Hoy no era un lunes más. Esta fecha la tenía ella marcada en el calendario desde mucho antes de empezar esta historia. La había imaginado mil veces, tenía en su cabeza todos los detalles. Cómo, dónde y con quién. Pero llegó el puñetavirus y lo cambió todo. Así que, también en esto, hemos tenido que hacer de la necesidad, virtud.
Su hermana mayor lleva más de una semana liando a sus mejores amigas y a toda la familia, grandes y pequeños. Todos han enviado un vídeo y ella se ha encargado de unirlos, formando la felicitación de cumpleaños más bonita que podáis imaginar. Sus caras esta mañana, a medida que iba apareciendo en la pantalla la gente que más la quiere, lo decían todo. No ha tenido los regalos con los que ella contaba porque no podemos comprarlos en estas circunstancias. Pero tampoco contaba con tantas emociones juntas.
Porque aún quedaba otra sorpresa, cuando a las ocho de la tarde terminaban los aplausos. Nuestro vecino Agustín -viejo conocido ya en este diario- anunció por megafonía que era el cumpleaños de Aroa. Y no veáis como le brillaban los ojos cuando todo el vecindario se puso a cantar el Cumpleaños Feliz. Gente de todos los balcones, a derecha, a izquierda, al frente, del primero al último piso, lanzándole besos y aplaudiendo. Le van a pasar mil cosas en la vida pero no se le va a olvidar el año que cumplió los doce, ya os lo digo yo.
¡Ni a mí!
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