jueves, 10 de abril de 2008

De locos


El comienzo de la corrida se aplaza 30 minutos. Eran las 18:30 cuando asomaba un cartel con ese texto, por orden de don Antonio Pulido Plaza, presidente. Llovía en ese momento y el ruedo no estaba para muchos ruidos. A los diez minutos, lío. Por su cuenta y riesgo, el señor Antonio decide que hasta aquí. Le debió salir otro plan y le entró la prisa porque si no, no se explica. Y la de San Quintín. Los toreros flipando y el sol saliendo, cuando por orden presidencial asoma un propio con otro cartel anunciando la suspensión. Matadores y cuadrillas se plantan delante e impiden que salga. Piden hablar con el presidente, que se ha encerrado en un despacho. Intercede el delegado gubernativo y los toreros suben a negociar con la promesa de que no sale el cartel.

El señor Antonio, que ya ha perdido el rumbo y/o la vergüenza, no sólo no los recibe sino que da orden de que salga el cartelito de marras. Para completar el cuadro, lo hace escoltado por la Policía Nacional. Ni que esto fuera el Nou Camp y fueran a caer cochinillos. A estas alturas, los toreros, Salvador Vega, Salvador Cortés y Daniel Luque están que trinan y el sol se empeña en tocar las narices brillando cada vez más. Los tres espadas se plantan en el centro del ruedo, vuelven a salir varios policías, el público no se mueve de su asiento y esto es kafkiano. Finalmente entran en razón y abandonan la plaza para acabar dando una rueda de prensa en la Capilla. De locos.

Esa es la secuencia de los hechos. Mi opinión, que se empieza teniendo la razón y se acaba perdiendo por las formas. Si se suspende de mano, aquí paz y después gloria. Si se espera media hora, se espera, se sale al ruedo y se valora nuevamente torear o no. A las siete de la tarde lucía el sol y el ruedo estaba bastante mejor. Eso por no hablar de que los toreros, que son los principales perjudicados en cualquier caso (se toree o no) estaban por la labor de salir y se les tomó por el pito del sereno.

Resultado final, el presidente destituido y los toreros pidiendo responsabilidades.

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