Ya sé que hay gente a la que le parecen unos premios sobrevalorados, superfluos y prescindibles. Yo opino justamente lo contrario y cada año disfruto con la ceremonia y con los discursos. Por razones obvias, suelo prestar más atención al premiado en la categoría de letras y debo decir que he descubierto autores que hasta entonces no me habían llamado la atención, cuando no directame

En la edición de este año, ha habido momentos muy emotivos. Rafa Nadal, merecidísmo premio, ha estado ha punto de soltar la


Pero el momentazo de la tarde ha sido el discurso de Ingrid Betancourt. Empezó poniéndome los pelos de punta y terminó haciéndome llorar, lo que tampoco tiene mucho mérito, porque los que me conocéis bien sabéis que soy de lágrima fácil. Faena de dos orejas de la doña colombiana, que bajó la mano al final y de qué forma.
Luego el Príncipe ha tenido el detallazo de acordarse en su dircurso de Severiano Ballesteros, que anda el hombre pasándolas canutas. Me han encantado las semblanzas que ha hecho de Rafa Nadal y sobre todo, de Ingrid Betancourt. Tan bonita como cierta la cita de Salvador Espriu: los hombres no pueden ser si no son libres.
Por lo demás, Oviedo luciendo precioso, como siempre (encima ha hecho un día de sol perfecto), la Reina impecable, como siempre (soy fan declarado de doña Sofía desde que la conocí en persona) y los gaiteros sonando a gloria...
Como siempre.
2 comentarios:
Me alegro que te decidas a escribir de más temas, ya que sé que lo puedes hacer bien y disfrutaremos leyéndolos.¡Animo y adelante!, que tú puedes
¡De puta madre que escribas de más cosas, mamonazo! Eso sí, pásame tu talla para cuando escribas del Atleti, mandarte tu correspondiente camisa de fuerza. ¡No puede ser de otra forma!
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