jueves, 28 de mayo de 2020

Diario de una familia enclaustrada: día 77

En los tiempos que nos ha tocado vivir parece que lo políticamente incorrecto es defender el capitalismo. Curiosamente, muchos de los que lo critican, acudiendo a lugares comunes, lo hacen desde posiciones privilegiadas, que han alcanzado precisamente ¿gracias a? Exacto, el capitalismo.
De hecho, en la Alemania del Muro, los que pretendían cambiar de lado -y terminaron derribándolo- eran siempre los mismos. Que curioso.

La oferta y la demanda, mal que les pese a muchos, siguen funcionando. Muchas empresas se han reinventado y han cambiado su cartera de productos para amoldarse a la situación. Hace tres meses nadie se planteaba instalar mamparas de plástico o dispensadores de geles en los comercios. Hoy son imprescindibles. Hay una empresa en Béjar que ha pegado el pelotazo fabricando mascarillas, creando un montón de puestos de trabajo y resucitando viejas glorias de la industria textil de la zona. 

Pero es que hay más. La demanda de mascarillas ha diversificado la oferta. Las hay de colores, con estampados de animales para niños e incluso ya hay clubes de fútbol que las están personalizando con su escudo para dar gusto a los aficionados. Así que la cosa pinta a que tendremos que ampliar la nómina de complementos. De cara al verano habrá que preparar el kit playero: toalla, bañador, sombrero y mascarilla a juego. Y cuando llegue el invierno nos acostumbraremos a salir de casa con los guantes, la bufanda, el gorro y, como no, la mascarilla.

La prueba del nueve de que ha llegado para quedarse y de que ya forma parte de nuestra cotidianidad la he visto esta tarde paseando: ya la lleva el negro del top manta. De aquí a que las venda junto a los bolsos y las zapatillas falsificados, un paso.

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