martes, 7 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 26

Estas van a ser las vacaciones de Semana Santa más raras de la historia. Otros años ya estaríamos deseando que llegara mañana para descansar. Y sin embargo, quien más quien menos está loco por lo contrario. Así que como hoy me quedé en casa y mañana seguramente también, tengo un despiste notable: ya no sé si estoy en modo avión o necesito reiniciar sistema. 

 El caso es que aproveché para hacer recados. Tenía que recoger mis lentillas diarias y mi óptica habitual ha cerrado, derivando los pedidos a su sucursal en Lugones. Así que, como tengo un Carrefour al lado y como buen ciudadano confinado, hice una lista de la compra para pasar la Semana Santa y amortizar el viaje. 

Me sorprendieron dos cosas. Una en negativo. Llevaba sin sacar el coche casi un mes y no sé el volumen de tráfico que habrá habido en este tiempo. Pero desde luego la sensación era de un día normal. La otra en positivo. A la hora de pagar en el supermercado me he tragado una cola de casi media hora. Y claro, me ha dado tiempo a observar bien. Ya vais notando que es de las cosas que más me gusta, ver, oír y contar 😉. Bueno, pues eso, ni una mala cara, ni un gesto de desaprobación o de impaciencia. Todos tranquilitos y en orden. ¡Si parecíamos europeos! 

En otras circunstancias, vamos siempre con prisa, alguno se intenta colar, otro le chilla... Así que, mira, si esto nos sirve para levantar el pie del acelerador y valorar el tiempo en su justa medida, démoslo por bien empleado

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