jueves, 30 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 49

La ministra y vicepresidenta cuarta ha estado impecable. No se recordaba una intervención suya tan certera desde aquellas declaraciones sobre el diésel. Bueno, para ser exactos, no se recordaba una intervención suya, a secas. Pero insisto, ha estado sembrada: el gobierno dicta unas normas pero no se impone nada a nadie. El que no quiera abrir su bar o su restaurante en esas condiciones que no abra. 

Arruinado pero digno, yo no sé de qué se quejan los hosteleros. Es como lo de aquel chiste que decía que el que se acuesta sin cenar es porque quiere. ¿Que no has cenado? ¡Pues no te acuestes! Eso sí, la cuota de autónomos puntual a la cita, hasta ahí podríamos llegar, que no se quede ninguno atrás. Sin pagarla, digo. 

De todas formas, tranquilos, que ya sabemos como funciona esto y a no tardar mucho habrá rectificación. Le vamos pillando el tranquillo: las mascarillas no son necesarias, los test no sirven y yo no dormiría con vicepandemias en el gobierno. O sea. 

Así que a la espera de la siguente con que nos sorprendan, a lo tonto y sin darnos cuenta se nos ha caido una hoja del calendario: Y nos ha pillado metidos en casa, unos perdiendo la vida, otros el trabajo y muchos la paciencia. 

 Como canta Sabina, quién me ha robado el mes de abril...

miércoles, 29 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 48

Esta semana la calle parece otra cosa. Y no me refiero a las salidas de los niños. Se nota más tráfico y más trasiego de gente por las aceras. Los días de colapso de los hospitales van quedando lejos y los datos que proporcionan los médicos mejoran día a día, aunque siguen peleando contra un enemigo del que desconocen buena parte de sus armas. 

Así que si juntamos todo lo anterior con los anuncios del gobierno de la vuelta a la normalidad -perdón, la nueva normalidad en el dialecto politiqués ivanredondiano- y yo fuera el Jules de Pulp Fiction y vosotros Vincent os preguntaría, ¿estamos contentos? La respuesta parece que debería ser sí. Sin embargo, muchos no nos fiamos de esta salida a ciegas que parece más una táctica de equipo pequeño despejando el balón, patatum parriba y a ver si cazamos un gol en un contraataque. Más que nada porque hoy ya anuncia Illa Maravilla que están pensando en dar marcha atrás en el sistema de provincias. Recordad, la yenka. 

Y para remate, llegan noticias de Alemania, donde sí se hicieron test masivos y habían empezado a desmontar el confinamiento. Un repunte de contagios les hace replantearse volver a las andadas y el Instituto de Virología Robert Koch, organismo de referencia en este tema, recomienda permanecer en casa y restringir al máximo los contactos. 

Yo no digo nada pero acordaos de lo de las barbas y el vecino.

martes, 28 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 47

Llevaba ya varios días con la idea rondándome la cabeza. Estaba aguantando a ver si se despejaba el panorama y le dábamos solución por los cauces habituales. Pero cuando me he enterado de que el sepulturero anunciaba su proyecto de desescalada -la que llevo aquí colgada- ya no hubo vuelta atrás.

No puedo seguir así ni un día más, cada mañana es un suplicio, así que lo puse en marcha. Ya, ya sé que estas cosas, mejor en manos de profesionales pero a la fuerza ahorcan. Y no estaba dispuesto a pasarme todos los días peleando diez minutos con ella. Que la quiero mucho, sí, que espero no tener que echarla de menos pero era necesario.

De modo que esta noche, antes de cenar lo hemos hecho. Sacamos el aparato y primero por detrás, despacito y buena letra. Y aunque reconozco que da gustirrinín cuando vibra, no termino de acostumbrarme al zumbido del motor. Luego ya a tumba abierta, hemos dado rienda suelta al movimiento, alante y atrás, alante y atrás. Que gozada, como lo echaba de menos. Y al terminar, una ducha.

Menos mal que me compré hace años una máquina para cortar el pelo. ¡Adiós, melena!

lunes, 27 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 46

Me reafirmo en lo que dije ayer. Hoy volvimos a dar un paseo y nada de barullos, antes al contrario, gente perfectamente organizada y cumpliendo las recomendaciones. Así que sigo pensando que las imágenes que corrieron ayer por las redes sociales no reflejaban la realidad. O al menos, la mayor parte de la realidad. Lo cierto es que los míos se lo han pasado pipa. Hoy se animaron con la bicicleta y los patines con lo que yo, que iba de peatón, llevé la peor parte. Pero agradezco también el ejercicio, que me estaba acartonando por momentos.

Lo que también he agradecido muchísimo han sido las imágenes de la Consejera de Salud de Castilla y León, Verónica Casado, que en una comparecencia en el parlamento autonómico ha roto a llorar al recordar a sus compañeros fallecidos-ella es médico- por culpa del coronavirus. Ha pasado un rato malísimo pero ha sido capaz de reponerse y de nombrarlos a todos a modo de homenaje.

Que igual a alguno os parece una bobada pero a mí estas cosas me reconcilian con la política. Con la que está cayendo, no entiendo las carcajadas de algún ministro en el Congreso o la sonrisa de oreja a oreja de alguna compañera de gabinete en las ruedas de prensa. La actitud de esta señora me parece que está mucho más cerca del sentir ciudadano. Claro que me dicen los que la conocen que de política, tal y como lo entendemos, en el peor sentido del término, tiene poco.

Así que esperemos que no la aburran.

domingo, 26 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 45

Reconozco que estoy despistado con el tema. De lo que yo he sido testigo directo tengo una opinión muy clara: la gente ha respetado las normas y se han hecho las cosas bien. Pero de repente empiezan a llegarte imágenes de otros sitios que parecen indicar lo contrario y ya no sé qué pensar. Incluso que muchas de esas escenas sean fakes.

El caso es que yo estoy aquí para contaos mi vivencia y es lo que voy a hacer. El día amaneció lluvioso pero en Asturias ya estamos curados de espanto, así que pronto empezamos a ver gente por la acera, a escuchar risas, a recuperar un poquito del paisaje habitual. Nosotros aplazamos la salida a la sobremesa. Armados con paraguas y mascarillas, allá pusimos el pie en la calle en dos grupos: Mamá y David por un lado y varios metros atrás Papá y Aroa. Teníamos estudiado el circuito, en función del kilómetro estipulado alrededor de casa pero hacia la mitad, la primera parte de la expedición decidió regresar a la base. Nosotros seguimos e incluso tuvimos premio en la última parte del recorrido, que dejó de llover.

