Corrida de Fuente Ymbro, bien presentada, con kilos, pero sosa hasta decir basta a excepción del sexto. El Fandi anduvo en tono menor, que ya es decir. Ni siquiera en banderillas, su único punto fuerte por ser generosos, tuvo su tarde. Con el material que le correspondió era como pedirle peras al olmo que diera un pase.
A Miguel Angel Perera lo encontré apagadillo, como si se hubiese contagiado del color del ruedo bilbaino. Firmó dos faenas tan largas como planas, muy en las cercanías pero sin transmitir nada por la sosería de sus oponentes. Todo lo contrario que su banderillero, Joselito Gutiérrez. Sucedió en el segundo de la tarde, cuando al tratar de cuadrar el primer par el toro lo prendió de manera trágica por el pecho levantándolo un trecho del suelo. Ya cayendo, un segundo derrote seco fue a parar al muslo y dio con los huesos del torero de plata bruscamente en el suelo. Allí dio el Fandi su mejor pase de la tarde, tras quitarle el toro a punta de capote. Conmocionado Joselito, se lo querían llevar para adentro pensando que llevaba tabaco pero, pasado el mareo del golpe, se empeñó en poner su segundo par. Desmonterado, con la cara aún demacrada por el trastazo, se fue a por el toro, que le esperó y le apretó una barbaridad. Aguantó el trago y dejó el par con torería. De esa que algunos reivindicamos aunque no vista de oro y su nombre no aparezca en los carteles. Por cierto, que Luis Mariscal, otro miembro de esa cofradía se recupera del gravísimo percance de la semana pasada.
Lo mejor de la tarde lo puso Daniel Luque. En el primero de su lote estuvo tan ventajista como acostumbra -maldita tauromaquia moderna, que ha consagrado el uso del pico de la muleta- si exceptuamos un quite por chicuelinas. Pero en el sexto, el único toro potable de la tarde, hay que reconocer que estuvo bien. Empezó también perfilero pero en cuanto descubrió el pitón izquierdo del toro la cosa tomó otros vuelos. Hubo naturales muy limpios y hondos, incluso recuperó por dos veces el cartucho de pescao de su paisano Pepe Luis Vázquez. Con la espada no anduvo fino y el premio se quedó en una vuelta al ruedo.
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