miércoles, 3 de junio de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 83

La vida te da sorpresas, que canta Rubén Blades. Y con ese soniquete en la cabeza llevo todo el día, ahora veréis por qué.

Ayer os contaba la irrupción en nuestras vidas de Didi, Nija y Miki, tres pececillos que se convirtieron en el regalo de cumpleaños atrasado de Aroa. Lo esperable era que fuese ella la más emocionada con los nuevos inquilinos, dada su afición por los animales y las ganas que tenía de tener una mascota. O quizás que lo fuese su hermano pequeño, por la cosa de la edad y la novedad. 

Pero lo que nunca, nunca hubiéramos esperado es lo que ha sucedido. La que no soporta un bicho cerca, la que sería feliz si el campo estuviera asfaltado, la que pagaría si quitasen el césped de las piscinas para evitarse hormigas correteando por los pies, la que es capaz de batir el récord del mundo de los 100 metros lisos si se le acerca un perro, esa misma, mi hija mayor, es la más entusiasmada con el trío acuático.

Les habla constantemente, les lanza piropos, estudia sus movimientos, revisa cada dos por tres la pecera, y ya lo que me quedaba por ver: ¡les ha creado un perfil en Instagram! (*) Si me pinchan no sangro, a punto de cumplir la mayoría de edad, con ese historial de urbanita reñida con la naturaleza y tendríais que verla.

Sorpresas te da la vida, ay Dios


(*) El usuario, por si os queréis reír un rato, es @aqualferez

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