Existen
dos tipos de familia: la biológica y la otra. La primera te viene impuesta y la
segunda la escoge cada uno. En mi caso tengo la suerte de que ambas son
estupendas. De mis hermanos y mis padres qué voy a deciros. Y de la otra,
también, cada día estoy más orgulloso. Los primos nos juntamos varias veces
al año y a la menor excusa. Al principio eran cenas de parejas. Luego fueron
llegando los niños y ahora alternamos la fórmula original con reuniones que
parecemos una manifestación. Y siempre que miro las fotos y veo lo que hemos
ido construyendo me siento muy feliz: hijos que se parecen a sus padres y que,
seguro, mejorarán la especie.
La
mayor de todos ellos cumple hoy años. Una edad de esas que, por alguna razón,
molan. Y me he puesto a pensar y me ha entrado el vértigo recordando lo que
hacía yo con quince años y lo deprisa que pasó el tiempo después. Madre mía,
quince añazos. Desde que nació, su madre tomó la costumbre de felicitarnos la
Navidad con una tarjeta con su foto, a la que después se incorporó su hermano.
Y ahora lo voy a confesar, las tengo casi todas guardadas así que las he sacado, las he puesto
una al lado de otra y me ha salido una especie de radiografía del tiempo. Y la
miro y lo vuelvo a pensar. Madre mía, quince añazos.
Que iba
a salir artista –canta en un grupo, toca el bajo y dibuja que te mueres- ya lo
sabía yo. Alguien a quien, recién nacida, le regalas una bolsa de agua caliente en forma de
vaca y la adopta como su peluche favorito tiene arte para dar y tomar. También
nos ha salido rojeras, para disgusto mío y alegría de su padre, pero era
demasiado bonito que a Vivi le infiltrásemos una liberal en casa. Aunque por
encima de todo, y de eso sí que no tenía ninguna duda viendo la reata que trae -hola, Maruchi-, es buena gente. Que es lo que hay que ser. Lo demás, del
Madrid, del Barça, de izquierdas, de derechas, albañil, astronauta o rockero es secundario.
Así que, como no la tengo a mano para regalarle una púa nueva, ni para tirarle de las orejas, se tendrá que conformar con estas cuatro letras como regalo de cumpleaños. ¡Madre
mía, quince añazos, felicidades, Carmen!
No hay comentarios:
Publicar un comentario