martes, 25 de mayo de 2010

Viaje en el tiempo


Sucedió el domingo pasado en Nimes. Llegaban las crónicas y no lo podíamos creer. Habíamos leido en los libros cosas parecidas, hay viejas películas en blanco y negro que lo enseñan pero hasta que no lo vimos no fuimos capaces de comprender la trascendencia de que Morante de la Puebla haga el paseíllo en pleno siglo XXI. Después de esto te tienes que tragar una faena de Rubén Pinar, por ejemplo, y las comparaciones son odiosas.

Recojo del periódico El Mundo el poema que Gerardo Diego le dedicó a Rafael Gómez, "El Gallo" en un trance muy similar:

Rafael pide una silla.
¿Silla? ¿Una silla? De paja.

Ya han encontrado la alhaja.

Ya se sienta en su Sevilla.

¡Cálculo de maravilla!
Tres de maestro le ha dado:

alto, de pecho, ayudado.

En trono de querubines

y cantando por bajines.
Todos de pie. Y él sentado.

viernes, 21 de mayo de 2010

Tragedia, inflexión y seda


Me preguntan algunos por qué no actualizo el blog. La verdad es que hemos tenido una racha de corridas infumables y, qué quereis que os diga, no me apetecía ponerme a ello. Pero hoy han sucedido cosas que merecen el esfuerzo.

Cartel de los que tenía señalado en rojo. Primero, por la presencia de Morante y Aparicio, dos de mis toreros favoritos. Y si encima le añades que entró a última hora El Cid, redondo. Claro que para ser honrado, tenía mis dudas sobre lo adecuado de la presencia de éste último, visto lo visto. Pero me equivoqué, afortunadamente.

Donde no fallé fue en los temores hacia el ganado de Juan Pedro Domecq. Nobles, sí, pero con una falta de fuerzas alarmante. Se devolvieron dos pero bien pudieron ser cuatro. La excepción fue el sexto, por el pitón derecho, y el primero, por el izquierdo.

Precisamente ese primero estaba llamado a marcar el sino de la tarde. Precioso de lámina -los jaboneros son mi debilidad- cantó un gran pitón izquierdo en el capote de Julio Aparicio. Como grande fue el toreo a la verónica y la media de remate. Había ese runrun en el ambiente y comenzó Julio la faena de muleta con derechazos desmayados, marca de la casa. Todos esperábamos los naturales como agua de mayo y no dio tiempo a más. Al segundo o tercer pase el toro tropezó con los cuartos traseros el tobillo del diestro, que cayó al suelo. Trató de zafarse, de hacerse el mismo el quite con la muleta pero el toro hizo por él y lo prendió de forma angustiosa. Las imágenes están por todas partes así que no voy a recrearme en la descripción. Tal vez, si hubiera soltado la muleta, tal vez si hubiera estado más ágil, qué fácil es hablar después. El caso es que San Isidro hizo el quite, porque a pesar de lo aparatoso de la cogida pudo ser mucho peor.

La cosa quedó en un mano a mano pero todavía nos aguardaba un susto. El segundo volteó a El Cid y nos temimos lo peor. De nuevo la suerte quiso que el pitón solo calara la taleguilla y el diestro se levantó rabioso y se fue a por él. Yo creo que ahí despertó el de Salteras de la pesadilla que le persigue hace meses. Ese fue el punto de inflexión decisivo, donde dijo "se acabó la tontería, señores, a torear". Porque a partir de ese momento El Cid fue a más con el segundo de su lote, un sobrero de Gavira y resucitó en el sexto.

Ese toro, que estaba sorteado para Julio Aparicio, nos devolvió al torero que muchos sabíamos que estaba ahí, esperando a salir en cualquier momento. El brindis al compañero herido fue precioso y sin más, a los medios. Y ahí me acordé mucho de mi padre, que me enseñó que lo verdaderamente meritorio es citar a un toro de lejos y meterlo en la muleta. Ese Cid fue otra vez el que a él tantas veces le entusiasmó. Dando distancia, templando, bajando la mano y ligando dos series de gran nota. Lástima que por la izquierda el toro se acabase pronto. Lo mató por arriba y cortó una oreja de peso, que debe valerle y mucho.

El gran perjudicado de la tarde fue Morante de la Puebla. Mató el que hirió a Aparicio y salió por chiqueros otro jabonero que parecía un limousine de los que van a la Feria Agropecuaria de Salamanca. Lo recibió con el capote con un mimo y una suavidad que no merecía semejante zambombo. Con la muleta abrevió, con buen criterio.