Las conversaciones con Aroa suelen ser tronchantes y hoy no iba a ser menos. Yo preguntando cómo se sentía y ella respondiendo que muy bien pero que le daba mucha impresión caminar por las calles tan vacías de gente y prácticamente sin coches por la calzada. Y entre medias, no se ha dejado un charco sin chapotear en él. Benditas botas de agua. El momento club de la comedia que todos los días nos regala esta muchacha ha llegado ya casi al final del paseo. Íbamos pasando delante de la iglesia de San Julián de los Prados cuando de repente:

 - Mira, Papá, gaviotas (empieza a emitir una especie de graznido)

- Aroa, ¿qué haces, qué ruido es ese?

- Ah, es que no te lo he dicho, es que hablo con las gaviotas (sigue el graznido)

- O sea, ¿como Harry Potter con las serpientes?

-Exacto.

 Me he venido riendo yo solo hasta casa.

sábado, 25 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 44

Ayer ya creíamos haber superado todas las expectativas. El baile de la yenka de la salida de los menores parecía haber llegado a su fin. El Consejo de Ministros recogía las directrices y todos, por fin, lo teníamos claro. Pero faltaba el homenaje a Superratón, aquel superhéroe de los dibujos animados de mi infancia. Tratábase de un roedor vestido al modo de Superman, con su capa roja y un lema que los de mi generación tenemos clavado en la memoria. Entre episodio y episodio, Superratón te miraba desde la pantalla, sonreía y espetaba ¡No se vayan todavía, aún hay más!

 Y efectivamente, delante, detrás, un, dos, tres, la yenka gubernamental decidía sobre la bocina de la publicación en el BOE que si tienes 14 años, ayer sí pero hoy, se siente, no sales. Yo creo que este tema de la salida de los niños ha supuesto un punto de inflexión. La gente lleva más de un mes metida en casa, aguantando pacientemente pero hoy, a eso de las 19:00, como en la novela de Vargas Llosa, se jodió el Perú. 

La Sinfónica Magefesa se ha apoderado de los balcones y no han sido cuatro o cinco. Por Twitter -#cacerolada ha sido trending topic -han corrido vídeos de muchas ciudades, de muchos y muy distintos barrios con gente en los balcones aporreando cazos, cazuelas y sartenes. El hartazgo lo llevo notando ya más de una semana en los aplausos de las 20:00, cada vez con menos gente, yo el primero. Pero es que hoy, además, se han escuchado silbidos y pitos. Llamadme loco pero creo que a los de la yenka les ha pasado lo de la frase que se atribuye a Lincoln: puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. 

 Y mañana es el día D para los chavales. Como dije en la entrevista del periódico, sentido común. Recordemos otra vez a Superratón, que cuando se despedía nos recomendaba "no olviden supervitaminarse y mineralizarse". 

 Que traducido quiere decir, si salís mañana con mascarilla y a lavarse las manos.


viernes, 24 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 43

Ayer me llamaron del periódico para hacerme una entrevista. Uno de los múltiples charcos en los que me meto es presidir la Asociación de Familias Numerosas de Asturias, así que querían conocer mi opinión sobre el barullo que ha montado el gobierno con la salida de los niños. Naturalmente, cuando uno emite una declaración así, tiene que medir bien las palabras, no puedes soltar a pelo lo primero que te viene a la cabeza, porque representas a un abanico amplio de gente con opiniones diversas. Pero ahora va a hablar David como ciudadano particular.

Habréis notado que, desde el primer día de este diario, he tratado de dejar la política al margen. Pero a estas alturas ya no me vale la cantinela de que hay que apoyar, ya habrá tiempo de críticas y de pedir responsabilidades. Ya ha habido margen suficiente. No se puede ser tan chapuzas. Antes de plantear si salen los niños, los padres o los abuelos tendríamos que estar haciendo test a destajo. Ya no es que no sean capaces de comprarlos, es que los que traen no valen y encima pagan un sobreprecio escandaloso. O son muy torpes o alguien la está liando parda a propósito. Y no sé cual de las dos opciones es peor.


Así que sin la premisa de los test, alguien monta una reunión y de ahí sale la brillante idea de que los niños puedan ir al supermercado, a la farmacia o al banco. Les faltó organizar visitas guiadas a las urgencias hospitalarias. Y lo peor no es que tengan la ocurrencia -ninguno de los asistentes tiene hijos, otra explicación no encuentro-, lo gordo es que van ¡y lo anuncian! 

Naturalmente, a las pocas horas tienen que recular e improvisar un plan B que en realidad es mucho más sensato que el A. Pues mira, no, esto ya no resiste el análisis más benévolo. Y no va de izquierdas ni derechas, en Portugal hay un gobierno de la misma tendencia que el nuestro y cualquier comparación es ofensiva. Para ellos, claro. 

 En fin, contemos hasta diez y a ver cómo sale el experimento.

jueves, 23 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 42

Hoy voy a ser poco original pero es que en el Día del Libro no hay más remedio que hablar de ello. Igual me adelanté la semana pasada con las recomendaciones pero es que, en realidad, para mí ese día es todo el año. Así que vamos con otra tanda, que nunca está de más compartir.

 - 1984, de George Orwell. Una distopía de completa actualidad en estos días en que algunos tienen la tentación de resucitar a la policía del pensamiento.

 - A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales. Un libro sobre la Guerra Civil magistralmente escrito. Tiene la virtud de que reparte estopa a ambos lados, algo a lo que no estamos acostumbrados en este género, que suele pecar siempre de cojera del mismo pie. Del mismo autor tampoco os perdáis Juan Belmonte, matador de toros, una biografía que os gustará incluso aunque no seáis aficionados.

- Fariña, de Nacho Carretero. Imprescindible para entender la historia del narcotráfico en Galicia. Si te gustó la serie, como siempre, mucho mejor el libro.

 Estas son mis aportaciones. Ahora tengo mucha curiosidad por un autor del que oigo hablar maravillas: Juan Gómez-Jurado. Próximo objetivo, La Reina Roja.

miércoles, 22 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 41



16 de enero de 1996. Rueda de prensa para presentar su actuación en el Palacio de Congresos de Salamanca. Y allí estaba yo, haciendo mis primeros pinitos como periodista. Había oído hablar de ellos, me sonaba vagamente alguna de sus composiciones pero fue en aquel momento cuando por fin le puse cara a aquel grupo de argentinos que luego se han hecho imprescindibles en mi vida. Allí, en el centro de la mesa, bcon su inconfundible voz capaz de descender a graves imposibles, estaba él. Llevando las riendas del asunto como llevaba las de sus shows. 

