miércoles, 1 de abril de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 20

Hay aplausos para los sanitarios, para los farmacéuticos, para los policías, para los reponedores y hasta para un señor que pasaba por allí. Y bien está que así sea. Pero hoy quiero reivindicar a otro gremio que se lo está currando en este berenjenal en el que estamos metidos. Me refiero a los profesores. O al menos, a los de mis hijos, no sé en otros centros cómo irá el asunto.

En casa tenemos un abanico amplio, desde bachillerato hasta primeros cursos de primaria, pasando por una que está a punto de la ESO. Cada uno a su ritmo y cada uno a su nivel están trabajando para que esta situación sea lo menos anómala posible. Desde el primer día, gracias a que el colegio ya estaba inmerso en un proceso de incorporación de las tecnologías a la enseñanza.

Los de bachillerato están a las 8 de la mañana conectados al ordenador, dando clases on line como si no hubiera pasado nada. Los de primaria, sin esa exigencia horaria, también hacen uso de las herramientas informáticas para mantener el pulso al curso. Y el pequeño tiene cada lunes un plan de actividades para toda la semana perfectamente estructurado. Los que pensaban que esto iban a ser unas vacaciones lo llevan claro.
Pero no sólo en el colegio. En la academia de inglés tardaron una semana -nunca se habían visto en esta situación- en implementar lo necesario para organizar clases virtuales que han servido para no perder el ritmo. Y de paso para que los niños, aunque sea a través de la pantalla, se vean con sus compañeros y se les haga un poco menos duro.
Y como a la fuerza ahorcan, todos aprendemos de esta situación. Yo no había oído hablar de Zoom, o de Dúo, o de Anydesk. Y ahora ya sé que no son grupos de música suecos 😜.

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