" por el patio.
Por otro lado, un poco triste porque ha caído el primer positivo en mi grupo de amigos médicos. Nada que no esperásemos por mera estadística pero bueno, ella está bien y se va a recuperar 💪🏼. La buena noticia es que otra compañera ha dado negativo en la prueba y sigue al pie del cañón. Los aplausos de las 20:00, cada día más numerosos, se quedan cortos para lo que merecen, creedme.
Y otro día hablamos del trabajo a distancia que están haciendo los profesores con los niños. Que también merecen una ovación 😉
¡Ánimo a todos, un día menos y lavad bien las manos!

lunes, 16 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 4

Primer día laborable tras el estado de alarma. Como era de esperar, cuando hay cambios tan drásticos al principio cuesta pero todo se va ordenando y el trabajo sale adelante. De camino a la oficina, la sensación ha sido como de estar trabajando un domingo, con todos los locales cerrados. Lo más raro fue romper la rutina de salir a tomar el café y leer la prensa. Hubo que tirar del brebaje de la máquina y claro, sucede con eso lo que dicen los rótulos de las películas: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. A ver mañana cómo lo soluciono pero no puedo someter a mi estomago a semejante tortura.

Al salir de trabajar pasé por Hipercor a comprar. Me esperaba el Apocalipsis de los estantes pero no, la verdad es que había de casi todo y muy poca gente comprando. Supongo que sería por la hora porque por la mañana vi varias colas de gente a la puerta de supermercados esperando a la apertura de puertas. Ansias, que sois unos ansias...

Lo mejor de hoy ha venido después de comer. Hemos organizado una videoconferencia entre toda la familia y ha sido divertidísimo. Había momentos que aquello era una jaula de grillos y no se entendía nada (vamos, como la cena de Nochebuena 😂) pero lo hemos pasado muy bien. Y creo que ha sido balsámico para todos vernos las caras y sobre todo, reírnos a carcajadas. Claro que estando mi sobrino Miguel por medio, no reírse es literalmente imposible. Os recomiendo la terapia. Podéis usar la videollamada de WhatsApp si no sois más de cuatro. En nuestro caso necesitamos algo con más capacidad así que hemos tirado de Hangouts.

La hora de los aplausos hoy ha sido un pelotazo. Mucha más gente y mucho más prolongado. Merecido lo tienen todos los que se están dejando la piel en esto. Por cierto, estoy preocupado por mis amigos médicos. Algunos están empezando a desarrollar síntomas y aunque ellos le quitan importancia y tienen asumido el riesgo que corren no deja ser ser una putada. Porque los necesitamos al cien por cien.

Y recordad, si no es imprescindible, en casita. ¡Y lavad las manos!

domingo, 15 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 3

El domingo es el único día de la semana que pasamos toda la familia juntos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Desayunamos, nos vestimos, vamos a misa, a comprar el pan, al quiosco a por algún capricho y, cuando el clima ayuda, a pasear al Fontán. Hoy nada de eso salvo el desayuno.
Como la mañana acompañaba, Aroa y David se han montado un picnic por todo lo alto en la terraza y yo me he ido solo a por el pan y la lista de la compra del quiosco que me preparó David. En nuestro barrio la gente ha cumplido bastante bien, me crucé con algunos vecinos que venían de la panadería pero nadie haciendo el gamba, como he visto que ha pasado en otros sitios.
A la hora de comer, decidimos abrirnos una botella de tinto de Toro que tenía guardada de Navidad. Las cuarentenas con una copa de Románico se llevan mejor, probadlo 😉
En la sobremesa se han creado dos bandos. Leire y David se han dedicado al Mario Kart en la Wii, mientras que Aroa y yo hemos dado rienda suelta a la vena artista de la familia. Entre que la jodía muchacha me ha ido liando, liando y que yo me apunto a un bombardeo, al final hemos hecho un karaoke disfrazados de Paquita la del Barrio. Antes de que empecéis, que os veo venir, hay fotos, sí, pero tengo una reputación 😂
Siguen saliendo cosas buenas de esta historia. A los vídeos de anoche con gente aplaudiendo, han respondido hoy muchos sanitarios con otras grabaciones agradeciendo el apoyo. Efectivamente, otra llantina que me he pegado.
Ayer descubrí que hay un grupo de voluntarios (ingenieros, informáticos y médicos) fabricando máquinas de ventilación para enfermos. Hoy me metí un rato en el grupo de Telegram que han creado para compartir los avances y he flipado. ¡Que capacidad de trabajo, que talento!
También se ha creado, gracias a otros voluntarios, una app con todas las recomendaciones acerca del coronavirus, tanto para profesionales como para ciudadanos en general. Y los chinos regalando mascarillas 😜
Hoy los aplausos se han adelantado a las 20:00 y ha vuelto a ser un éxito. Algún vecino se ha animado a poner el himno de Asturias y todo. Preveo que en los próximos días las perfomances vayan a más, tendremos que ir pensando algo.
Y ahora ya a pensar en mañana, que aún no sé cómo nos van a organizar el trabajo. Sea lo que sea, mucho ánimo a todos y recordad: ¡somos soldados de la salud!

C

sábado, 14 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 2

Hemos comenzado la jornada con una breve charla sobre el funcionamiento del virus y su propagación y repasando el protocolo de limpieza de manos. Hemos adoptado un lema que repetimos cada vez que vamos a lavarlas: ¡ESTO ES UNA GUERRA Y NOSOTROS SOMOS SOLDADOS DE LA SALUD! 💪🏼
Por otra parte, el Comité de Crisis (o sea, yo 😜) ha decidido que, en una situación extraordinaria hay que tomar medidas extraordinarias, así que hemos levantado el veto a la consola (normalmente solo se permite en vacaciones) y la hemos instalado.
Aparte de servir de entretenimiento, hemos valorado que jugar a los juegos de deporte puede compensar la falta de ejercicio de salir a la calle. Y ojo, que una partida de tenis en la Wii contra mi hija Aroa te convalida una media maratón 😂
Mamá vino de trabajar y nos contó que la gente se ha vuelto loca comprando medicamentos. Como lo del papel higiénico pero con el paracetamol. No han parado en toda la mañana en la farmacia, ni cinco minutos para un café han tenido. Además, el bar de al lado, donde suelen tomarlo, ha cerrado, pero el dueño estaba dentro limpiando y recogiendo y ha tenido el detalle de invitarles a un café, pasándoselo por las ventanas que tienen en la parte de atrás. ¡Ole por él!
Con eso me quedo hoy, con que en estas situaciones sale lo mejor de la gente. Como hace un ratito, muchos aplaudiendo en las ventanas y balcones a nuestro personal sanitario, que están en primera línea de esa guerra que hablábamos al principio. Como soy un llorón, se me ha escapado alguna lagrimilla pensando en mis muchos amigos médicos. Y en Mamá, que el lunes va a tener otro día agotador.
¡Ánimo a todos y recordad el lema! 😉

viernes, 13 de marzo de 2020

Diario de una familia enclaustrada

Día 1 sin cole: hemos sobrevivido bastante bien. Clases virtuales y chats con compañeros. El lunes empieza el reto de verdad: organizarse un horario y ¡cumplirlo! 😂


(A raiz de esta escueta publicación en mi perfil de Facebook, una amiga me ha sugerido hacer una especie de diario de los días que se avecinan. Así que recojo el guante y a ver qué sale.)