Dos días después no paré de reír con sus Grandes Hitos, una antología que habían estrenado en 1992 y representaron por última vez aquella noche en Salamanca. Te estoy viendo ahora mismo, Marcos, solo en el escenario, el foco apuntándote, tu carpeta roja en la mano y la otra colocando el micro. Tu mera presencia de esa guisa ya despertaba carcajadas antes de que empezaras a narrar el regreso de Warren Sánchez. Que aquella fue -lo recordaré siempre- la primera pieza que disfruté en directo de Les Luthiers

A partir de ese momento no pude parar. Ya fuera en CD para el coche o en DVD para casa, entrasteis a formar parte de mi vida. Y cada vez que habéis vuelto a España, fiel a la cita, allí he estado cuatro veces más, incluso comprando la entrada con once meses de antelación. 

Hace año y medio fue la última vez que me senté en el patio de butacas a romperme el pecho a reír y las manos a aplaudir. Ya en la anterior nos faltó Daniel Rabinovich y justo después de esa gira anunció su jubilación Carlos Núñez. Los nuevos lo hacen muy bien pero para mí ya nada será igual. 

Desde hoy faltan la mitad más uno y va a ser mucho sustituir. Sobre todo porque me cuesta mucho trabajo imaginar a otro que no sea Marcos Mundstock glosando la obra de Johan Sebastian Mastroppiero, con esa habilidad suya para retorcer el lenguaje y encontrar el chiste más inteligente. Nos quedan sus grabaciones, sus discos y sobre todo, el recuerdo de unos genios irrepetibles. 

Gracias por tanto y por favor, Marcos, pon orden en el cielo que anda Daniel diciendo que la musa de la danza es Esther Píscore.

martes, 21 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 40

Conste en acta que yo ya lo sospechaba pero como insististeis tanto y tantos pues os hice caso y claro, ya está liada. A ver, bonicos, ya terminé La Casa de Papel. Voy a intentar no destripar nada, por si alguien aún no la vio y quiere hacerlo, pero poneos cómodos que voy. 

 Antes de empezar a repartir mandobles dejemos clara una cosa: segundas partes -salvo El Padrino y Harry Potter- nunca fueron buenas. Eso nos da pie a decir que si la serie hubiera terminado con el asalto a la Fábrica de Moneda, la crítica sería diferente. Algunas interpretaciones sobreactuadas, bueno. Ciertos excesos de guion, como entregarse al coito salvaje, de pie y con un tiro en la pierna, vaale. Escenas de acción bien rodadas aunque poco creíbles, macho, que desde el Equipo A no se veía tamaña falta de puntería, veeeeenga. Pero en conjunto hubiera dicho que está bien, se deja ver. 

Mas quisieron estirar el chicle y perpetraron la segunda parte. Y hasta aquí hemos llegado. Lo que antes eran defectos tolerables o licencias asumibles se apoderan del guión. Y el resultado es un pastiche que parece escrito por el más fumado del 15M. Es el mundo al revés. Los malos son los buenos pero a lo bestia. La construcción del personaje del escolta del gobernador frente a la canonización laica de la nieta de Lola Flores es de vergüenza ajena. Por cierto, una muchacha que maneja el M16 como el que hace churros, que lleva delinquiendo desde que tiene uso de razón tiene miedo a ir sola de noche. Joder, vale que metas la cucharada de ideología de género pero no insultes la inteligencia del espectador. 

Sigo. La Policía es tonta, claro y para lo de los mineros asturianos como comando de élite no encuentro calificativo. Empezamos haciendo la revolución y degeneramos en un Robin Hood de mercadillo. Mucho Bella Ciao, mucho partisano, pero ¡oh, sorpresa! la lucha de clases culmina imitando al Dioni, viviendo a todo trapo en una playa exótica. Resumiendo, que lo que arranca como un interesante proyecto de thriller al final rompe en un interminable spot de Estrella Galicia

Puestos a ver ficción de atracos, me quedo con Todos al Suelo. Pajares, Esteso, Ozores y Juanito Navarro frente al tolosabe del Profesor, el pedante de Berlín, el charlas de Palermo y el sinsorgo de Arturo

 ¡No hay color!

lunes, 20 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 39

El Domingo de Resurrección os prometí que más adelante hablaría de ello y ha llegado el momento de cumplir el compromiso. Hoy es Lunes de Aguas. Una fiesta que se celebra en Salamanca el lunes posterior al Lunes de Pascua. Lo más importante, el protagonista absoluto del evento, es el hornazo, una especie de empanada hecha con masa de pan y rellena de chorizo, jamón y lomo. Algunos le ponen huevo cocido, a mí particularmente me gusta la primera versión.

La tradición del Lunes de Aguas se remonta a al siglo XVI. En aquel tiempo, el motor de Salamanca ya era la Universidad. Miles de estudiantes acudían a sus aulas y alrededor suyo, las industrias auxiliares de la época: criados, mozos de cuadra, taberneros, feriantes... Vamos, como ahora pero sin los pubs de la Gran Vía, sin Amazon y sin inmobiliarias. Y hete aquí que de todas esas actividades en torno al estudio, parece ser que florecía especialmente la profesión más antigua del mundo.

En medio de este panorama, se presentó en la ciudad el rey Felipe II, que iba a contraer matrimonio con María Manuela de Portugal. Naturalmente, se organizaron festejos de todo tipo, unos con el beneplácito real  (corridas de toros, torneos, etc.) y otros, como dirían Les Luthiers,  fuera de programa. Y dentro de estos últimos, quedó horrorizado el monarca por el abanico de posibilidades para pecar contra el sexto mandamiento que ofrecía la capital charra. Así que haciendo honor a su sobrenombre de El Prudente, dictó una orden por la que el ayuno de carne característico de la Cuaresma y la Semana Santa se tomaba al pie de la letra: ni embutido, ni chuletones, ni putas.

Para poder cumplir con el edicto real -y como el que evita la ocasión evita el peligro- al inicio de la Cuaresma las prostitutas eran sacadas de la ciudad y llevadas a la otra parte del río Tormes, por fuera de la muralla, en la zona que hoy se conoce como barrio del Arrabal. El período de abstinencia no terminaba con el Domingo de Resurrección, no, a ver qué os creéis. Lo mismo que a los astronautas se les somete a un periodo de descompresión cuando regresan a tierra, el rey decidió que la vuelta al desenfreno no podía hacerse de golpe. Así que el ayuno putiferil se extendía una semana más, hasta el lunes siguiente al Lunes de Pascua. O sea, hoy.

El regreso de las trabajadoras del amor se hacía con gran jolgorio y despliegue etílico. El coordinador del trasiego de uno al otro lado del río era un sacerdote al que -no podía ser de otra manera, esto es España, amigos- se le bautizó como el Padre Putas. Se utilizaba la barca como medio de transporte porque la ley impedía cruzar el puente a toda aquella persona que no se hubiera confesado y comulgado. Así es que las urgencias de la grey estudiantil después de tantos días -semen retentum venenum est- provocaban que en la misma orilla del río se produjeran auténticas orgías.

