miércoles, 17 de junio de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 97

Una de mis debilidades son los libros. Desde bien pequeño la lectura es una de mis mayores aficiones, así que cuando alguien quería hacerme un regalo lo tenía fácil. Bueno, lo tenía y lo tiene, lo saben bien los Reyes Magos o mi familia, mis regalos de cumpleaños son muy previsibles.

Cuando compramos el piso, una prioridad era buscarle sitio a los libros que se me acumulaban en cajas. El día que vinimos a verlo antes de decidirnos por embarcarnos en la hipoteca lo tuve claro. Había un hueco en el pasillo perfecto para una estantería de lado a lado y del suelo al techo. Dicho y hecho, la encargamos y por fin pude poner orden.

Al principio me sobraban huecos pero a estas alturas ya no entra un libro más y he tenido que buscar espacios alternativos. Y eso que mi volumen de adquisición menguó de manera inversamente proporcional a las sucesivas llegadas de los descendientes. No obstante, aunque estoy muy contento con mi biblioteca, mi sueño aún está por cumplir.

La historia arranca en Barco de Avila, el pueblo de mi madre. Mis veranos eran tardes de piscina o río y lectura. En un determinado momento que no soy capaz de precisar, Fide, un profesor amigo de la familia, se convirtió en mi bibliotecario particular. Al conocer mi desmedido interés por la lectura, se ofreció a recomendarme y prestarme libros para mis ratos de toalla. Me los llevaba de tres en tres.

Aún recuerdo la impresión que me llevé al entrar por primera vez al salón de su casa. Las paredes llenas de estanterías, libros, libros y más libros por todos lados. Aquello era el paraíso. En la retina me quedó grabada esa imagen y en la cabeza un pensamiento: algún día yo quería una habitación así en mi casa.

Os he contado todo esto porque esta tarde he ido a recoger un encargo a Cervantes, la librería de toda la vida de Oviedo. En Salamanca teníamos otra con el mismo nombre pero lamentablemente, hace años que asistimos a su funeral. La de aquí -toco madera- goza de buena salud y resiste los envites y los embates de Amazon.

Pero la crisis de la Covid19 les ha hecho pupa, a pesar de que se manejan bien en la venta por internet. Así que han puesto en marcha una idea para el que quiera colaborar en la recuperación de la librería. Han diseñado unos marcapáginas solidarios, personalizados con tu nombre, que puedes encargar por 10€. Y además, van a tatuar una pared de la librería con los nombres de todas las personas que colaboren en esta iniciativa.

De momento, os puedo enseñar mi marcapáginas pero ya tengo sitio reservado, el 152, en esa pared. Prometo foto.



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