domingo, 18 de abril de 2010

Salamanca toma Sevilla

Las comparaciones son odiosas pero con la moruchada de Gavira en la retina, ver a los toros de Moisés Fraile repartir bravura nos reconcilia con el toro. Es curioso. Victorino, dos petardos seguidos y El Pilar dos años consecutivos de candidata a corrida de la Feria. Y bien que me alegro por el ganadero de Tamames.

Tuvo dos partes el festejo. Por delante, dos toros con sus cositas y luego otros cuatro buenos de verdad, pero todos con una impecable presentación. Y uno, que se ha tragado ferias y ferias de Salamanca soportando corriditas de Despeñaperros pa abajo -algo así como ir a la vendimia y llevar uvas de postre- rumiaba su venganza delante del televisor con una sonrisa de oreja a oreja. Salamanca triunfó en Sevilla., ¡ole!

La pena fue que la terna no estuvo a la altura. Se le perdona a El Cid en el que abrió plaza, un mansito encastado al que, en otro tiempo, le hubiera hecho faena. Pero no con el cuarto, con el que estuvo inexplicablemente perdido y sin saber por dónde meterle mano. Y mira que el toro se lo cantaba pero anda el diestro sevillano en un bache muy preocupante. La parte positiva del asunto es que sabemos de lo que es capaz, así que en cualquier momento cambia la moneda y vuelve por sus fueros. Pero da mucha pena verle así, la verdad.

También se lo pasamos por alto a Sebastián Castella con el segundo, pero es para correrlo a gorrazos con el quinto. ¡Ay que toro! Lo mejor de la labor del francés vino al principio, con el saludo de capote y un quite por chicuelinas. Empujó el toro en el caballo como ninguno en esta Feria, derribando dos veces y metiendo los riñones. Una embestida alegre del de Fraile le permitió a Curro Molina cuajar dos sensacionales pares de banderillas que hicieron sonar la música. Por cierto, buena racha llevamos con los hombres de plata, no ha habido tarde que alguno no se haya desmonterado. Y llegamos al último tercio. Castella, tan previsible como de costumbre, planteó la faena con dos pases cambiados por la espalda en los medios. A mí, sinceramente, ya me aburre, parece que traiga la faena pensada del hotel. Cuando se puso a torear en redondo el toro cantó su clase y el torero también, pero al revés. Pedía mucho sitio la alegre embestida de Guajiro y Castella, otra vez previsible, le acortó las distancias hasta aburrirlo. Aún le regalaron una oreja cuando lo justo hubiera sido darle las suyas al toro.

El menos perjudicado en el festival de bravura charra fue Manzanares. Con el noble tercero abusó del pico de la muleta para construir una faena de detalles pero sin hondura. Y al sexto debió sacarle mucho más que unos preciosos remates y excelentes pases de pecho. Lo dije y lo mantengo, Manzanares se pone muy bonito, torea con todo el cuerpo pero no me emociona por esa falta de profundidad. Y eso, con un toro como ese sexto, es pecado mortal. Cortó una oreja a un toro de dos.

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