Y así ha llegado esta fiesta a nuestros días. Naturalmente, no hay escenas de desenfreno carnal al pie del Tormes pero sí que ha permanecido la costumbre de juntarse con amigos y familiares y compartir el hornazo en el campo.

Si el tiempo y el puñetavirus lo permiten.


domingo, 19 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 38

La tarde del domingo ha sido muy productiva. Hace ahora un año, mi hija mayor me trajo para que le firmara una autorización de asistencia a un congreso. El lema y los ponentes prometían así que, naturalmente, estampé mi rúbrica y allá se fue con sus compañeros del colegio a que les explicaran Lo que de verdad importa. La semana pasada recibió un correo electrónico en el que le invitaban a asistir a la edición de este año. En esta ocasión las circunstancias mandan y el congreso se realizaría de forma virtual. Así que me propuso inscribirme a mí también y ahí hemos estado durante más de dos horas.

Ojo a los ponentes. Abrió cartel Juan Pablo Escobar, hijo del archiconocido narco colombiano Pablo Escobar. A primera vista, uno puede pensar que es una broma su presencia en un evento así. Pero nada más lejos de la realidad, a medida que iba narrando su experiencia nos ha dejado con la boca abierta. Por ejemplo, como uno puede ser inmensamente rico y no tener para comer. Literalmente. La anécdota te deja dándole vueltas, que es de lo que se trata, a lo que de verdad importa. Atrincherados en una casa, con la policía y ejército rodeándolos, con cuatro millones de dólares tirados por el suelo, suficiente para hacerse con toda la comida de la ciudad varias veces pero sin poder cruzar la calle a comprarla porque no tenían libertad y pasando hambre varios días.  Muy interesante también como él separa perfectamente la figura del padre de la del narco y el resumen que hace de la vida de Pablo Escobar: vivió feliz y libre un 10% de su vida. ¿Valió la pena?

El segundo ponente ha sido el arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez Cortina. Su tarjeta de presentación, haber permanecido secuestrado nueve meses en un zulo de dos metros cuadrados, una historia que inspiró la película Espacio Interior, récord de taquilla en su país en el año de su estreno. Para alguien que ha vivido algo así, esta situación de confinamiento es pan comido así que, desde su experiencia, nos ha dado una serie de pautas para sobrellevar nuestro secuestro. Hace mucho hincapié en la salud mental, en ser capaces de ordenar las ideas y manejar la angustia; en recuperar tiempo para rezar o meditar, lo que cada uno elija; en aprovechar este alto en el camino para descubrirnos; en organizar el tiempo para que lo que él llama la loca de la casa -la imaginación -no se dispare; en  tener un horario organizado que permita al cuerpo estar en orden. Y en definitiva, nos anima a aprovechar este tiempo, una situación que es oro molido y hacer que el recuerdo de todo esto sea positivo.

Y cerró cartel Pedro García Aguado, al que aquí conocemos por su faceta televisiva en Hermano Mayor, después de ganar el oro en waterpolo en los Mundiales y en los Juegos Olímpicos. Este me ha sorprendido menos porque su ponencia ha sido muy parecida a la que le escuchamos en Gestionando Hijos, otro evento que tuvo lugar en Oviedo el pasado noviembre. No obstante, siempre es un gusto escuchar sus lemas para estos días que nos ha tocado vivir: no sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta, el fracaso enseña lo que el éxito oculta, hay que conquistar los miedos, hay que atreverse.

Para finalizar, se le ha pedido a cada uno de ellos una respuesta a modo de titular.

 ¿De qué nos va a servir esta experiencia?


Nos va a servir para conocernos, para encontrar las fortalezas y jugar en equipo.


Nos va a servir para ser humildes, apreciar lo que teníamos y cuando regresemos abrazarnos con más fuerza que nunca.

Nos va a servir para darnos cuenta de que somos vulnerables,  como ha demostrado el virus, pero somos fuertes si vamos unidos.

Pues que así sea.

sábado, 18 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 37

Si algo hemos descubierto en el último mes es la cantidad de talento por metro cuadrado que tenemos en España. No, no me refiero a los políticos, evidentemente. Hablo de los profesionales de muchos ramos, esa gente de la que, como de El Cid, podríamos decir que buen vasallo si hubiese buen Señor. Al principio de este diario hablamos de los equipos de voluntarios formados por ingenieros, informáticos y médicos trabajando en el diseño de respiradores. Partiendo de cero, cada uno en su casa pero trabajando como una orquesta filarmónica perfectamente dirigida.

 Ya metidos en harina, con el bicho a pleno rendimiento, conocimos la increíble historia de un grupo de amigos que coordinaron una operación para traer desde China cuatro superrobots para analizar pruebas masivas de test de Covid19. Superando las trabas burocráticas, implicando a algunas de las mayores empresas españolas, en tres semanas estaban aquí las máquinas, listas para trabajar.

 Y hoy descubro en una entrevista a una científica valenciana que es una de las mayores expertas europeas en inteligencia artificial. Y ente otras cosas muy interesantes, nos da la clave del asunto que nos quita el sueño: esta guerra se ganará con datos. Y los datos los dan los test. Como se hizo en Singapur, que debiera ser uno de los modelos a seguir por nuestras autoridades en lugar de escudarse en el mal de muchos.

Por cierto, si os interesa el tema de la inteligencia artificial, se acaba de publicar un ensayo muy sugerente, con la firma de diecinueve expertos -varios españoles- que hablan de El trabajo en la era de los datos. Se puede descargar gratuitamente en este enlace

viernes, 17 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 36

Ayer cerraba el diario hablando de cómo nos ha cambiado la percepción del tiempo. Es curioso, acostumbrado a mirar constantemente mi muñeca izquierda, con el día organizado en un interminable horario, corre que no llegas y ahora me pongo el reloj por inercia, pero podría dejarlo a vivir en la mesilla de noche y no lo echaría de menos.

No es lo único que ha cambiado este confinamiento. Estamos viendo que cosas que creíamos imprescindibles y situábamos en el centro de nuestra vida, en realidad son accesorias. Por ejemplo, el fútbol. Llevamos más de un mes sin Liga, sin Champions y no pasa nada. Igual los programas deportivos no opinan igual pero bueno, acostumbrados a vender humo, no deberían tener problemas para seguir llenando sus espacios. A decir verdad, el tema fútbol yo ya lo tenía superado antes de todo esto. Me gusta, soy seguidor habitual pero -en mi casa lo saben- entre quedarme sentado en el sofá viendo un partido y salir con mi familia a dar una vuelta lo tengo claro.