Lo de que no hay quinto malo no se cumplió. El titular no se tenía en pie y fue al corral. Salió un sobrero de Gavira que corrió la misma suerte. Y por fin, asomó otro de Mari Carmen Camacho al que Morante bordó las verónicas de salida. Todavía nos regaló otro gran quite tras el primer puyazo que puso en pie la plaza. Fue lo único que pudimos disfrutarle porque en la muleta, por más que quiso, no había donde rascar. Le esperamos, don Jose Antonio.

sábado, 8 de mayo de 2010

Para salir corriendo (a Jerez)

Si no es por las ganas de Javier Cortés la tercera de abono hubiese sido para salir corriendo y no parar hasta Jerez, donde Morante bordó el toreo. El caso es que el muchacho confirmó la alternativa y puso el coraje y la valentía. Con lo que le perdonamos que anduviese despegadillo toda la tarde. Al primero lo toreó con temple, sobre todo en una buena serie con la izquierda, aunque ya digo, con el defecto de no ceñirse con el toro. Y al sexto, mientras le duró, trató de sacarle lo poco que tenía y se tiró a matar como un león, saliendo prendido de la suerte.

Claro que para matar bien, Uceda Leal. Qué estocada le arreó al segundo, madre mía. Casi que fue lo único de mérito que hizo en toda la tarde. Claro que al quinto, un auténtico mármol, era imposible darle un pase. Que por cierto, vaya tela de corrida la de Antonio Bañuelos, aquí no se libró hoy nadie.

Y el tercero en discordia... Ay , señor, qué suplicio es ver a este muchacho de luces. Con el tercero, en su línea, citando al hilo del pitón, toreando para afuera y aplicando la cuellina (véase aquí la explicación de esta nueva suerte). Y cómo es así, se echa al público encima a base de encogerse de hombros mientras va a por la espada y le enchufa un bajonazo infame. Lo ideal para entrar en Las Ventas, vamos. Al quinto se lo cargó el picador en un desastroso tercio de varas y al llegar a la muleta, directamente se echó ante la impotencia del matador. Luego declara que no sabe lo que tiene que hacer para gustar al público de Madrid. Te lo digo yo, Capea, no volver y torear sólo en tu finca para los amigos.

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Qué hago yo aquí?


Salían los toros por el chiquero y se quedaban mirando a los tendidos de Las Ventas como diciendo qué hago yo aquí. Y no les faltaba razón que para mí tengo que se liaron en la finca y embarcaron seis mansos con destino al matadero. El caso es que con ese material fue imposible ver a Leandro siquiera sacar algún destello de ese toreo que nos conquistó en febrero en Vistalegre. Morenito de Aranda se desesperó con el segundo, que no quería más que tablas e Iván Fandiño se pegó literalmente con el tercero, que lo prendió al entrar a matar.

No sé si por el festival de mansedumbre que nos estaba brindando el ganadero Jose Luis Pereda pero el caso es que el quinto pareció el tuerto en el país de los ciegos: un cinqueño imponente que tuvo un pitón izquierdo medio potable. Y allí se puso Morenito de Aranda, tragándole y sacando un par de series de mucho mérito. Hasta que el toro se cansó del juego y se lo echó a los lomos. Tremenda paliza la que llevó el torero burgalés que, medio conmocionado, siguió intentándolo por el mismo pitón. Y se los arrancó, oye. Lo mejor fue el estoconazo que recetó, que tiró al toro sin puntilla. Hubo petición de oreja, no mayoritaria, pero sólo la estocada lo valía. Dio una clamorosa vuelta al ruedo.

Y el sexto, otro cinqueño, también pareció que ayudaba a remontar la tarde. Brindó Iván Fandiño al público creyendo que había material pero le duró un suspiro. Lo justo para dar un par de series por la izquierda en los medios donde parecía que el viaje del toro era largo. Pero enseguida se rajó y se acabó lo que se daba.

jueves, 6 de mayo de 2010

Oreja de alivio

Habrá quien discuta la oreja que cortó Curro Díaz al cuarto. Hay argumentos a favor, como la gran estocada con el que lo despachó, y en contra, como que no lo quiso ver por el pitón izquierdo. Pero lo cierto es que el de Linares estuvo por encima del toro y aunque pecando de torear despegado, hubo muletazos muy bonitos, sobre todo los de pecho. Primó la estética sobre el mando y yo no le hubiera dado la oreja pero lo cierto es que fue un alivio en medio del tostón de la tarde.

Y el tostón vino fundamentalmente por la descastada corrida de Salvador Domecq. Flojos, sin clase ninguna, salvo el segundo y el cuarto, con desigual resultado. De uno ya hemos hablado y el otro, posiblemente el más potable de la tarde, le fue a tocar al francés Juan Bautista. Un torero previsible, de los que siempre hace la misma faena y que ha derivado peligrosamente en pegapases. No se enteró de que el toro pedía distancia y claro, lo aburrió, se aburrió él y nos aburrió a los demás. Con el quinto, ni supo ni pudo resolver las dificultades del animal.

Eduardo Gallo tiene la excusa del lote pero solo a medias. Poco se podía hacer con el horroroso tercero pero el sobrero de Navalrosal tenía su faena. Y no está Gallo para dudas y menos en Madrid. Requería un esfuerzo ese toro pero al principio de la faena, no en el innecesario arrimón final.