domingo, 6 de abril de 2008

Sólo Morante


Vaya tardecita. La Feria ha entrado en una montaña rusa que alterna el coñazo más absoluto con el triunfo. Y hoy tocaba coñazo. Los responsables, en primer lugar, los toros de Parladé, que amén de regularmente presentados, el día que se repartió la bravura estaban de vacaciones.

Claro que hubo alguna excepción, Verbigracia el primero bis, al que Juan Montiel -que ya había destacado con el devuelto a los corrales- lidió muy bien en banderillas. Toro manejable, sin romper en bueno, que le tocó en suerte a Finito de Córdoba. De Finito podemos decir que tiene una mujer muy guapa que está embarazada de su segundo hijo. Y usted dirá que qué tiene que ver eso con la corrida de esta tarde. Efectivamente, nada, lo mismo que Finito tiene que ver con ser matador de toros. Años llevo aguantándole y años dándole vueltas a lo mismo. Con un toro que no se comía a nadie empezó desconfiado y siguió directamente despegado para terminar despegadísimo. Siempre sin cruzarse -como le recordó una voz en el tendido- toreando con el pico de la muleta y rematando el muletazo hacia fuera. Esa es la tauromaquia de Finito y con esa lleva tomando el pelo desde que le conozco a quien paga por verle. Al remate, como no podía ser de otra forma, pegó un sainete con la espada. Fueron cinco pinchazos pero podrían haber sido cincuenta con esa forma de entrar a matar, echándose fuera descaradamente. Con el cuarto, otra malva que no se comía a nadie, pareció empezar bien con el capote pero volvió al destoreo aún más despegado que en el primero y otro mítin con la espada.

La otra excepción fue Morante de la Puebla. El saludo de capote al segundo de la tarde tuvo sabor, sobre todo la media de remate. El toro no parecía gran cosa pero en esta ocasión Morante traía disposición. Tras un titubeante comienzo de faena lo sacó al centro del ruedo y nos dejó lo mejor, por no decir lo único, de la tarde. Tres derechazos templados y un trincherazo arrancaron los olés de la Maestranza. La segunda serie subió aún más la nota. Morante acertó con la colocación para el segundo muletazo y firmó lances bellísimos. Sonaba para entonces la música y el de la Puebla probó con la izquierda. Al toro le costaba más embestir por ahí y recupero la mano derecha, remontando de nuevo el trasteo. Hubo un momento en que la faena estaba hecha pero Morante se empeñó en seguir. Para entonces el toro estaba muy apagado y a base de zapatillazos le arrancó otra serie y una más de manoletinas. Y como la cosa iba definitivamente cuesta abajo, le costó un triunfo enterrar la espada. Habían sonado dos avisos y al sexto intento dejó una estocada trasera que le valió para descabellar. Aún así, recibió una sonora ovación. Con el quinto,de nuevo sacó las ganas de agradar pero el toro era un mármol con el que no se podía estar.

De Salvador Cortés no sabría decir si estuvo bien o mal, simplemente no estuvo con ninguno de sus dos toros.

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