En cambio, hemos recuperado otras. Y esas sí que las voy a añorar cuando volvamos a la normalidad. Me refiero a los ratos de sofá con mis hijos, a los mimos, a las guerras de besos, a las sesiones de peluqueria casera o a las recetas de cocina. Que sí, que todas esas cosas las hacíamos antes. Pero no juntas ni con tanta asiduidad porque unos llegamos cansados del trabajo, otros no paramos en toda la tarde de ir y venir a actividades, los deberes, la compra y al final, para lo importante no nos queda tiempo.

¿Os imagináis que de toda esta experiencia fuéramos capaces de quedarnos con esa percepción de lo esencial y supiéramos mantener el orden de prioridades?

 ¡Ojalá!

jueves, 16 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 35

Pues al final os hice caso y he empezado a ver La Casa de Papel. Voy por el tercer capítulo y de momento, pinta bien. Curioseando en el menú de Netflix qué series están disponibles, andaba buscando El Ala Oeste de la Casa Blanca, esa puñetera obra maestra de Aaron Sorkin pero no hubo suerte. Luego he caído que esa está en HBO, junto con The Newsroom, otra joya del mismo guionista. Así que quedo con las ganas pero a cambio, me recomienda House Of Cards, ya me diréis los que la hayáis visto.

Para quitarme este aura de cultureta que me está invadiendo, esta tarde he sacado el bufandero madridista que llevo dentro. Hoy se cumplían seis años de la final de Copa contra el Barcelona en Mestalla. Así que puse la camiseta de ese año -que la tengo- y me senté a ver el partido esperando al minuto 85 y la mítica galopada de Bale por fuera del campo. Bartra aún le está buscando. Y no hurgo más en la herida que hay fieles lectores culés.

Y mañana viernes. Como cambia la percepción del tiempo en estas circunstancias. Normalmente lo estamos deseando y nos mandamos videos por whatsapp anunciando su llegada y ahora es un día más.

O uno menos...

miércoles, 15 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 34

Se veía venir, adiós curso académico. Que digo yo que fácil no debe ser buscar una solución a la imposibilidad de evaluar a la manera tradicional. Pero tirar por la calle de en medio tampoco me parecen formas. Y hasta aquí el comentario político del día porque si me pongo a hablar del CIS o de vicepresidentes con jardín me caliento y no quiero. Pero aviso, estoy al límite y eso que he reducido al mínimo la lectura de noticias, que no la lectura. Así que, para relajar y aprovechando la estela de ayer con las recomendaciones televisivas, hablemos de libros interesantes.

Tierra, de Eloy Moreno. Recién salido del horno (se publicó en febrero) y parece escrito a propósito para lo que estamos viviendo. A Eloy lo descubrí con El bolígrafo de gel verde, su primer libro, y desde entonces soy fiel lector suyo.

 Zumalacárregui, de Benito Pérez Galdós. En realidad, cualquiera de los Episodios Nacionales merece la pena. Cito éste porque es con el que estoy liado ahora. Me acuerdo mucho de nuestros amigos Chus y Rubén, porque transcurre en la Ribera navarra. Lo que me recuerda que, cuando esto pase, tenemos que ir a comernos unos huevos fritos con chistorra. Dicho queda.

Patria, de Fernando Aramburu. Se ha convertido en un clásico. Lo recuerdo porque esperábamos para el mes que viene el estreno en HBO de la serie basada en el libro y nos hemos quedado con las ganas por culpa del puñetavirus. Te atrapa desde la primera página y ya no puedes parar de leer, que es el mejor piropo que le puedes decir a una novela.

 Y aquí paro, que lo bueno si breve, dos veces bueno. Otro día ampliamos el repertorio.

martes, 14 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 33

Hoy me apetece contaos algunas cosas que estoy haciendo en el confinamiento:

- Volver a ver las cinco temporadas de Breaking Bad. Debe ser la cuarta o quinta pasada que le doy a esta serie y no me canso, sigo sacándole matices a sus personajes. Tengo que decidir por cuál sigo después. Mi hija mayor me quiere convencer para arrancarme con La Casa de Papel pero la verdad es que no me termina de atraer.

 - No ver ni un informativo, ni un debate, ni un especial. No quiero saber nada de la televisión generalista. Sólo hago una excepción: Saber y Ganar.

 - Atentos a la frikada. Me he descargado de internet unos recortables de trenes y me estoy haciendo una colección muy chula: desde composiciones del Metro de Madrid al AVE, pasando por máquinas de mercancías. De pequeño tenía dos obsesiones: el Scalextric y el Ibertren. La primera me la solucionó en plan modesto mi padre y luego me desquité en la treintena con un circuito que no cabe en el salón cuando lo monto completo. Pero lo del tren ahí sigue, esperando el día que tenga sitio para una maqueta permanente, así que me conformo con los de papel.

 - Y aún no he empezado pero hay planes de liarme con los puzzles. Me relaja muchísimo y no me falta paciencia para ello. Tengo varios de mil piezas y uno de mil quinientas, tampoco penséis que voy de experto. Me voy a estrenar con uno al que le tengo mucho cariño y que me traje del Museo Orsay de París, la Habitación de Van Gogh.

lunes, 13 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 32

Hoy no era un lunes más. Esta fecha la tenía ella marcada en el calendario desde mucho antes de empezar esta historia. La había imaginado mil veces, tenía en su cabeza todos los detalles. Cómo, dónde y con quién. Pero llegó el puñetavirus y lo cambió todo. Así que, también en esto, hemos tenido que hacer de la necesidad, virtud.

Su hermana mayor lleva más de una semana liando a sus mejores amigas y a toda la familia, grandes y pequeños. Todos han enviado un vídeo y ella se ha encargado de unirlos, formando la felicitación de cumpleaños más bonita que podáis imaginar. Sus caras esta mañana, a medida que iba apareciendo en la pantalla la gente que más la quiere, lo decían todo. No ha tenido los regalos con los que ella contaba porque no podemos comprarlos en estas circunstancias. Pero tampoco contaba con tantas emociones juntas.

Porque aún quedaba otra sorpresa, cuando a las ocho de la tarde terminaban los aplausos. Nuestro vecino Agustín -viejo conocido ya en este diario- anunció por megafonía que era el cumpleaños de Aroa. Y no veáis como le brillaban los ojos cuando todo el vecindario se puso a cantar el Cumpleaños Feliz. Gente de todos los balcones, a derecha, a izquierda, al frente, del primero al último piso, lanzándole besos y aplaudiendo. Le van a pasar mil cosas en la vida pero no se le va a olvidar el año que cumplió los doce, ya os lo digo yo.

