La faena tuvo muchas virtudes, pero por encima de todas hay que destacar la lentitud con la que meció la muleta Morante. Hubo pases en los que parecía que se paraba el tiempo, de lo despacio que lo toreó. Y todo eso pasándolo cerca -nada que ver con la exageradamente valorada faena de Manzanares el sábado- y aguantando alguna que otra miradita del toro, al que ya digo, lo hizo bueno Morante. Si además le añades las verónicas de saludo y los adornos con la muleta, se te olvida que, con buen criterio, abrevió con el primero de la tarde.
Alejandro Talavante tuvo el lote para pegar un aldabonazo serio y se quedó en el intento. No sé quién le ha explicado que para torear bien hay que doblar el espinazo de semejante guisa pero yo que el extremeño me iría buscando un buen fisioterapeuta si pretende seguir así el resto de la temporada, porque en una de estas se rompe dos vértebras por menos de un pito. A mí es que no me gusta este tío y mira que lo intento. Para colmo pegó un sainete con la espada en sus dos toros.
De Cayetano Rivera debo decir que me sorprendió gratamente. Vaya por delante que fue el más perjudicado en el sorteo pero tampoco supo solventar la papeleta. Dije que me sorprendió y en efecto así fue: me esperaba su falta de recursos pero no contaba con su disposición. Aunque eso no le va a bastar, más bien las va a pasar putas y más si sigue acartelándose con Morante. Las comparaciones van a ser como para salir corriendo a quitarle la medallita a su hermano.
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