viernes, 24 de agosto de 2012

La verdad de Jiménez Fortes

Ya avisó en Pamplona. Allí terminamos de descubrir a un torero con un valor fuera de lo común y dejó la mejor de las sensaciones posibles: las ganas de volverle a ver. Ha llegado a Bilbao, donde tomó la alternativa hace un año y ha dicho aquí estoy yo. En la plaza probablemente no han sido conscientes del tabacazo que le arreó el primer Juan Pedro de su lote, pero los que seguimos la retransmisión de Canal Plus sabíamos de sobra que ese pitón había calado ingle.

Los que nos hemos puesto delante de una vaca y nos hemos llevado algún que otro meneo sabemos calibrar perfectamente la fuerza con la que embiste un toro de 500 kilos. A mí, la última erala me tuvo una semana cojo y viendo las estrellas por un simple golpe en la rodilla con la testuz. Así que me imagino lo que tiene que ser un pitón entrando en tu cuerpo. A Saúl Jiménez Fortes le dio igual. Se levantó, cogió la muleta y siguió toreando como si nada. Pero la llevaba y allí siguió, impertérrito, hasta el final. En la enfermería, después de operarle, tuvo que hacer otra faena, la de torear a doctores y apoderados para que le dejaran salir a matar el sexto. Y naturalmente, se salió con la suya.

Me sigo acordando de mi erala y me lo veo lanceando a la verónica con el drenaje a cuestas, más quieto que un poste. ¿Dónde tiene este tío el umbral de dolor? Y hace un quite por gaoneras como si tal cosa. Y coge la muleta ¡y se dobla por bajo al inicio de faena! Y cuando todo el tuit-tendido empezábamos a sacarnos la pastilla de debajo de la lengua...

De nuevo la colada, por el mismo pitón y apuntando al mismo sitio. La caída, feísima, y la tremenda paliza en el suelo, ora derrote en la cara, ora golpe en la nuca con la pezuña. ¡Ay, aquella eralita de Rodasviejas, qué maja me empieza a parecer! Para cuando se levanta Saúl del suelo ya tengo lágrimas en los ojos. Ni el toro valía el esfuerzo ni el torero merecía esa suerte. Ponce le dice que lo mate, la gente le grita que se meta y él a lo suyo, muleta en mano y todavía le da una serie. Hacía mucho que no pasaba un rato tan malo pero tan bueno a la vez. Malo por la sensación de peligro pero aliviado por la verdad sin trampas de un tío que, después de todo lo narrado, le dice al micrófono de David Casas que ha sido una tarde bonita. Jiménez Fortes quiere ser alguien en esto. 

Y lo va a ser.

(Foto: Burladero.com)

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