domingo, 7 de junio de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 87

Una de las canciones más bellas de Sabina -y tiene unas cuantas- principia declarándose extraño como un pato en el Manzanares. Si el bueno de Joaquín reescribiera hoy esa letra podría lucirse en la analogía cambiando de animal y de río. Cuando he leído la noticia -la Guardia Civil busca un cocodrilo en la provincia de Valladolid- no he podido evitar acordarme de esa canción e imaginarme esa voz grave entonando extraño como un cocodrilo en el Duero.

Y es que hay cosas que parecen difíciles de creer. Que aparezca un cocodrilo del Nilo -que es la especie que se busca, según la identificación de un biólogo- a más de 3.000 kilómetros de su hábitat natural solo puede obedecer a que el bicho fuera la mascota de algún friki vallisoletano. Hay gente pa to pero no es el único ejemplo de rareza al que hemos asistido hoy.

Más extraño aún que lo del cocodrilo es encontrar coherencia en ciertas cabezas de la izquierda. Manifestarse en coches hace unos días era una irresponsabilidad que traería rebrotes de contagio. En cambio, acudir hoy en masa, unos al lado de otros, a la puerta de la embajada de Estados Unidos es un ejercicio de libertad, coherencia y valores. Tócatelos.

Y lo que debería ser lo normal, lo que a otros que le han precedido en el cargo les costó gruesos calificativos, sería que el presidente del Gobierno respondiera a una pregunta de esas que le filtra el comisario Oliver en sus interminables homilías monclovitas. Pero que si quieres arroz, Catalina, de dónde vienes, naranjas traigo y como molo, chavales.

No desesperemos. También parecía imposible lo del cocodrilo y ahí lo tenéis. Como remonte el río y llegue a las Cortes de Castilla y León, ya me veo un remake de la escena de Peter Pan con Mañueco e Igea haciendo de Capitán Garfio y Señor Smith.

No hay comentarios: