miércoles, 4 de mayo de 2011

Una fuente seca

Auténtico pestiño de tarde por obra y gracia de los toros de Fuente Ymbro, a los que les faltó lo fundamental: casta y fuerza. Así que la corrida se convirtió en un inmenso bostezo sólo sacudido en algunos momentos de peligro. Por ejemplo cuando Miguel Angel Perera se fue a recibir a la puerta de chiqueros al segundo de la tarde. Salió el toro como cegado por el sol y se frenó justo delante del capote que le mostraba el extremeño. Fue un instante pero el suficiente para que el diestro echara cuerpo a tierra y esquivara al burel que lo arrollaba sin remedio. Lo arregó después con un espectacular quite por tafalleras. Luego con la muleta, principio de faena típico de este torero, con el pase cambiado por la espalda, pero pronto se acabó el toro. Así que Perera se pegó el arrimón sin venir a cuento y pasó un mal rato con la espada. El quinto bis, siempre con la cabeza por las nubes, tampoco permitió el lucimiento.

Fue aquella la única ovación de la tarde junto con la que recogió Matías Tejela en el que abrió el festejo. Que precisamente fue el único toro que se medio dejó. Sobre todo por el pitón izquierdo, donde el madrileño alguna vez supo correr la mano y sacar naturales de mérito. Las menos de las veces porque lo cierto es que le costó acoplarse a la embestida del toro, aunque este sí, lo mató de una estocada. El cuarto venía ya justo de todo y terminó de estropearse con una fea voltereta.

A Alejandro Talavante le duró el tercero un suspiro, lo justo para comprobar que sigue practicando un toreo de lejanías, esto es, cabe la Giralda entre él y el toro. Y si encima se encorva para dar el muletazo la distancia se convierte ya en sideral. El sexto, en la línea de sus hermanos.

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