¡Ni a mí!

domingo, 12 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 31

Y llegó el Domingo de Resurrección. El día en que nos adelantamos al Lunes de Aguas -ya os contaré de qué va para los que no lo conocéis-y nos tiramos de cabeza al hornazo antes de emprender camino de vuelta a Asturias. Nos quedamos con las ganas pero gastronómicamente hablando, tampoco lo hicimos mal hoy. Echamos a pelear un tinto de Toro buenísimo con foie navarro, carne salmantina y queso de los Picos de Europa. Y oye, se entendieron de maravilla entre ellos.

Se acaba esta Semana Santa tan peculiar y mañana toca volver a la rutina. Con la novedad del fin del confinamiento para algunos sectores y la incertidumbre de si será una buena idea o servirá para desandar el camino de estos días. Lo cierto es que las cifras, aunque escalofriantes, siguen con la tendencia a mejorar. Pero conociendo la idiosincrasia española, no sé yo si será contraproducente, que aquí ya sabemos que nos dan la mano y nos tomamos el brazo entero.

En fin, que sea lo que tenga que ser y ¡feliz Pascua!

sábado, 11 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 30

Sábado Santo. Hoy nos hubiera pillado ya en el pueblo, después del periplo capitalino. Habríamos ido por la mañana a comprar a Vitigudino, a llenar la nevera de filetes de babilla, de lomo de cerdo, de manto, de jamón, de salchichón y de queso de Vilvestre. Hubiésemos tomado unas cañas con la mejor jeta de Europa y saludado a un montón de gente.

Por la tarde hubiésemos cambiado la vorágine de la Semana Santa de Salamanca por la intimidad de una de un pueblo de menos de 100 habitantes. El barullo de la plaza Mayor por la tertulia con los parroquianos. El jaleo de tráfico de la plaza España por la tranquilidad rota por un rebaño de ovejas. Y los niños estarían felices, uno jugando a la pelota en el frontón, otra dando biberones a algún ternero recién nacido. Y alguna otra haciendo fotos molonas para el Instagram.

 Siento repetirme pero, ¡que ganas de que llegue el año que viene!

viernes, 10 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 29

Viernes Santo. Habitualmente es el día en que Olga y yo nos desquitamos del mal rato que nos lleva dando Jose el del Valencia colgando fotos durante el último mes, poniéndonos los dientes largos con su menú de Cuaresma. Súmale a eso que es de los pocos ratos del año en que podemos estar solos -a la descendencia la queremos mucho pero se agradece un ratito en pareja- e imaginaos cómo estoy hoy. Esos garbanzos con espinacas, ese bacalao y esa torrija. No sigo, que se me saltan las lágrimas.

Después de comer hubiéramos paseado por la Rúa y por Libreros, ya toda la tropa junta, haciendo tiempo para ver al Rescatado y contarle a Pedro lo bien que ha salido todo. Y por la noche buscaríamos sitio para disfrutar de la Soledad, de esa estampa que se forma a su paso por el atrio de San Esteban, de ese silencio que hace retumbar los pasos en las piedras de las Dueñas. Y el otro momento de la noche, la entrada en la plaza Mayor, cuando todas las luces se apagan y se crea ese ambiente inigualable.

¡Ay, qué ganitas de que llegue el año que viene!

jueves, 9 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 28

En circunstancias normales, hoy estaríamos en Salamanca. Paseando por su plaza Mayor, como siempre de bonita, con los reposteros de las cofradías colgando de los balcones y cientos de personas entrando y saliendo por sus arcos. Tomando una caña con los amigos, comiendo con la familia, disfrutando, vamos.

Y a cambio, metidos en casa. Sin plaza, sin paseos, sin amigos y sin familia. Al menos sin cerveza no nos quedamos, aunque no sabe igual. Tampoco tenemos procesiones, claro. Hoy tendría que haber salido el Cautivo y lo más parecido a ese paso ha sido ver al presidente del gobierno en el Congreso esta mañana. Y ahí dejo la metáfora y no entro en más profundidades que me cabreo y no tengo ganas.

Prefiero contaos que está tarde hemos estado viendo 33 el Musical, absolutamente recomendable. Si os apetece, lo han colgado en YouTube -este es el enlace- y está disponible estos días de Semana Santa.

miércoles, 8 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 27

Os habrán llegado al teléfono, seguro. Han corrido como la pólvora por los grupos de WhatsApp vídeos y fotos de carreteras de salida de Madrid atestadas de vehículos. Las apariencias engañan y un vistazo a la web de la DGT servía para comprobar que la imagen que predominaba era la que esperamos de una situación como la que vivimos: vías sin apenas coches.

La explicación parece estar en los controles efectuados por la Guardia Civil para prevenir eso que nos tememos y que denunciaban los vídeos virales: las escapadas a segundas residencias. Por otra parte, testigos directos de esos controles cuentan que lo que brillaba por su ausencia era precisamente el control, que apenas se paraban coches. Y me llega también información de algunos pueblos donde el flujo de visitantes no ha cesado a lo largo de hoy. 

 Y la pregunta es, ¿qué coño tiene esa gente en la cabeza? ¿Qué déficit neuronal arrastran? ¿Qué parte no se entiende del QUÉDATE EN CASA? Aparte de una irresponsabilidad me parece una demostración de egoísmo e insolidaridad. Justo lo contrario de lo que estamos viendo desde que empezó esta historia. Sólo espero que los pillen y les caiga un puro que no se les olvide mientras vivan.

¡Gentuza!

martes, 7 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 26

Estas van a ser las vacaciones de Semana Santa más raras de la historia. Otros años ya estaríamos deseando que llegara mañana para descansar. Y sin embargo, quien más quien menos está loco por lo contrario. Así que como hoy me quedé en casa y mañana seguramente también, tengo un despiste notable: ya no sé si estoy en modo avión o necesito reiniciar sistema. 

 El caso es que aproveché para hacer recados. Tenía que recoger mis lentillas diarias y mi óptica habitual ha cerrado, derivando los pedidos a su sucursal en Lugones. Así que, como tengo un Carrefour al lado y como buen ciudadano confinado, hice una lista de la compra para pasar la Semana Santa y amortizar el viaje. 

Me sorprendieron dos cosas. Una en negativo. Llevaba sin sacar el coche casi un mes y no sé el volumen de tráfico que habrá habido en este tiempo. Pero desde luego la sensación era de un día normal. La otra en positivo. A la hora de pagar en el supermercado me he tragado una cola de casi media hora. Y claro, me ha dado tiempo a observar bien. Ya vais notando que es de las cosas que más me gusta, ver, oír y contar 😉. Bueno, pues eso, ni una mala cara, ni un gesto de desaprobación o de impaciencia. Todos tranquilitos y en orden. ¡Si parecíamos europeos! 

