Habrá quien discuta la oreja que cortó Curro Díaz al cuarto. Hay argumentos a favor, como la gran estocada con el que lo despachó, y en contra, como que no lo quiso ver por el pitón izquierdo. Pero lo cierto es que el de Linares estuvo por encima del toro y aunque pecando de torear despegado, hubo muletazos muy bonitos, sobre todo los de pecho. Primó la estética sobre el mando y yo no le hubiera dado la oreja pero lo cierto es que fue un alivio en medio del tostón de la tarde.Y el tostón vino funda
mentalmente por la descastada corrida de Salvador Domecq. Flojos, sin clase ninguna, salvo el segundo y el cuarto, con desigual resultado. De uno ya hemos hablado y el otro, posiblemente el más potable de la tarde, le fue a tocar al francés Juan Bautista. Un torero previsible, de los que siempre hace la misma faena y que ha derivado peligrosamente en pegapases. No se enteró de que el toro pedía distancia y claro, lo aburrió, se aburrió él y nos aburrió a los demás. Con el quinto, ni supo ni pudo resolver las dificultades del animal.Eduardo Gallo tiene la excusa del lote pero solo a medias. Poco se podía hacer con el horroroso tercero pero el sobrero de Navalrosal tenía su faena. Y no está Gallo para dudas y menos en Madrid. Requería un esfuerzo ese toro pero al principio de la faena, no en el innecesario arrimón final.
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