
Tendríais que haberla visto. Se fue a portagayola (¿quieres epidural?, no, toma larga cambiada), luego cogió el capote y en cinco contracciones como cinco verónicas de Morante ya estaba la cabeza del niño casi asomando. Se fue a los medios, y como César Rincón en su mejores tiempos, citó de lejos y en cuatro empujones ya teníamos a David con nosotros. Uno se siente ridículo en su papel de padre, allí como un pasmarote mientras ella hace todo el esfuerzo. Sólo ante el peligro, rodeado de mujeres, la ginecóloga, la matrona y la enfermera, te das cuenta de quién es realmente el sexo débil en esta película.
Cuando he cortado el cordón a mi hijo me han dado ganas de decirle, espabila, machote, que el mundo es de ellas. Y a partir de ahora no dejes de querer nunca a tu madre, que hoy se lo ha ganado.