En otras circunstancias, vamos siempre con prisa, alguno se intenta colar, otro le chilla... Así que, mira, si esto nos sirve para levantar el pie del acelerador y valorar el tiempo en su justa medida, démoslo por bien empleado

lunes, 6 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 25

Llevaba días rondándome la idea. La tentación me ha estado persiguiendo pero yo corría más. El caso es que en mi fuero interno tenía claro lo que iba a ocurrir pero me engañaba a mí mismo diciéndome, no, no te va a pasar, ya verás, lo tienes todo controlado. Pero somos humanos. Y por muy chulo que te pongas, al final caes. El caso es que ayer me pesé. Y efectivamente, se confirma que la operación bikini va de culo. Dos kilitos en casi un mes, ahí es nada y que levante la mano el que haya conseguido mantenerse. ¡So héroe!

Por lo demás, un día agridulce. Los datos parece que siguen invitando al optimismo pero cuando volvía del trabajo me llevé el disgusto. Ha muerto la abuela de otro tío muy querido, mi tocayo David López Frías. A ella no la conocía pero su nieto nos ha hablado tantas veces de ella, nos ha compartido tantas anécdotas entrañables que la siento como mía. Cuando hoy he hablado con él nos hemos echado los dos a llorar pero no quiero estar triste, no quiero recordarla así, porque ella nos ha hecho reír tantas veces con sus ocurrencias que eso es con lo que quiero quedarme.

La abuela de David, con sus noventa y seis años, se sentaba a ver el fútbol cada fin de semana y sus comentarios eran impagables. Cuando el Real Madrid fichó a Adebayor, ella lo bautizó como Nuevayor. Luka Modric para ella era Camorri. Y en este plan. Lo que hubiera dado por ver un partido entero a su lado. 

Hace unos días, su nieto firmaba una carta llena de sensibilidad que al final se ha convertido en una despedida. Ese día le dije que su abuela debería ser patrimonio de la humanidad. Me traicionó el subconsciente con ese comentario, porque yo sé lo que la quería y muchas veces, aunque nunca se lo he dicho, he sentido envidia de la relación que tenían. Ya me hubiera gustado a mí. 

Y por eso sé también que el hueco que le va a quedar en el corazón va a ser imposible de llenar. Aunque sabe que ahí nos va a tener a los incombustibles del poblao. Cuando estoy terminando de escribir leo que se nos ha ido también Radomir Antic

Que acabe ya esta pesadilla, por Dios.




domingo, 5 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 24

No falla, oye. Según amanezca el día, así viene luego. Lo que empezó como un recurso estilístico se está revelando como una verdad científica. Desde la cama escuchábamos esta mañana el ulular del viento, batiendo persianas, ventanas y puertas. Y fue poner el pie en el suelo y confirmarlo: hoy iba a ser un día de mierda. Ya me empieza a tocar las narices que en lugar de un diario, últimamente me dedique al obituario. Pero toca, que el personaje lo merece.

No hace ni un mes que nos lo anunció. Estaba ingresado en el hospital porque sus riñones no terminaban de funcionar bien. Y lo soltó así como era él, con esa pulcritud castellana: "Update, tengo cáncer". Un escalofrío nos recorrió a todos la espalda. Ya hemos pasado por eso, a otro miembro del grupo lo quiso fichar el cangrejo para su equipo pero dijo que leches. Y se curó. Así que todos nos agarramos a ese clavo ardiendo. Pero esta vez no pudo ser. Y Nacho se nos ha ido esta madrugada.

Nos conocíamos hace años. Muchos. Todo empezó en las pantallas de nuestros ordenadores, en los principios de internet cuando cuatro pirados nos metíamos en los chats de IRC primero y en los grupos de news después. Allí todos teníamos un mote, un nick que dicen los finos, a cual más ocurrente. Todos menos él. Volvió a tirar de sobriedad castellana y se puso Nacho, así, sin más, para no liarse. En aquella reunión de frikis se hablaba sobre todo de fútbol y como los dos eramos del Real Madrid, pronto congeniamos. Aquella locura evolucionó y muchos fueron quedando por el camino a medida que aparecían nuevos formatos.

No fue en balde. Lo que allí se tejió fue una amistad, al principio virtual, como todo lo de internet, pero con el tiempo sólida y poniéndonos caras y nombres verdaderos. Y como el nexo que nos unía era el fútbol -no podía ser de otra manera- terminamos en un grupo de whatsapp formado por once elementos, ¡once! Cada uno de nuestro padre y nuestra madre, desde Asturias a Cataluña, pasando por Valencia, Madrid, Talavera, Navarra y terminando en Chile.

Nacho era un pedazo de pan. Generoso hasta límites que uno no imagina. Un tipo muy culto, muy de derechas, muy católico. Sin complejo ninguno pero sin perder nunca el respeto a los que no pensaban como él. Lo mismo te hablaba de rugby -su verdadera pasión por encima del fútbol- que de la teoría de la relatividad, de los robots de Asimov o de las cervezas que se tomaba el viernes por la tarde. Te vamos a echar de menos, capullo. Me dejas solo ante el peligro con la horda de culés, valencianistas y atléticos pero creo que podré soportarlo. Hoy me han demostrado, una vez más, que antes que nada son buena gente. Eso sí, guardo como oro en paño nuestros chats paralelos durante las finales de Champions y de vez en cuando les echaré un vistazo para que me saques una sonrisa con tus ataques de nervios. Y el año que viene, cuando por carnavales de Cádiz el talaverano y yo empecemos a llenar el grupo de chirigotas nos acordaremos de ti y de tus broncas. Y cuando el Celta pierda, miraré al cielo y guiñaré un ojo.

Nos ha quedado pendiente la fabada cuando volvieras a Oviedo pero lo vamos a arreglar. Tu hermano Carlos nos ha lanzado el guante y ya nos hemos conjurado Tomi y yo -por cierto, ya habrás visto el artículo que se ha cascado el ultrafelpa de nuestras entretelas- y hemos prometido que juntamos a toda esta chusma en tu Pucela y te despediremos como mereces.

Ahora descansa , amigo.

sábado, 4 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 23

Hoy al levantarme el sol se colaba por la ventana que daba gloria verlo. También me lo tomé como un presagio porque, a medida que pasaba la mañana, seguían las buenas noticias de ayer. Los contagiados que os contaba hace días entre mis amigos médicos van recuperando poco a poco. Hoy nos anunciaban dos pruebas negativas y los que faltan parece que van quitándose síntomas de encima. 

