miércoles, 22 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 41



16 de enero de 1996. Rueda de prensa para presentar su actuación en el Palacio de Congresos de Salamanca. Y allí estaba yo, haciendo mis primeros pinitos como periodista. Había oído hablar de ellos, me sonaba vagamente alguna de sus composiciones pero fue en aquel momento cuando por fin le puse cara a aquel grupo de argentinos que luego se han hecho imprescindibles en mi vida. Allí, en el centro de la mesa, bcon su inconfundible voz capaz de descender a graves imposibles, estaba él. Llevando las riendas del asunto como llevaba las de sus shows. 

Dos días después no paré de reír con sus Grandes Hitos, una antología que habían estrenado en 1992 y representaron por última vez aquella noche en Salamanca. Te estoy viendo ahora mismo, Marcos, solo en el escenario, el foco apuntándote, tu carpeta roja en la mano y la otra colocando el micro. Tu mera presencia de esa guisa ya despertaba carcajadas antes de que empezaras a narrar el regreso de Warren Sánchez. Que aquella fue -lo recordaré siempre- la primera pieza que disfruté en directo de Les Luthiers

A partir de ese momento no pude parar. Ya fuera en CD para el coche o en DVD para casa, entrasteis a formar parte de mi vida. Y cada vez que habéis vuelto a España, fiel a la cita, allí he estado cuatro veces más, incluso comprando la entrada con once meses de antelación. 

Hace año y medio fue la última vez que me senté en el patio de butacas a romperme el pecho a reír y las manos a aplaudir. Ya en la anterior nos faltó Daniel Rabinovich y justo después de esa gira anunció su jubilación Carlos Núñez. Los nuevos lo hacen muy bien pero para mí ya nada será igual. 

Desde hoy faltan la mitad más uno y va a ser mucho sustituir. Sobre todo porque me cuesta mucho trabajo imaginar a otro que no sea Marcos Mundstock glosando la obra de Johan Sebastian Mastroppiero, con esa habilidad suya para retorcer el lenguaje y encontrar el chiste más inteligente. Nos quedan sus grabaciones, sus discos y sobre todo, el recuerdo de unos genios irrepetibles. 

Gracias por tanto y por favor, Marcos, pon orden en el cielo que anda Daniel diciendo que la musa de la danza es Esther Píscore.

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