miércoles, 10 de junio de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 90

Hoy una nueva experiencia en la vuelta a la normalidad: pasar la revisión anual del coche. Le tocaba a primeros de mayo pero por obra y gracia del estado de alarma, se ha retrasado hasta que el concesionario se puso en marcha y me dio cita. 

Habitualmente es un trámite rápido, si llegas puntual la cosa transcurre de modo que no vale la pena marcharse, pues entre que vas y vienes, te llega la hora de recogerlo. Pero las circunstancias mandan y al llegar a la hora que me habían citado, me encuentro el acceso al taller cerrado. Ay, madre. Que no cunda el pánico. Como preguntando se llega a Roma, enseguida me aclararon el entuerto.

Resulta que hay tres concesionarios seguidos, de distintas marcas pero del mismo dueño, así que han unificado las operaciones mecánicas en el del centro, porque no tienen a todo el personal trabajando. Imaginaos el  atasco. Entre los protocolos de limpieza y la lentitud del artista encargado de recepcionar los vehículos -nada que ver con la eficacia del de mi taller habitual- terminé haciendo pandilla con la chica que iba delante de mí. Que a punto estuvo de saltarle al cuello a nuestro amigo de recepción porque corría el reloj y él, entretenido con un matrimonio que llegó sin cita y quería que le revisaran alguna cosa del coche. 

Hombre, lo normal en estos casos es que te pongas a la cola, pasen los que tienen cita y a ti te atiendan cuando quede libre el mostrador. Pero se conoce que no, que hay gente que opera con otras normas. Así que ahí nos tenéis, a los de la cita previa esperando y los Roper encerrados en el despacho con Billy el Rápido. Y lo más gordo de la historia es que, al final, se fueron por donde habían venido porque, evidentemente, no había huecos libres. Así es que casi una hora más tarde de lo que tenía previsto conseguí dejar el coche. Y claro, olvídate de la rapidez de otras veces, ármate de paciencia y vuelve por la tarde a recogerlo. 

Lo siguiente que tengo pendiente es renovar el carnet de conducir y ya me han dicho que tengo que pedir hora. Y no sé qué me da más pánico, si repetir la experiencia de hoy o pensar en cómo voy a salir en la foto, que ahora te la hacen ellos sobre la marcha con la webcam, que me lo ha dicho mi mujer, que lo renovó hace poco.

Que hay que joderse, con lo guapa que es y si miras su carnet de conducir parece que estoy casado con la jefa de un clan de la droga y la foto la han sacado del cartel de los más buscados.

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