Estábamos celebrándolo con gran despliegue de emoticonos cuando una alerta del teléfono me chafó el momento. Ha muerto Luis Eduardo Aute. En el recuerdo quedan un buen puñado de canciones suyas pero el personaje trasciende a la faceta musical. Era un artista en toda la extensión de la palabra y siempre me pareció un tipo muy culto. Algo que, por desgracia, hoy escasea.

No iba a ser esa la única mala noticia del día. El puto bicho se ha llevado a una profesora de la universidad a la que recordaremos por muchas razones. La mayoría de la clase, por su faceta académica. Era muy buena en lo suyo, le gustaba su trabajo y lo transmitía. Y a juzgar por las reacciones que ha suscitado su muerte entre los que la trataron más de cerca, era una gran persona. 

Pero en mi círculo más íntimo nos quedará para siempre la anécdota. En una de sus clases, algo estaríamos organizando el grupito de amigos cuando levantó la cabeza y se dirigió a nosotros para llamarnos la atención: "a ver, Felipe y sus mariachis...". 

Y con ello nos quedamos. A partir de entonces, gracias a ella, fuimos, somos y seremos los Mariachis

Descansa en paz, Raquel.

viernes, 3 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 22

Llevo unos días en los que el tono de este diario tira a triste. Las cosas han venido así, qué le vamos a hacer. Pero hoy os voy a compensar, que también nos lo merecemos. Aparte de que las cifras -con toda la prudencia del mundo- parece que empiezan a invitar al optimismo, leo y veo cosas que me hacen muy feliz.

Ayer, consultando Twitter, me topé con una historia increíble. El novio de una sanitaria pedía ayuda. Su chica había tenido un accidente de camino al hospital y, aunque no había sufrido daños personales, el coche quedó bastante tocado. De inmediato se sucedieron los mensajes. Empresas de alquiler que ofrecían su flota, taxistas que se prestaban a llevarla y traerla, empresas que le cedían sus coches. Todo de manera altruista. Hay mucho hijo de puta suelto, sí, pero la mayoría de la gente, joder, es muy buena.



Y hoy he vivido en primera persona otra de esas historias maravillosas. En Asturias, como en el resto de España, hay grupos de voluntarios elaborando mascarillas, pantallas, respiradores y todo lo que se necesita en estas circunstancias. En la farmacia de mi mujer habían solicitado pantallas protectoras y hoy les avisaron de que las tenían listas.

Ya no es que se las empaqueten cuidadosamente. O que alguien se tome la molestia de colocar una nota como la que veis en la foto. Es que encima les incluyen con cada mascarilla un llavero de la Virgen de Covadonga de regalo. Y que cuando van a pagar casi se ofendan y la frase sea ya llegará el momento de que nosotros necesitemos ayuda, ahora os toca a vosotros, ya me deja al borde de la lágrima.

La empresa que coordina las entregas y les ha regalado los llaveros es Little things. En el paquete donde vienen envueltos puedes leer esta frase: "cualquier persona que te motiva a ser mejor, merece la pena tener cerca". Que digo yo, que cuando todo esto pase, habrá que aplicarse la cita y ayudarles a recuperar las ventas. Tienen tiendas en Oviedo, Gijón, León y La Coruña, además de la web little-things.es



Ahí lo dejo 😉

jueves, 2 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 21

Ya os he hablado en días anteriores del camino al trabajo. Esa cuesta interminable, vacía de gente y de tráfico. Hoy subía ensimismado en mis cosas, con los auriculares conectados a la radio. Iba escuchando que se preveían superar los 10.000 fallecimientos -luego se confirmó la cifra- cuando el ruido de un motor rompió el silencio de la calle. Era un coche fúnebre con un ataúd dentro.

Normalmente los ves seguidos de una romería de vehículos particulares y taxis. Este iba sólo y lo que más me impactó, sin ninguna corona ni rastro alguno de flores. Una imagen fría, estremecedora. Lo seguí con la vista hasta que se perdió entre los edificios del fondo. Y me dio por pensar.

Van miles de muertos pero creo que no somos conscientes de ello. En otras circunstancias, las televisiones nos han bombardeado con imágenes de todo tipo, con declaraciones de familiares, etc. Pero ahora hay una especie de velo que todo lo cubre y que no deja ver la magnitud de la tragedia a la que nos enfrentamos. La visión de ese ataúd ha sido como encender una luz en mitad de un sótano oscuro, como si de repente alguien me hubiera sacudido los hombros diciendo espabila.

Nosotros en casa, viendo series, leyendo libros, chateando, reenviando memes y ahí fuera la gente muriéndose a chorros. Sola. El escenario que me cuenta alguien que está en primera línea parece sacado de un guión cinematográfico pero es la pura realidad: "mueren solos, sin que se entere nadie. Las puertas cerradas, sin acompañantes, se van apagando y muchas veces, cuando entran las enfermeras, ya están muertos".

No sé si alguien tiene interés en que ese velo lo tape pero, desde luego, lo parece.

miércoles, 1 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 20

Hay aplausos para los sanitarios, para los farmacéuticos, para los policías, para los reponedores y hasta para un señor que pasaba por allí. Y bien está que así sea. Pero hoy quiero reivindicar a otro gremio que se lo está currando en este berenjenal en el que estamos metidos. Me refiero a los profesores. O al menos, a los de mis hijos, no sé en otros centros cómo irá el asunto.

En casa tenemos un abanico amplio, desde bachillerato hasta primeros cursos de primaria, pasando por una que está a punto de la ESO. Cada uno a su ritmo y cada uno a su nivel están trabajando para que esta situación sea lo menos anómala posible. Desde el primer día, gracias a que el colegio ya estaba inmerso en un proceso de incorporación de las tecnologías a la enseñanza.

Los de bachillerato están a las 8 de la mañana conectados al ordenador, dando clases on line como si no hubiera pasado nada. Los de primaria, sin esa exigencia horaria, también hacen uso de las herramientas informáticas para mantener el pulso al curso. Y el pequeño tiene cada lunes un plan de actividades para toda la semana perfectamente estructurado. Los que pensaban que esto iban a ser unas vacaciones lo llevan claro.
Pero no sólo en el colegio. En la academia de inglés tardaron una semana -nunca se habían visto en esta situación- en implementar lo necesario para organizar clases virtuales que han servido para no perder el ritmo. Y de paso para que los niños, aunque sea a través de la pantalla, se vean con sus compañeros y se les haga un poco menos duro.
Y como a la fuerza ahorcan, todos aprendemos de esta situación. Yo no había oído hablar de Zoom, o de Dúo, o de Anydesk. Y ahora ya sé que no son grupos de música suecos 😜.