Claro que para matar bien, Uceda Leal. Qué estocada le arreó al segundo, madre mía. Casi que fue lo único de mérito que hizo en toda la tarde. Claro que al quinto, un auténtico mármol, era imposible darle un pase. Que por cierto, vaya tela de corrida la de Antonio Bañuelos, aquí no se libró hoy nadie.
Y el tercero en discordia... Ay , señor, qué suplicio es ver a este muchacho de luces. Con el tercero, en su línea, citando al hilo del pitón, toreando para afuera y aplicando la cuellina (véase aquí la explicación de esta nueva suerte). Y cómo es así, se echa al público encima a base de encogerse de hombros mientras va a por la espada y le enchufa un bajonazo infame. Lo ideal para entrar en Las Ventas, vamos. Al quinto se lo cargó el picador en un desastroso tercio de varas y al llegar a la muleta, directamente se echó ante la impotencia del matador. Luego declara que no sabe lo que tiene que hacer para gustar al público de Madrid. Te lo digo yo, Capea, no volver y torear sólo en tu finca para los amigos.
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