O sea, que sí. Que lo que algunos sospechamos y nos atrevimos a sugerir, recibiendo la consabida catarata de descalificaciones, se ha revelado cierto. ¿Dónde se meterán ahora los Cintoras y compañía que líderaron la campaña de linchamiento?
Un somero repaso a lo dicho y escrito aquellos días debería sonrojar a más de uno. Claro que el requisito para pasar vergüenza es haberla conocido antes.
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